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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

OPINIONES

Gracias, señora CIA

A lo largo de mi vida he oído ya muchas veces el mismo mantra repetido en diversas variantes: “tú no sabes lo que es vivir una guerra”; “somos la primera generación de españoles que no vamos a vivir una guerra”; “por suerte, en Europa ya no hay guerras”. Ocurre que la guerra, como dijo el juez Holden en Meridiano de sangre, siempre ha estado ahí: “Antes de que el hombre existiera la guerra ya lo esperaba”. Nunca pasa de moda, así sea vestida con palos y piedras, con hachas de hueso, con lanzas de bronce o con espadas melladas. En 1139, en el Concilio de Letrán, el Papa Inocencio II prohibió el uso de la ballesta por considerarla un arma diabólica. El 1 de julio de 1916, durante el primer día de la batalla del Somme, los soldados británicos al asalto de las trincheras alemanas sufrieron más de 50.000 bajas sólo porque los generales todavía no habían comprendido el lenguaje tartamudo y mortal de las ametralladoras. En agosto de 1945, cuando los pobres civiles ya se habían acostumbrado a soportar bombardeos, los cielos de Hiroshima y Nagasaki estallaron con un resplandor semejante a mil soles.

 

Desde entonces la humanidad creyó que el siguiente conflicto sería un horror atómico, un borrado general de la especie en que dejaríamos el planeta en herencia a ratas y cucarachas. El mundo contuvo la respiración durante la crisis de los misiles cubanos y fantaseamos con la posibilidad de la destrucción general animados por un temor que quizá ocultaba un deseo secreto. Pero la especie no tenía ninguna gana de cancelar el juego mientras seguía despellejándose meticulosamente a base de matanzas locales. A cada generación humana le ha tocado vivir una guerra -una por lo menos- y la única característica común a todas ellas es que ninguna se parece a la anterior. La época de las guerras napoleónicas dio paso a la guerra de trincheras y de la guerra de trincheras con defensas estáticas, se pasó al blitzkrieg. La nuestra, la guerra que nos ha tocado vivir y en la que llevamos inmersos más de una década, es una derivación de los conflictos imperialistas en Oriente Medio, una guerrilla terrorista urbana que dio comienzo oficialmente el 11 de septiembre de 2001 con el ataque contra las Torres Gemelas. A todo el mundo le sorprendió, aunque lo vivimos como una película anunciada desde mucho tiempo atrás. Lo raro es que no hubiese ocurrido antes, después de los sanguinarios golpes de estado promovidos por la CIA en Irán, Guatemala, Indonesia, Grecia o Chile.

 

Debemos agradecer una vez más a la CIA que ayer las calles de Bruselas se tiñeran de sangre y que toda Europa ande acojonada de miedo. Del mismo modo que Bin Laden aprovechó a fondo el entrenamiento proporcionado por el ejército estadounidense en Afganistán, los mercenarios del Daesh, antes ISIS, no dejan pasar la ocasión de devolver los favores prestados por sus patrocinadores saudíes y por el desmantelamiento de las fuerzas de Sadam en Irak. Cuando Hollande, tras los atentados de noviembre en París, amenazó con bombardear al ISIS, se olvidaba de que la aviación francesa ya había bombardeado campos de entrenamiento en Siria un par de meses antes. Las bombas no explotan porque sí, porque lo diga Alá o porque a un talibán se le caliente la barba. El espanto, la atrocidad que estamos viviendo en Europa en los últimos años (Madrid, Londres, París, Bruselas) no es más que una metástasis de la devastación causada en Alepo, en Kabul, en Bagdad. Millones de muertos, millones de refugiados, millones de huérfanos. Sólo en el último mes se contabilizan una docena de atentados terroristas en el mundo (dos en Siria, tres en Somalia, dos en Turquía, uno en Costa de Marfil, uno en Nigeria, uno en Pakistán, uno en Irak), pero para nosotros sólo cuentan las víctimas europeas. Donald Trump, el infernal papanatas que los republicanos han elegido como candidato, ha hecho una pregunta que destapa el hedor de su lógica racista e islamófoba: “¿Se acuerdan cuando Bruselas era bonita y segura?” El problema no es que no recordemos cómo eran Irak o Siria antes de que los estadounidenses empezaran a meter las narices allí. El problema es que no nos acordamos de nada.

David Torres

hpublico.es

De aforados a forrados

Ramón Hdez. de Ávila

 

 

Qué acierto del gran Nebrija. Nuestro primer gramático. Gracias a él tenemos los hispanohablantes uno de los idiomas más ricos y perfectos del planeta, elevado a categoría de arte desde hace siglos, donde tanto el vulgar como el culto apenas si tienen diferencias notables; un receptor de bajo nivel como otro superior se hacen entender con un grado u otro de compresión, construcción y giros, no sólo en su tierra sino en diversas partes del anchuroso mundo. Una lengua capaz de expresar hasta los más indescriptibles pensamientos o las ideas más absurdas con palabras sencillas, y por si no bastara, en mil tonalidades y acentos. Un lenguaje en el que podemos entendernos, aunque como dijo Marco Aurelio los dioses han dado el habla al humano para que oculte sus pensamientos.

 

Contrariamente, nuestro buen Nebrija concebía la lengua como un catalizador político, importante en una nación que era todo un imperio. Idea que venía de la unidad que representaba la edad media, superada con el reinado de los Reyes Católicos, de los que nuestro insigne gramático fue cronista. Como gozaba de su plena confianza, le encargó la reina Isabel fijar el castellano en unas normas sencillas que todos pudieran entender. “Que se escriba, como se habla”, dicen que le dijo. Nuestro intelectual no debía disponer de tiempo, porque seguro que la reina, que era mandona en todas las Españas y ninguna se le resistía, debía querer el encargo pa’ayer, pues preveía el destino universal de una lengua que sonaba lindo, y atravesaría mares y continentes junto a las carabelas. Con la cantidad de menesteres como debía realizar a diario, el señor de Nebrija disponía por tanto de poco tiempo; tenía que corregir exámenes, revisar galeras de imprenta en Salamanca, redactar los discursos de los reyes, rezar el breviario, traducir libros de tantos idiomas como dominaba... No le quedaba tiempo, y eso que entonces no había cine, ni discos, ni fútbol, ni tele, ni radio, ni internet para distribuir información que entonces iba a bordo de diligencias cuando no a uña de caballos galopando de posta en posta, que no pista. Dadas las materias que le ocupaban, decidió no complicarse mucho ni complicar a sus descendientes y alumnos. Y una tarde, quizá en momentos de reposo y cuitas de imperios, consejos y aventuras allende los mares, se dijo: cuanto menos trabajo me den estas florituras idiomáticas, más tiempo tendría en dedicarme a menesteres importantes de gobierno y sociedad; así que, pensó nuestro buen intelectual, voy a tratar de no empeñar mi tiempo en asuntos de lengua, que luego cada cual ha de usarla como le apetezca, y cuanto más fácil y menos vuelta haya que dar a un concepto para que exprese un pensamiento, mejor para mí, mejor para el concepto y mejor para el hablante. Y se quedó tan ancho. ¡Ay!, este Nebrija o Lebrija... Es más, se dijo, si consigo que una misma palabra, sin cambiar un ápice, dicha en un tono u otro exprese uno u otro pensamiento y actitud, mejor que mejor. Y si no por el tono, por el contexto o por el simple cambio de una letra, que cuanto menos se complique más entendible será. Una palabra que con una breve variante pueda significar cuantas más cosas mejor, y con menos galimatías; si con una letra cambio su sentido y significado, me doy por satisfecho. Y así, fue, se “sacó” de la manga un “saco” –con una simple tilde o acento ortográfico, también se arregla-  un saco de cambios que con un simple signo cambiaba el texto, el contexto, el tema y el rema, el sujeto y el objeto psicológicos.  Y de texto, contexto, tema y rema, sujeto y objeto, me permito hablar ante las andanzas, asechanzas y chanzas de esta fauna de políticos y crápulas sin escrúpulos que pueblan nuestra península ibérica donde ni los lobos más feroces causan tantas desgracias. Porque son eso, lobos disfrazados de corderos, con perdón del lobo, animal muy digno, noble y beneficioso (por eso quedan pocos). Pero valga el dicho.

 

El tema: la corrupción sistémica. El rema: los casos particulares y en equipo. El sujeto: los altos cargos. El objeto: la finanzas del partido. El texto: la democracia impropia. El contexto: los privilegios, prebendas y aforamientos de unos pocos en detrimento de otros muchos. El resultado: Llegar a forrarse pocos, e indignarse muchos. Y así nos va.

