SEMILLAS DE EDUCACIÓN
Solo las semillas de la educación germinan en progreso cuando aquellas son sembradas bajo la sabiduría del buen maestro, y es precisamente esta sabiduría la que ha de marcar el camino por el que debe atravesar toda política educativa que se precie digna de ser impartida.
Ortega y Gasset , que situaba los problemas de España en el problema educativo, veía la transformación del país como el proceso mediante el cual la cultura española se iba empapando de la europea hasta ver rotas todas las vías comunicantes con el régimen caduco y tradicional anterior , idea esta compartida por el regeneracionismo a través de los Krausistas españoles de finales del XIX, época de inauguración de la reforma cultural y educativa en España de la mano de Julián Sanz del Río, cuyo pensamiento se materializó en la Institución Libre de Enseñanza dirigida por Francisco Giner de los Ríos bajo la obsesión de regenerar España a través de la educación y que, a su vez, inspiró las misiones pedagógicas de la Segunda República, sin perjuicio todo ello de los ideales educativos de la Escuela Moderna del malogrado Francisco Ferrer.
Así, conocidos los antecedentes del atraso cultural de España con respecto a Europa demandado por la intelectualidad de la época y, señaladas las causas de citado atraso, es hoy el momento de destacar el papel de la educación pública por los continuos ataques que sufre de aquellos que no creen en la misma como proyecto de transformación individual y social, siendo preciso revisar el destino de los recortes económicos que solo provocan su deterioro en beneficio de la instrucción privada o concertada y que originan un retorno al elitismo diferenciador que tanto daño nos ha hecho en épocas anteriores , sin dejar de mencionar la creación de guetos educativos allí donde la discriminación es el lamentable devenir de las sociedades multiculturales que no apuestan por la auténtica integración.
Quien no vea en la educación pública el motor de progreso que debemos salvaguardar estará malogrando el objetivo para el que está prevista, que no es otro que el de la accesibilidad de toda la población al conocimiento y generar niveles de instrucción deseables para la obtención de una ventaja competitiva en la formación de ciudadanos, desde un punto de vista aristotélico, y profesionales que favorezca el desarrollo cultural, tecnológico y científico de la humanidad, por deber ser ese conocimiento patrimonio de la misma.
Siendo así la educación un derecho fundamental y no un objeto de mercadeo, solo en la inversión en educación pública encontraremos la satisfacción de una igualdad de oportunidades que nos acerca a todos a las mismas puertas del conocimiento para que, una vez atravesadas, transmitamos sus contenidos a las generaciones futuras en pro de construir un país con mayores y mejores niveles de crecimiento económico y cultural, así como con mayores índices de tolerancia social y convivencia democrática. Sea esta la última palabra para su conversión práctica.
José Luis Garrido García
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