 

Me indigno ante tanto indigno de desempeñar cargos decisivos que empeñan y deciden la vida del ciudadano y su empeño y decisión están guiados por el bien propio y su afán de usura y megalomanía, y derroche a troche y moche.

 

Me indigno ante los constantes discursos y palabrería de quienes nos quieren hacer tragar  ruedas de molino.

 

Me indigno ante una democracia impropia donde un partido se convierte en su caudillo para acaudalar bienes y trabajos ajenos, y monta una trama mafiosa para financiarse privando de derechos elementales a los resignados ciudadanos.

 

Me indigno cuando repaso los derechos de pernada, la ignominia de la esclavitud, las patentes de corso, las licencias para matar, las leyes hechas a medida de quien las dicta, los aforamientos y privilegios de unos frente a la caída del peso de la justicia a inocentes...

 

Me indigno ante tanto discurso contrario a la realidad, y no puedo por menos que echar mano del dicho ese de que una mentira repetida muchas veces en un medio como la tele, se convierte en verdad.

 

Me indigno ante las maniobras del poder por manejar opiniones, cifras y situaciones a su favor de una gestión desastrosa, tratando de convencernos de que España progresa, avanza, y me viene a la cabeza aquel discurso de antaño que dijo el otro: ¡Españoles! -fundamental empezar así, y si se repite, un tanto más a favor-: ¡Españoles! ¡Después de cuarenta años al borde del precipicio, hemos dado un paso adelante!

 

¡Que lo digan! Así. Que lo digan y no repitan más eso de que en cuanto a los casos de corrupción, aislados, por supuesto, de unos quinquis que no queremos en nuestro partido -de fútbol será-, no vamos a dejar pasar ni uno... o una más, que no se entendió muy bien. Porque claro, claro, no es que hable muy claro el buen señor, más “rajao” que nadie ante la que le viene encima.  Tampoco tiene una “barbera” que le arregle las barbas, o si la tiene está aforada por arte de birlibirloque, que el partido protege y defiende a los suyos, y con todas las de la ley, si han sido durante años sus benefactores, que para eso le han hecho engordar arcas y campañas en una bien estructurada trama donde todos chupaban del bote, del sobre o de la bolsa de basura, que esta gentuza no hace ascos a nada. Una trama cuyo centro, como no podía ser de otra manera, nació en Madrid y extendió sus tentáculos por toda la geografía, levantando aquí monumentos sacados de una maqueta monstruosa, tipo guerra de las galaxias, por su alto coste, que como habitáculos no sirven para nada, campañas de imagen para cantar y contar sus loas, con Papa incluido, por eso del perdón de los pecados por el robo a mansalva, y el derroche en mil obras inútiles con mordidas para gloria de sus cuentas bancarias. Cantidades ingentes de dinero, millonadas, que han ido a para a sus bolsillos y a Suiza mientras pregonaban descaradamente, sin pudor, y sin vergüenza que no se podían hacer colegios y había que conformarse con barracones, que no se podían contratar médicos, maestros, bomberos... porque no había dinero.... No hay dinero. Ya no queda. ¡Esa es la única verdad! Todo me lo he llevado yo, junto a mi equipo y mi partido, que hemos hecho las cosas bien.

 

Que lo digan y que añadan que son casos aislados, y que les van a dar de baja en él... Pero les aforo, les nombro lo que sea, incluso virrey de las Indias... Como hay tan pocos aforados en España... Es su sistema, un comportamiento de estructura mafiosa en el que, al igual que los sicarios en el crimen organizado, tienen sus recompensas, y su protección mientras tengan tengan la boca cerrada. Así no hay quien les toque. De aforados a forrados. ¿O es a la inversa? También. Todo con tal de aumentar una lacra del pasado que no debe tener cabida en una democracia. Y en España hay más de 280.000 aforados en uno u otro grado, aunque en el mayor, cual intocables, aunque sean delincuentes peligrosos, se cuentan unos 10.000, cosa que no sucede en ningún otro país, ni siquiera en los menos demócratas. Pero qué se va a esperar de un país que, ya lo dijo el otro, “es diferente”... Qué mayor descaro puede haber en una democracia con un partido en el gobierno cuyo sistema predominante es la corrupción de sus más altos dirigentes y cargos públicos. Con la corrupción hemos topado, querido Sancho... ¿O no te llamas Sancho, sino Sánchez? ¿Habrá remedio querido Sancho? O Sánchez, o como sea el que venga. Puede que todo valga con tal de que salgan cuantos antes los que están. Que el precipicio está cerca.

nuevatribuna.es


Exigir responsabilidades políticas, único freno a la corrupción

Javier Franzé
Profesor de Teoría Política. Universidad Complutense de Madrid

 

Rita Barberá sigue en política activa no porque sea aforada, sino por lo mismo que evitó el retiro de Felipe González por el caso GAL o el de Mariano Rajoy por el caso Bárcenas: porque en la cultura política de este país la responsabilidad política no prima sobre la responsabilidad jurídica.

 

La corrupción no se reduce a robar bienes públicos, ni corrupto es idéntico a delincuente. Esta caracterización estrecha impide identificar la corrupción y frenar su imperio. Se puede dañar lo público sin robar y se puede ser un corrupto sin delinquir.

 

La corrupción es la apropiación privada de lo público. El criterio para evaluar la corrupción —siguiendo a L. M. Diez-Picazo, La criminalidad de los gobernantes— es el uso que las organizaciones y los dirigentes políticos hacen de lo público, no sólo en términos materiales (apropiación o no de bienes materiales públicos), sino principalmente en términos inmateriales: apropiación o no de bienes inmateriales públicos, como la confianza depositada por la ciudadanía para el cuidado y gestión de lo de todos.

 

En la gestión de esa confianza se halla la clave, porque siempre que hay apropiación de lo material (dinero o recursos) hay apropiación de lo inmaterial (confianza), pero no al revés. Por eso el criterio es político, no jurídico.

 

En definitiva, la responsabilidad política radica en la evaluación de la conducta de los cargos políticos –entendida como acción y omisión— respecto del encargo de cuidar lo público que reciben de la ciudadanía, para analizar si cabe mantener o no la confianza dada. Lo público puede ser postergado de manera directa (apropiación de bienes públicos) o indirecta (amaño de un concurso público a cambio de sobornos).

 

Veamos ahora cómo acaba imponiéndose en el debate público de este país el criterio de la responsabilidad jurídica.

 

¿Qué dicen los partidos o sus dirigentes ante los casos de corrupción? Básicamente, echan mano de tres argumentos. 1) El sospechado tiene derecho a la presunción de inocencia hasta que la Justicia demuestre lo contrario. Si alguien lo tilda de corrupto antes de que se expida la Justicia, está faltando a las reglas del Estado de Derecho. 2) El sospechado desconocía la actividad de sus subordinados, y por lo tanto que no es culpable de nada. Como en el caso anterior, este argumento invierte la carga de la prueba y acaba victimizando al verdadero responsable, que ahora se presenta como traicionado. 3) El partido no es corrupto, sino sólo unos pocos. No podemos controlar a todos. Este partido está integrado en su amplísima mayoría por militantes honestos que se sacrifican por el bien colectivo.

 

Estos tres argumentos pivotan por completo en la responsabilidad jurídica: hay responsabilidad cuando hay delito o falta (1) y ésta se circunscribe al que la cometió (2 y 3).

 

El problema es que  la contraargumentación  –en especial en el progresismo o la izquierda–suele replicar que los indicios o la imputación son suficientes para determinar la  corrupción del sospechado y/o del partido. Esta contraargumentación, al exponer los indicios o la imputación como pruebas suficientes, acaba reforzando la primacía de la responsabilidad jurídica sobre la política. Al hacer esto, es funcional al argumento que pretende desarbolar, porque éste le achaca no respetar la presunción de inocencia.

                                       

 

Si el argumento juridicista es coherente pero no comprende –o no le conviene hacerlo— la especificidad de la responsabilidad política, el contraargumento mencionado es igualmente miope ante la responsabilidad política y, además, acaba siendo incoherente en el terreno jurídico, donde las pruebas mandan.

 

El único modo de salir de este círculo vicioso encandilado por lo jurídico es abordar el problema de la corrupción desde el criterio de la responsabilidad política, que rebate los tres argumentos mencionados. Veamos.

 

En cuanto al argumento 1, cabe decir que en la amplia mayoría de los casos, la falta de responsabilidad política se produce antes que la falta jurídica. Cuando Rita Barberá afirma que  “en el Ayuntamiento de Valencia, que yo sepa, no se ha amañado ningún contrato ni ha habido ninguna mordida ni ninguna desviación para financiar ilegalmente nada” está exculpándose jurídicamente, pero autoinculpándose políticamente, porque parte de la responsabilidad de una alcaldesa es conocer cómo se adjudican los contratos públicos. Esto no depende, como se ha dicho en estos días, de la personalidad en este caso de Barberá, presuntamente afecta a controlarlo todo. Aunque no lo fuera, es el cargo, la responsabilidad pública, la que le obliga a conocer esas contrataciones.

 

Podría darse el caso de que un responsable político fuera imputado y luego declarado inocente. Aquí la responsabilidad política prima también: mientras esté imputado debería ser apartado del cargo, pues esa condición, por la duda que supone respecto de la conducta pública, es ya incompatible con cualquier confianza.

 

Lo dicho para el argumento 1 vale también para el argumento 2. En política –a diferencia del ámbito jurídico– el desempeño de un cargo implica la responsabilidad política respecto de la actuación de los subalternos. Los fallos de éstos en el cuidado de lo público suponen la impericia del que los nombró y así su incapacidad para cuidar lo público. Es el caso de Felipe González cuando afirmó que se había enterado de los GAL por la prensa, o el de Rajoy aduciendo que Bárcenas lo había traicionado, y el de Cristina de Borbón cuando dice desconocer las actividades de su marido (que no es su subordinado, pero la posición de Cristina de Borbón en la Corona y en el Estado es incompatible con el desconocimiento que aduce).

 

Willy Brandt debió abandonar su cargo de primer ministro cuando se supo que en su círculo de confianza se encontraba un espía de la República Democrática Alemana. Brandt no conocía la verdadera identidad de su subordinado, e incluso colaboró para que se lo descubriera. No obstante, cayó en desgracia política, pues apareció ante la ciudadanía como incompetente para conocer e impedir actividades contrarias al bien común. Era jurídicamente inocente, pero renunció. Actuó con responsabilidad política pues no se apropió del recurso público que se le había encomendado, la confianza para la defensa del bien común.

 

El argumento 3 es el más falaz de todos. Un partido no es como una organización delincuente, de la que forma parte sólo aquel que esté férreamente comprometido con el fin criminal que se persigue. El carácter abierto de un partido hace que siempre haya al menos un afiliado no comprometido con la corrupción y que pueda ser utilizado para argumentar, abusando de la aritmética, que la totalidad de la organización no es corrupta. Pero todo partido tiene una dirección que es responsable de la conducta de la organización como tal, lo cual se comprueba cuando se ganan y se pierden elecciones, por ejemplo. Por lo tanto, la responsabilidad política determina que el partido es su conducta como organización, no la suma de los comportamientos individuales de sus miembros.

 

La primacía del criterio político tiene además la ventaja de permitir ver la corrupción de conductas legales. Por ejemplo, el cobro por parte de una dirigencia partidaria de sobresueldos provenientes de donaciones privadas, o la aceptación de regalos institucionales por parte de responsables políticos. Si la dirección de un partido cobra sobresueldos, aunque los legalice y tributen a Hacienda, está poniendo en peligro la defensa de lo público ante los intereses particulares privados. ¿Qué confianza puede despertar una organización que se financia de ese modo? En ese sentido, no es delito tampoco que un responsable político consuma con cargo al presupuesto público ostras y gin tonics, pero no se condice con el cuidado de lo común.

 

La primacía del criterio político ilumina también que la condena pública no debe recaer exclusivamente en el Estado y en sus dirigentes políticos, sino también en las empresas y agentes privados corruptores. Lo común no es responsabilidad exclusiva del Estado: si una empresa soborna o acepta pagar comisiones para obtener una obra pública está revelando que su criterio de actuación —al privilegiar la ganancia a cualquier coste, minando el criterio meritocrático— no puede ser confiable en términos del cuidado de lo común. De este modo, el criterio político permite desacreditar el discurso que vincula la corrupción al tamaño del Estado.

 

Pero, en verdad, el impacto más negativo de la argumentación juridicista es que alimenta perversamente la disminución de la exigencia ciudadana respecto de la corrupción. Perversamente, porque lo hace en nombre de los derechos individuales y del Estado de Derecho. Y rebaja esa exigencia porque oculta el criterio político. Éste no depende –como el criterio jurídico— de pruebas materiales, sino de exigencias ético-culturales que, si no son ejercidas por la ciudadanía, hacen que en efecto los responsables de lo público sean vistos al fin como inocentes, con lo cual recomienza el círculo vicioso de la corrupción.

 

publico.es

Lo que no se conoce sobre el dirigente que lidera la campaña de la austeridad contra Grecia y España

Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía. Universidad de Barcelona

 

Cualquier lector que haya seguido de cerca las noticias sobre Grecia recordará que una figura clave de la imposición de las políticas de austeridad al pueblo griego, que han tenido un impacto devastador para aquel país, fue el Presidente del Eurogrupo, el Ministro de Finanzas de Holanda, el Sr. Jeroen Dijsselbloem, que lideró el ataque (y no hay otra manera de decirlo) a Grecia, forzándola a que aplicara las recetas neoliberales que han causado tanto daño, no solo a las clases populares griegas, sino a las de todos los países -incluyendo España- cuyos gobiernos han aplicado dichas recetas.

 

Tal personaje fue especialmente duro en las exigencias fiscales, acusando al gobierno Syriza de no hacer el trabajo que tenía que hacer, a saber, recoger fondos públicos para pagar las deudas que el gobierno griego había heredado del gobierno conservador liberal anterior. Y este mismo señor ha estado presionando con particular insistencia y mano dura al gobierno español para que haga más recortes y ajustes del gasto público, aplicando las mismas políticas públicas que causaron un enorme daño al pueblo griego, liderando el sector más duro del Eurogrupo, el cual forman los Ministros de Economía y Finanzas de los países de la Eurozona, que él preside. Después de Grecia, Dijsselbloem ha escogido España como su punto de mira, exigiéndole unos recortes de nada menos que de 9.000 millones de euros, que desmantelarían todavía más el ya muy subfinanciado Estado del Bienestar español.

 

España es uno de los países con un gasto público social por habitante en sanidad, en educación, en escuelas de infancia, en servicios domiciliarios, en vivienda social, en servicios sociales y un largo etcétera, más bajos de la UE-15. Pero tal personaje ha puesto como prioridad de su labor el que se gaste incluso menos, pues según él, el déficit público de España es hoy el problema mayor que tiene este país, punto de vista que, por cierto, es ampliamente sostenido por la mayoría de economistas neoliberales que tienen gran proyección mediática en los medios de información y persuasión españoles (incluyendo los catalanes).

 

¿Quién es este personaje, el Sr. Dijsselbloem?

 

Lo que no se conoce –porque no se ha publicado en ninguno de los mayores medios de información- es quién es este señor. Dicho personaje ha jugado un papel clave en convertir Holanda en un paraíso fiscal en el que las mayores empresas europeas (incluyendo españolas) y norteamericanas evitan pagar sus impuestos en los países donde se realiza la producción, la distribución o el consumo de sus productos. La política impositiva de tal país está diseñada para atraer a compañías multinacionales que establecen su sede en Holanda. Las ventajas fiscales y subsidios públicos, así como su tratamiento sumamente favorable a las rentas del capital, son bien conocidos en el mundo financiero y empresarial.

 

Ello explica que haya muchas compañías que establezcan su sede en Holanda (desde la compañía minera canadiense Gold Eldorado a la estadounidenseStarbucks, la lista es enorme). En realidad, algunas de estas compañías solo tienen en Holanda una dirección postal, sin edificio siquiera, como es el caso de los grupos musicales Rolling Stones o U2, del Sr. Bono, que se ha hecho famoso a base de cantar sobre la pobreza mundial (ver el artículo de David Hollanders What Europe Needs to Know About The Dutch Tax HavenSocial Europe Journal, 05.01.16). En realidad, muchos de los beneficios fiscales y subsidios, así como las transacciones financieras no son públicos, e incluso miembros del Parlamento holandés no tienen acceso a esa información.

 

Es sorprendente que Holanda, sin embargo, no aparezca en la lista de paraísos fiscales. Y ello se debe a la activa movilización de la coalición gobernante en Holanda, formada por el partido socialdemócrata, al cual pertenece el Ministro de Finanzas, el Sr. Dijsselbloem, dirigiendo la política económica y financiera del país, y el partido radical de derechas, que aprobaron una ley en el año 2013 en la que se indicaba que Holanda no era un paraíso fiscal, por mucho que se le pareciera.

 

El gobierno prácticamente prohibió el uso de tal término, lo cual no fue un obstáculo para que el gobierno holandés haya apoyado la realización de seminarios para empresarios extranjeros (realizados en el extranjero, el último en Ucrania) para enseñarles cómo evitar pagar impuestos en Holanda.

 

Como bien indica David Hollanders, Holanda es un ejemplo de libro de texto de lo que es un paraíso fiscal. Como muestra tal autor, hay 12.000 empresas (que manejan un total de 4 billones de euros) que tienen una sede postal en Holanda, que incluyen el 80% de las cien empresas más grandes del mundo y el 48% de las mayores compañías que aparecen en la revista Fortune.

 

Entre tales empresas con sede postal en Holanda hay empresas portuguesas, españolas (como la empresa que se benefició de la privatización de la empresa pública Aigües Ter Llobregat por la Generalitat de Catalunya —ver Tots els camins porten a HolandaEl Triangle, 23.12.15), griegas y otras, lo cual implica que Grecia, España, Portugal y otros países dejan de ingresar impuestos (millones y millones de euros) a las arcas del Estado debido a las políticas aprobadas por el gobierno holandés, del cual el Sr. Dijsselbloem es uno de los mayores responsables y arquitectos, el mismo personaje que acusa a Grecia y a España de tener excesivos déficits públicos, déficits públicos que no existirían si las grandes empresas pagaran los impuestos que tendrían que pagar si no tuvieran sus sedes fuera del país, incluyendo Holanda, situación favorecida y facilitada por tal señor.

 

Se sabe que el Sr. Jean-Claude Juncker, hoy Presidente de la Comisión Europea, es otro personaje que hacía lo mismo cuando era Presidente y Ministro de Finanzas de Luxemburgo, otro paraíso fiscal donde un gran número de empresas internacionales, incluyendo españolas, tienen su sede. El Sr. Jean-Claude Juncker es también de los que presiona por todos los medios para que se apliquen las políticas de austeridad en Grecia y en España. Pero no se sabía tanto de este otro personaje, el Sr. Dijsselbloem. El cinismo y la indecencia, por no decir falta de ética, de tales personajes alcanzan ya niveles sin precedentes. Y esta es la Europa a la que se nos pide que pertenezcamos.

 

publico.es

El PSOE sabrá lo que tiene que hacer

El presidente de El País ha publicado este lunes un extenso artículo, titulado El arte de la mentira política en homenaje al opúsculo atribuido durante siglos a Jonhatan Swift y escrito en realidad por John Arbuthnot (1667-1735), médico personal de la reina de Inglaterra. Juan Luis Cebrián se ha visto en la obligación de bajar desde el olimpo de la gran empresa, los bonus millonarios y la Real Academia para “incorporarse a las filas de los opinantes” ante la gravedad del “nuevo decurso político”. Denuncia “las mentiras o medias verdades” de “nuestros líderes” y pone deberes a todos ellos y también al rey. Sostiene Cebrián que lo conveniente es un Gobierno de PP y Ciudadanos sin Rajoy y con la “contribución” (se supone que en forma de abstención) del PSOE. Felipe VI, por su parte, debería “propiciar” ese pacto. Todo un planazo. ¡Impresionante!

Vayamos por partes.

  – Tiene razón Cebrián al observar en el arranque de su texto que el uso del embuste en la vida pública no es “un privilegio exclusivo de los políticos”. Se queja (con mucha razón) de “periodistas, tertulianos, blogueros y demás familia” por su contribución a la “confusión ceremonial” a la que asistimos. Esta parte del artículo parece escribirla el Cebrián-académico o quizás filósofo, puesto que él no se incluye entre los periodistas ni entre los “arúspices”. Como si presidir el principal periódico de este país no le otorgara ningún papel ni responsabilidad alguna sobre la opinión pública (o al menos la publicada).

 

 


  – Una vez incorporado a “las filas de los opinantes” (tarea que le produce “sonrojo” al señor Cebrián), explica que hace el esfuerzo ante la coincidencia de lo que denomina “tres eventos singulares”: la “instalación” de un Gobierno independentista en Cataluña, el juicio del caso Nóos que sienta en el banquillo a la hermana y al cuñado del rey y la inminente constitución del nuevo Parlamento del Estado.

    – Critica Cebrián la “incapacidad” de los dirigentes de los principales partidos para reconocer su “frustración y su derrota” en las elecciones del 20-D. Reparte leña a Rajoy por perder 3,5 millones de votos; a Pedro Sánchez por obtener “el peor resultado electoral” del PSOE en “todo el devenir de nuestra democracia”; a Pablo Iglesias y a Albert Rivera porque según él han fracasado en su “intento de derrotar para siempre al bipartidismo”, y a Alberto Garzón porque lo considera “un epítome de la mediocridad imperante en nuestra clase política”. Tiene razón Cebrián en que ha habido “en general muy poca autocrítica, mucho ombliguismo y ninguna generosidad…”, tres aspectos en los que el presidente de El País es indudablemente un maestro. Cabe recordar, eso sí, que cuando Alfredo Pérez Rubalcaba cosechó en 2011 el peor resultado socialista en “todo el devenir de nuestra democracia” hasta aquella fecha, Cebrián publicó un durísimo editorial en el que se exigía la retirada inmediata de… Zapatero.

   – Acierta Cebrián al describir la “lluvia de falacias” que soportamos, entre las que destaca el autoproclamado triunfo del independentismo en Cataluña pese a obtener un 48% de los votos o esa “afirmación machaconamente repetida por el PP y sus cortesanos” de que lo democrático es que gobierne el partido más votado y no el que consiga articular una mayoría parlamentaria.
   
   – Se le ve ya la intención a Cebrián cuando califica de “ensueño” la posibilidad de un gobierno de unidad de la izquierda “cuando no suma suficientes escaños”. Y se le ve la intención puesto que en ningún momento se plantea Cebrián un pacto entre PSOE, Podemos y Unidad Popular con la petición, por ejemplo, a Ciudadanos de que se abstenga para facilitar la tan urgente “estabilidad” o “gobernabilidad”. Se intuye ya que tales rasgos pertenecen en exclusiva a juicio de Cebrián al “centro derecha”. Tampoco se le ocurre plantear un gobierno PSOE-Ciudadanos con la abstención de Podemos.

   – Reivindica Cebrián (“tanto que se habla ahora de memoria histórica”) los méritos de la “tan cuestionada vieja política” en la modernización de España y en su “incorporación al mundo global en un lugar relevante”. Y alerta de que esos logros corren “peligro de dilapidarse”.

   – Para evitar ese riesgo aconseja Cebrián a los actuales líderes que “abandonen sus manías de aficionados” y se hagan cargo de tres retos fundamentales: la respuesta “al desafío independentista catalán”, la “sostenibilidad del incipiente crecimiento económico” y la “implementación de políticas sociales que acaben con los efectos perversos del denominado austericidio”.

   – Cebrián propone como solución a esos tres “retos” un doble acuerdo: por una parte una reforma constitucional que incluya no sólo un modelo federal que dé respuesta al conflicto catalán sino también una nueva ley electoral, garantías sobre la educación y la sanidad públicas y “una definición exigente del laicismo del Estado”. El enunciado breve de estas reformas es muy coincidente con los planteamientos del PSOE.

   – La segunda pata del acuerdo que propone Cebrián desvela por fin el porqué y el para qué del extenso artículo. Propone la “creación de un Gobierno estable y la existencia de una oposición fuerte que encarne una alternativa de poder”. Para que ese Gobierno sea “suficientemente estable” debe estar formado por “las fuerzas que más escaños han obtenido en las elecciones y que pertenecen al centro derecha”. Aquí radica el gran salto que ha dado el presidente de El País respecto a la gran coalición PP-PSOE que promovía hace dos años junto a Felipe González y destacados empresarios. Descartada esa ocurrencia por la oposición total de las propias bases y cuadros socialistas (y ante la evidencia de que supondría el suicidio del PSOE), ahora el ilustre periodista-académico-empresario tiene una nueva propuesta: que gobiernen PP y Ciudadanos, aunque sus escaños no sumen una mayoría ni sus programas incluyan reformas ni parecidas a las que plantea Cebrián.

   – Aquella especie atribuida al Ibex-35 sobre la conveniencia de que creciera el apoyo electoral a Ciudadanos lo suficiente para que garantizara un “gobierno estable” ha dejado de ser especie para concretarse materialmente. Es más, Cebrián considera de una “frivolidad alarmante” que Ciudadanos rechace “incorporarse al Gabinete” y pretenda sólo “favorecer” la investidura del PP. “Las llamadas a la responsabilidad de Albert Rivera suenan a cuento chino si no están acompañadas de su decisión de participar en el poder…”, advierte.
   
   – ¿Y qué debe hacer entonces el PSOE? Cebrián (sin nombrarlo) tiene una respuesta brillante para la formación de Sánchez (y de su amigo Felipe González): “la izquierda de este país, la verdadera izquierda milite donde milite, no debería temer contribuir a una solución de este género”, es decir que debe abstenerse para facilitar un Gobierno de PP y Ciudadanos. Clarividente Cebrián cuando asegura que esta opción “la mantendría (a la izquierda) en la oposición con todas sus consecuencias…” ¡Y tanto! Si hay una posibilidad de convertir a Podemos en la referencia hegemónica de la izquierda consiste en que el PSOE colabore, apoye o sustente un gobierno de la derecha, ya sea vía gran coalición o vía esta extraña criatura política que el presidente de El País pretende engendrar.

   – Claro, un pacto tan disparatado como el que se dibuja necesita ofrecer algún premio a quien se hace el harakiri, o sea el PSOE. Cebrián considera que ya toca una “retirada honrosa de Mariano Rajoy de la vida política”. (¿Puede ser aún honrosa la retirada de quien envió aquellos SMS a Bárcenas?) Quizás con otro u otra dirigente del PP al frente del Gobierno, más “una cifra concreta de varios miles de millones para políticas sociales…” se podría resolver según Cebrián la posible resistencia de la “verdadera izquierda” a su suicidio político.

   – Para completar su impresionante plan, Cebrián recuerda a Felipe VI que, en medio del juicio a su hermana y a su cuñado, tiene una “magnífica ocasión para (…) demostrar la utilidad de la Corona, base casi exclusiva de su pervivencia, propiciando un pacto que beneficie al conjunto de los ciudadanos”. Obviamente, ese pacto es el que se sujetaría sobre los mimbres descritos previamente. Aquí no puede evitar Cebrián que asome una mentalidad ligada a su mejor etapa profesional, a su experiencia periodística en los primeros años de la Transición. Entonces los problemas políticos se resolvían a media luz, en los reservados de restaurantes de lujo o en los domicilios particulares de intermediarios entre dirigentes supuestamente irreconciliables. Quizás se le escapa a Cebrián que quien encarnaba esa forma de actuar era Juan Carlos I, que se vio obligado a abdicar hace año y medio para facilitar una renovación generacional, institucional y política.

El pequeño tratado de Arbuthnot es más que recomendable. Define la mentira política como “el arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables con un buen fin”. Pero sobre todo advierte, como apunta Cebrián, que ese arte no es exclusivo de los políticos. En el siglo XVIII no había tertulianos, ni blogueros, ni televisión, ni redes sociales… Tampoco grandes grupos de comunicación cuyos ejecutivos jugaran a condicionar la política en beneficio de sus propios intereses.

      elplural.com

Las instituciones profundamente antidemocráticas de la supuestamente democrática Unión Europea

Vincenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

 

Uno de los movimientos más importantes que España ha visto en los últimos años ha sido el 15-M, que denunció la falsedad de las instituciones que se definen a sí mismas como democráticas, indicando que en lugar de representar los intereses de la ciudadanía tales instituciones representan los intereses de las grandes empresas financieras e industriales que dominan no solo la vida económica, sino también la política y mediática del país. La evidencia de que ello es así es abrumadora.

 

De ahí el éxito de uno de los eslóganes que apareció con más frecuencia en sus manifestaciones, “Lo llaman democracia, pero no lo es”, un eslogan que resume muy bien el mayor problema de la llamada democracia española. Dicho eslogan fue y continúa siendo altamente popular a nivel de calle en España, como consecuencia de que la gran mayoría de su población está de acuerdo en que las instituciones llamadas representativas no la representan.

 

Tal falta de democracia, que aparece con toda claridad en España, también ocurre en gran medida en las instituciones igualmente llamadas democráticas que gobiernan la Unión Europea, y que incluyen no solo el Banco Central Europeo, sino también la Comisión Europea, el Consejo Europeo, el Eurogrupo e incluso también el Parlamento Europeo.

 

Un ejemplo de ello es lo que ha estado ocurriendo en los países de la Eurozona durante el periodo de la Gran Recesión, cuando las clases populares de tales países han estado sometidas a una serie de políticas públicas que han afectado muy negativamente su bienestar y su calidad de vida. Estas políticas públicas han sido impuestas por la mayoría de gobiernos de la Unión Europea (UE), altamente influenciados por los grupos financieros y económicos que dominan la vida económica.

 

De ahí que las políticas públicas impuestas por tales grupos (como las reformas laborales) vayan encaminadas a mejorar los intereses empresariales a costa de los intereses del mundo del trabajo, con el consiguiente descenso de los salarios y de la calidad del empleo. Un tanto semejante ocurre con los recortes de las transferencias y los servicios públicos del Estado del Bienestar, que han reducido de una manera muy marcada la protección y la seguridad laboral y social de la población, significando un deterioro muy acentuado de la calidad de vida de la mayoría de la ciudadanía.

 

La coaptación de las instituciones llamadas representativas por parte de las grandes empresas financieras y las corporaciones transnacionales

 

Estas políticas públicas se han aplicado para beneficiar a las grandes empresas financieras y empresariales (representadas en España por el IBEX-35), cuyo poder político y mediático es enorme. Un ejemplo de ello es que en pocos días la Constitución Española se modificó para escribir en piedra en dicho documento que el Estado español debe tener como primera responsabilidad en su quehacer cotidiano el pagar su deuda con los acreedores, la mayoría de la cual está poseída y/o gestionada por las instituciones financieras dominantes en España y en la UE.

 

Otro ejemplo de esta excesiva influencia de los intereses financieros e industriales es lo que ha estado ocurriendo con la empresa automovilística alemana, Volkswagen. Desde hace décadas, la comunidad científica internacional que trabaja en salud pública ha alertado del enorme peligro que representa para la salud de la población su exposición al muy tóxico dióxido de nitrógeno que se desprende de la utilización del diesel, siendo los automóviles y camiones los mayores generadores de dicha contaminación.

 

En EEUU, donde la protesta frente a esta situación fue más acentuada que en Europa, el gobierno federal ha ido presionando para que la dependencia del transporte en el uso del diesel vaya disminuyendo. En Europa, sin embargo, la industria del diesel se sacó de la manga el “nuevo diesel”, promocionándolo como no contaminante cuando, en realidad, desde el punto de vista de la toxicidad es incluso peor, debido a que las partículas a través de las cuales tiene lugar la contaminación son más pequeñas que en el diesel anterior, con lo cual su entrada y penetración en el cuerpo humano (hígado, riñones, pulmones y otros órganos) es incluso mayor.

 

La industria automovilística en general, y Volkswagen en particular, era plenamente consciente de ello. Y, por extraño que parezca, las agencias reguladoras de los Estados miembros de la UE también. No era desconocido que el diesel (incluido el nuevo) representaba una amenaza mayor para la salud que la gasolina. En realidad, el número de muertos debido a la exposición al diesel es mayor que el número de muertos debido a accidentes de tráfico como ha señalado Wolfgang Münchau, del Financial Times (09.11.15).

 

Como consecuencia de una mayor conciencia ecológica en EEUU que en Europa, la regulación ambiental es más estricta en aquel país que en el continente europeo. El máximo de emisiones permitidas en EEUU es de 40 microgramos de dióxido de nitrógeno por kilómetro. Los reguladores, sin embargo, han sido siempre mucho más laxos en Europa que en EEUU, permitiendo el doble, o sea, 80 microgramos. En realidad, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea están trabajando (con la ayuda del lobby del automóvil) para que sea 128 microgramos por kilómetro, más del triple de la norma estadounidense. El gobierno español presidido por el Sr. Rajoy ha sido uno de los gobiernos que han apoyado con mayor intensidad esta medida.

 

La complicidad de las mal llamadas instituciones democráticas en el ataque a la salud de los ciudadanos

 

La evidencia del enorme poder de tales lobbies (los más importantes son, además de la banca, las empresas farmacéuticas, las químicas y las del automóvil) en las instituciones llamadas democráticas europeas es contundente. En Bruselas, donde está la sede de la Comisión Europea, la presión de estos lobbies es la que configura la mayoría de normas que rigen la regulación de tales grupos de interés. En otras palabras, son estos lobbies los que prácticamente escriben las leyes.

 

Pero, por si ello no fuera suficiente, la industria automovilística ha utilizado todos los métodos para saltarse las normas (ya en sí mucho más laxas de lo que deberían ser). Y una manera de hacerlo ha sido incluyendo un software que permite falsificar las pruebas que se realizan para medir el grado de contaminación en los coches. En el laboratorio estadounidense donde se descubrió este software (y dado a conocer el pasado 23 de septiembre) la tasa real era 40 veces superior a la permitida.

 

La respuesta inmediata de la compañía Volkswagen, cogida in fraganti, fue que la instalación del software era desconocida por la dirección de dicha compañía (la caradura del mundo empresarial no tiene límites) y que solo afectaba a un número muy reducido de modelos de coche de Volkswagen. En realidad no eran unos pocos. Eran nada menos que 11 millones de vehículos, de los cuales 8,5 millones se habían vendido en la Unión Europea. El Presidente delegado de la compañía a nivel mundial nombró a un nuevo director que era el que dirigía la sección Porsche, que se consideraba limpia (hasta que se descubrió que los Porsche también tenían tal software).

 

Frente a esta realidad, uno esperaría que el gobierno español rápidamente hiciera un cambio de la Constitución, poniendo que la salud de la ciudadanía es el primer objetivo del Estado por encima de todo lo demás. Le aseguro que ello no pasará. No porque los gobiernos no sean capaces de aprobar documentos y leyes muy altisonantes que se leen muy bien y que no sirven para nada (la Constitución española está llena de normas que se ignoran constantemente, desde el derecho al trabajo a la obligación de aplicar las leyes que los propios políticos aprueban y que se saltan a la torera cuando les conviene). Pero usted no verá como el presidente y el jefe de la oposición se reúnen con nocturnidad y alevosía para cambiar la Constitución, pues no se sienten presionados por la población que, en general, ha caído en una especie de fatalismo.

 

La gente sabe lo que ocurre en el país, y de ahí la popularidad de los eslóganes del 15-M. Pero no creen que las cosas puedan cambiarse, sensación que reproducen los grandes medios de información y persuasión. Es cierto y es una nota de optimismo que las recientes elecciones municipales y las últimas legislativas han abierto nuevas vías y esperanzas que pueden cambiar el escenario. De ahí la importancia de cambiar urgentemente las instituciones políticas

 

La necesidad de movilización popular a nivel europeo

 

En realidad, cómo resolver la falta de democracia en España es relativamente fácil de ver. Debería romperse la ligazón del poder financiero y económico por un lado, con el poder político por el otro, impidiendo a la vez la relación entre el primero y el segundo a través también del control de los medios de información y persuasión por parte del poder financiero y económico.

 

La verdad de lo ocurrido, tanto en el caso de la crisis financiera (donde hemos visto el mayor caso de beneficencia pública a un colectivo –los bancos-) como en el caso de Volkswagen, ha sido difícil de conocer debido a que los mayores medios de información y persuasión (todos ellos, tanto los públicos como los privados) están financiados y/o influenciados por aquellos intereses. Hoy la primera reacción de los Estados y de las instituciones llamadas “democráticas” europeas ha sido el de proteger, no la salud de la ciudadanía, sino la salud de los equipos de dirección de la industria automovilística. Y un tanto parecido ha ocurrido en los mayores medios de comunicación. Y desde luego, le aseguro que nadie terminará en la cárcel. Y a esto lo llaman “democracia”.

 

Una última observación. Es sorprendente que en las elecciones del 20 de diciembre el partido más votado fuera el PP, un partido conservador-neoliberal perteneciente a las familias políticas europeas conservadoras-liberales, que son las familias más próximas y más defensoras del establishment económico-financiero (en España el IBEX-35) que han apoyado más a la banca y a la industria automovilística. Hoy el establishment político-mediático desea la continuación del gobierno del PP, con la ayuda de Ciudadanos, otro partido liberal, cuyo principal asesor económico es el más próximo al IBEX-35 de todos ellos. ¿Lo conseguirán? No hay que descartarlo, pues hay una enorme presión, desde la Casa Real a Wall Street, para que ello ocurra.

 

Desean por todos los medios parar esta creciente demanda de separar el poder financiero y económico del poder mediático-político, que transforma los últimos en meras correas de transmisión de los primeros. Estas presiones están centrándose en el PSOE, dividiéndolo para impedir que se establezca una alianza de izquierda a favor del cambio.

 

Mientras, estamos viendo la mayor campaña de agresividad y hostilidad que haya existido en Europa (desde la II Guerra Mundial) por parte del establishment político-mediático europeo, en contra de los partidos como Podemos e Izquierda Unida, En Comú Podem, Las Mareas y Compromís-Podem, que representan una alternativa. Tal agresividad, nunca vista antes,  muestra la inseguridad que la estructura de poder refleja promocionando la represión que siempre ha caracterizado a las fuerzas conservadoras y liberales frente a lo que perciben como una amenaza.

 

Esta avalancha requiere movilizaciones populares de todo tipo. Y es positivo que se creen plataformas que denuncien la falta de democracia en Europa, como la iniciada por el que fue en su día Ministro de Finanzas del gobierno Syriza en Grecia, el Sr. Varoufakis, plataforma y movimiento al cual he dado todo mi apoyo. Pero se necesita ir mucho más allá –como seguro los organizadores de tal campaña son conscientes- pues es urgente que se establezcan coaliciones con movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos, a nivel europeo, para transformar profundamente las instituciones de gobernanza de Europa, hoy controladas por el mundo del capital, para ponerlo al servicio de las clases populares de todos los pueblos y naciones de este continente.

publico.es

¿Es el crecimiento un imperativo del capitalismo?

El capitalismo sin crecimiento puede ser muy perverso pero no hay ninguna ley intrínseca que establezca que este sistema no pueda sobrevivir en un estado de recesión o estancamiento.

John Bellamy Foster ha publicado recientemente un excelente ensayo con el título "Marxismo y Ecología: Fuentes comunes de una Gran Transición". Foster  aboga por un (eco) socialismo del estado estacionario. Sostiene  que "un sistema de satisfacción de las necesidades colectivas basado en el principio de la suficiencia es obviamente imposible desde cualquier faceta, bajo el régimen de acumulación del capital". Y continúa: "el capitalismo como sistema está intrínsecamente orientado hacia la máxima acumulación posible y hacia el máximo flujo de materia y energía". "El crecimiento económico (en un sentido más abstracto) o la acumulación de capital (de forma más concreta) ... no pueden  existir sin resquebrajar el sistema Tierra". "La sociedad, particularmente en los países ricos, debe avanzar hacia una economía del estado estacionario, que requiere un cambio hacia una economía sin formación neta de capital".

 

En principio, estoy de acuerdo. Intuitivamente, y dada nuestra experiencia sobre el capitalismo, esta visión  tiene mucho sentido. El crecimiento económico apareció con el capitalismo, y se correlaciona con el crecimiento del uso de materiales y de energía en una proporción casi del 1:1. Pero permítanme ser un poco más escolástico con la intención de promover  y fortalecer (más que  de socavar) el argumento de Foster.

Para empezar, creo que tenemos que distinguir entre los diferentes conceptos que Foster introduce.

  • Primero, crecimiento del flujo de recursos, es decir, crecimiento del uso de energía y materiales.
  • Segundo, crecimiento económico, o sea, crecimiento del PIB (o de algún otro índice representativo del tamaño de la actividad productiva).
  • Tercero, acumulación del capital. Desde una perspectiva marxista, podemos definir el capital como dinero en busca de más dinero a través de la producción de mercancías - circuito D-M-D’ (dinero invertido en mercancías para ganar más dinero) y la acumulación de capital como el proceso de reinversión de la plusvalía en posteriores ciclos de valorización del capital.
  • Cuarto, el "capitalismo". Siguiendo el enfoque marxista de Foster (distinto del institucionalista, más centrado  en la propiedad privada, el trabajo asalariado y las entidades de crédito) se definiría como un sistema en el que el circuito  D-M-D ’es omnipresente y dominante (“el régimen de  acumulación de capital” de Foster).

 

Ahora bien, la vaguedad en evaluar el grado de "dominación", obviamente plantea  la difícil cuestión de si hay sistemas capitalistas que son menos capitalistas o más socialistas que otros (en Cuba, por ejemplo, ciertas partes de la economía permiten circuitos D-M-D’, pero eso no significa que haya un ‘régimen de acumulación de capital’). Esta es probablemente la razón por la que Marx evitó hablar de "capitalismo". Pero sin, al menos, alguna referencia, no podemos evaluar la tesis de Foster de que existe un imperativo de crecimiento dentro del capitalismo.

 

Foster afirma que el capitalismo está intrínsecamente orientado hacia el crecimiento del flujo de recursos o, más específicamente, que: a) el crecimiento económico está intrínsecamente ligado al crecimiento del flujo de recursos, y b) el capitalismo está intrínsecamente orientado al crecimiento económico. Veamos cada uno de estos apartados:

 

Crecimiento económico y crecimiento del flujo de recursos

 

Estoy de acuerdo en que el crecimiento económico va ligado al crecimiento de flujos de recursos y energía y que no existen ejemplos de desacoplamiento absoluto bajo el capitalismo. Esto se debe a que la producción, junto con el trabajo humano, utiliza materiales y energía. Los llamados “aumentos de productividad” implican  la sustitución de trabajo humano por combustibles fósiles (piensen en los tractores).

 

Sin embargo, la mayoría de economistas ambientales contestaría con el argumento de que es posible (aunque no se haya conseguido todavía) crecer de forma sostenible y a la vez  reducir el uso de materiales y de energía mediante el aumento de  la eficiencia,  sustituyendo energías  fósiles por  renovables  y con un cambio estructural desde  la producción primaria hacia los servicios de alto valor añadido, con lo que se podría producir más valor sin un aumento equivalente del flujo (piénsese en un restaurante con una estrella Michelin, o en una compañía online).

 

Yo respondería a este argumento economista que las ganancias en eficiencia sufren un “efecto rebote” (la “paradoja de Jevons”), ya que las ganancias de productividad se invierten en un mayor crecimiento; que los servicios incorporan un montón de energía y materiales, a menudo no contabilizados, que se importan desde otras partes del mundo; y que esta sustitución, mientras sea plausible, no supone un  crecimiento económico, ya que las fuentes renovables (o la energía nuclear) proporcionan mucha menos "energía neta" (energía producida menos energía  utilizada para su producción) que los combustibles fósiles y, por tanto, la productividad y el crecimiento se reducirán.

 

Pero: primero, mis argumentos son empíricos. No puedo establecer una "ley" intrínseca basada en la teoría económica, que demuestre de forma lógica  que el crecimiento y el flujo de recursos siempre estarán vinculados. Ahora bien, Foster propone ’una ley general y absoluta de la degradación del medio ambiente bajo el capitalismo’ aplicable  en cualquier lugar. Esto significa básicamente que los capitalistas, impulsados por la competencia,  buscarán explotar el medio ambiente de la forma más barata posible, y por lo tanto lo degradarán.

 

Téngase  en cuenta que  las “leyes marxistas”, tales como la tendencia del capital a explotar la mano de obra hasta su nivel de subsistencia, se entienden mejor como tendencias estructurales, en condiciones constantes de "los demás factores”, más que como  resultados inevitables (añadir que el resto de  factores no son  constantes  desde  el momento en  que la clase  trabajadora  puede organizarse y reclamar mejores condiciones y que un aumento de  la productividad puede reducir los costos de reproducir la clase obrera, o permite repartir parte de las ganancias al trabajador, etc.).

 

Del mismo modo, si las renovables se vuelven más baratas que los combustibles fósiles o si los servicios más ligeros en materiales terminan siendo más  rentables que las actividades intensivas en recursos, teóricamente podría ocurrir que el capitalismo llegase a  descarbonizarse / desmaterializarse. Creo que es poco probable que esto ocurra, pero todavía no creo que tengamos una ley que lo pruebe.

 

En segundo lugar, mis argumentos no son específicos del capitalismo. Se aplican a cualquier sistema alternativo concebible; el "crecimiento verde" es poco probable, ya sea bajo el capitalismo o el socialismo por los razones que ya expliqué (la paradoja de Jevons, los límites de sustitución y la baja energía neta de fuentes alternativas de energía). El desacoplamiento absoluto entre la economía y el crecimiento del flujo de recursos no se ha observado ni en  las sociedades capitalistas ni en ninguna de las variedades existentes en los países socialistas. Claro, que podemos imaginar un sistema socialista diferente de los existentes, que no tuviese que perseguir el aumento de PIB y que  pudiese redefinir lo que se entiende como bienestar, incluso lo que se entiende como ‘actividad economica’, pero lo que no podría hacer es, solo por cambiar el nombre, que la actividad económica y los flujos de materiales y energía pudieran continuar creciendo. Una sociedad ecosocialista tendrá que ser una ‘sociedad de abundancia frugal’, como la llamó Serge Latouche. 

 

"El imperativo del crecimiento" del capitalismo

 

El segundo argumento de Foster es que el capitalismo está intrínsecamente orientado al crecimiento económico. Esto depende de lo que entendamos por "orientado" e "intrínseco".

 

Si definimos el capitalismo como acumulación de capital y la acumulación de capital como crecimiento, entonces, por supuesto, el capitalismo está intrínsecamente orientado hacia el crecimiento económico. Pero esto sería una perogrullada semántica  que se daría de bruces ante la evidencia del registro histórico de las tasas variables de crecimiento en las economías capitalistas (a menos que concedamos al capitalismo una supremacía económica que no merece, con el argumento de que está destinado a crecer siempre a  largo plazo, salvo en los ciclos y las crisis periódicas).

 

Como Piketty nos ha recordado con citas de Austen y Balzac, el capital, en los siglos XVIII y XIX, gozaba de altas tasas de retorno al capital (5%) mientras que las economías  estaban  estancadas. Grecia ha perdido un tercio de su economía, pero al mismo tiempo se han conseguido enormes ganancias. El capitalismo no está funcionando bien en términos de acumulación agregada, pero los cambios institucionales bajo los dictados de la Troika amplían el reino del  D-M-D.

 

¿Cómo puede continuar la acumulación del capital sin crecimiento? En primer lugar, sabemos que el volumen del capital no solo  aumenta por  la producción de plusvalías, sino también por la desposesión  y la redistribución desde el  trabajo hacia el capital (austeridad, etc). Así, el capital puede crecer sin haber crecimiento económico, al menos hasta llegar el límite en que el trabajo cubra únicamente las necesidades básicas de subsistencia, punto muy alejado de aquel en que se encuentran las economías más desarrolladas.

 

En segundo lugar, incluso si la acumulación agregada de capital  está funcionando mal  y disminuye, una parte de los capitalistas van a seguir invirtiendo dinero y ganando más dinero (beneficios). Aunque algunos de ellos verán reducidos sus beneficios, otros podrán aumentarlos. Los capitales individuales, impulsados por la competencia, tratan siempre de obtener beneficios como nos dice Marx; pero esto no significa que siempre lo logren. Es perfectamente plausible que en una economía estancada o en recesión, existan muchos capitales individuales que continúen haciendo sus beneficios.

 

Lo que está sucediendo en Grecia es una mezcla de estas dos cosas. La acumulación de capital continúa en crecimiento negativo. La austeridad y las privatizaciones redistribuyen el valor a favor del capital y, mientras que los oligarcas y algunos capitalistas que han logrado sobrevivir aumentan sus beneficios, muchos otros han visto cómo sus beneficios se han reducido o bien han quebrado.

 

Cuando afirmo que un capitalismo sin crecimiento o en declive es plausible, no estoy lavando la cara ideológicamente al capitalismo ni tampoco estoy diciendo que un decrecimiento sostenible sea compatible con el capitalismo. Mi punto de vista es que no hay ninguna ley ’intrínseca’ que demuestre que el capitalismo o bien genera crecimiento o bien colapsa si no lo consigue. Un capitalismo sin crecimiento es posible, y es un capitalismo de rostro cruel y, de hecho, es cómo ha sido en muchos períodos y lugares: quiebras, desempleo, reducción de los niveles de vida, bienes comunes privatizados, desahucios y desigualdad creciente.

 

¿Hasta cuándo una economía capitalista puede soportar una ’Gran Depresión’ al estilo griego antes de que colapse y se convierta en alguna otra cosa mejor o peor? Probablemente una situación de depresión no puede prolongarse  indefinidamente, pero no hay ninguna "ley" económica que sugiera que el capitalismo va a llegar a su fin de forma natural, independientemente del impacto que puedan tener las luchas en favor de su transformación. El reconocimiento de una "ley" por sí sola, no nos dice mucho sobre la dirección y las características de esta transformación.

 

En conclusión, no hay ningún imperativo del crecimiento bajo del capitalismo en abstracto, sino sólo en un sentido muy concreto: sin crecimiento el capitalismo se vuelve inestable política y socialmente. El crecimiento desactiva los conflictos distributivos y hace más fácil la vida de los capitalistas. Es por esta razón  que es difícil imaginar naciones donde los poderosos intereses capitalistas reinen aceptando voluntariamente el decrecimiento o un estado estacionario. El crecimiento como objetivo es un imperativo del capitalismo, pero no su realización. Pero a medida que el crecimiento se vuelva más y más difícil de conseguir y el estancamiento se convierta en la nueva norma, se hace más verosímil la aparición de un contra-movimiento, la "revolución social y ecológica por el…. proletariado ambiental" que Foster propugna.

 

Traduccion del Inglés: Neus Casajuana

infolibre.es

¿Qué tienen en común el PP, Ciudadanos y CDC?

Vicenç Navarro
Autor del libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante (Anagrama, 2015)

 

Uno de los mayores problemas en el debate electoral que ya está teniendo lugar en España a raíz de la votación que determinará la composición de las Cortes Españolas y del gobierno español, es que la centralidad que el tema nacional está adquiriendo en este debate está ocultando el debate que debería ocurrir también a nivel económico y social. En la medida que estos temas aparecen, los medios de información minimizan las diferencias que existen en las ofertas programáticas de los distintos partidos políticos, sin mostrar el impacto tan desigual que la aplicación y desarrollo de las políticas públicas de las distintas propuestas tendrían en el bienestar y calidad de vida de la población.

 

Ello no deja de ser sorprendente, pues estas propuestas y sus consecuencias son fáciles de analizar. Cada uno de los partidos políticos pertenece a familias y tradiciones políticas existentes en Europa, muchas de las cuales han estado gobernando no solo en países de la Eurozona y de la Unión Europea, sino que también han sido dominantes en las instituciones del establishment europeo, tales como la Comisión Europea y el Parlamento Europeo. Existe evidencia más que suficiente para evaluar sus propuestas.

 

No es creíble, por lo tanto, el argumento de algunos partidos españoles, como los partidos conservadores (como el PP) y liberales (como Ciudadanos y CDC), que pertenecen a las mismas familias políticas conservadoras y liberales gobernantes en Europa, que indican que están aplicando, en contra de su voluntad, reformas laborales (que están causando un descenso salarial y un aumento de la precariedad) y recortando el gasto público social y privatizando los servicios públicos. Vimos recientemente al Presidente de la Generalitat de Catalunya, hoy en funciones, el Sr. Artur Mas,  diciendo que él, dirigente de un partido liberal, no era responsable de tener que recortar el gasto público social, atribuyéndolo a las presiones de Frankfurt (sede del Banco Central Europeo -BCE-), de Bruselas (sede de la Comisión Europea) y Madrid (sede del gobierno español). Que haya habido tales presiones no justifica que este gobierno, coherente con su ideología liberal (en realidad, neoliberal), haya ido aplicando lo que los partidos liberales siempre han deseado. La externalización de responsabilidades oculta que la mayor responsabilidad radica en la ideología de tales partidos. El PP, Ciudadanos, CDC y UDC continuarán fieles a las políticas de reformas neoliberales que han afectado el bienestar y calidad de vida de las clases populares. La evidencia de ello es abrumadora. Muchos analistas ya predijimos que las políticas del PP en España y de CDC en Catalunya causarían el daño que han producido. En realidad, las derechas han estado consiguiendo lo que siempre han deseado, es decir, el descenso de los salarios, la disminución de la protección social y la reducción del gasto público (incluyendo el social).

 

Las consecuencias de la continuidad de estas políticas liberales


El mayor peligro que se cierne sobre el bienestar de las clases populares de España es el establecimiento de un gobierno PP-Ciudadanos después del 20 de diciembre. Para aquellos lectores que consideren esta afirmación como partidista y exagerada, les aconsejo que se lean, no solo sus propuestas sobre el mercado laboral de ambos partidos, sino también las propuestas de reformas laborales de los mayores centros de investigación patrocinados y financiados por el IBEX-35 –como Fedea-, que ejercen una enorme influencia en el desarrollo del argumentario académico supuestamente científico que avala las propuestas de tales partidos, los cuales las llevarán a cabo, no ahora, sino después del día de las elecciones. Lo que hoy promueve Fedea, por ejemplo, mañana lo propondrán aquellos partidos. Léanse los artículos del blog Nada es Gratis, respaldado durante mucho tiempo por Fedea (la fundación del IBEX-35) y fundado, entre otros, por el que hoy es asesor de Ciudadanos, el Sr. Luis Garicano, y podrán leer el futuro que le espera a España. En realidad, tales reformas fueron impuestas por la Troika (el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el BCE) a España, y muy en especial a Grecia en el rescate de 2010, y más tarde de 2012.

 

Bajo el supuesto de que el problema mayor que tenía Grecia era la falta de competitividad (como resultado de unos salarios supuestamente hipertrofiados y de una protección social -incluidas las pensiones– excesiva) se exigieron, como condiciones para el rescate bancario (que, por cierto, fue primordialmente un rescate a las bancas alemana, francesa y española, que estaban llenas a rebosar con deuda pública del Estado griego), una serie de cambios que incluyeron, además de enormes recortes del gasto público (y muy en particular del gasto público social), unas reformas de los convenios colectivos que debilitaron enormemente a los sindicatos de clase, es decir, a los sindicatos que representaban a todos los empleados y trabajadores, independientemente de que estos estuvieran o no incluidos en tales acuerdos.

 

                                           

¿Qué hicieron los partidos hermanos del PP y de Ciudadanos en Grecia?


Estas reformas, llevadas a cabo por los partidos gobernantes griegos que pertenecían a las mismas familias políticas (la conservadora y la liberal) a las que pertenecen tanto el PP como Ciudadanos y CDC, consistieron en una descentralización de los convenios colectivos, de manera que los convenios locales y sectoriales pasaron a tener más protagonismo que los convenios que abarcaban a toda la población laboral. Es más, en contra de lo que exigían los convenios laborales anteriores, sustituidos por estos nuevos, los convenios laborales locales y sectoriales podían reducir los beneficios y los salarios acordados a nivel nacional. Se estimuló también el establecimiento de organismos profesionales que sustituyeran a los sindicatos en las negociaciones colectivas, creando grandes fisuras dentro del movimiento reivindicativo laboral. Y el salario mínimo podría reducirse por orden ministerial, sin atender a los acuerdos que se alcanzaran en los convenios colectivos. Como consecuencia de esta medida, los salarios descendieron nada menos que un 20%, un descenso desconocido en cualquier otro país. Todas estas medidas han sido propuestas por el blog Nada es Gratis.


La victoria de Syriza en 2014 cambió esta situación. Los convenios colectivos nacionales no podían ser sustituidos por otros a nivel local o sectorial que redujeran sus beneficios, reforzando además el papel de los sindicatos en las negociaciones colectivas, medidas todas ellas altamente populares que la Troika está intentando de nuevo eliminar, encontrándose con una gran resistencia por parte del gobierno para llevarlo a cabo. Ello ha dado pie a un debate a nivel europeo entre la Troika, por un lado, y la OIT (la Organización Internacional del Trabajo) y la Asociación de Sindicatos Europeos por el otro, sobre el papel de los sindicatos hoy en Europa. Incluso la Dirección General de Empleo de la Comisión Europea ha tenido que reconocer que aquellos países que han podido enfrentarse a la crisis en mejores condiciones han sido precisamente aquellos con sindicatos más fuertes y con convenios colectivos más regulados y desarrollados, que engloban a la totalidad de trabajadores (ver “Greek Collective Bargaining After the Third Memorandum”, de Thorsten Schulten, Social Europe Journal, 09.11.15). Pues bien, el blog Nada es Gratis ha hecho propuestas para debilitar a los sindicatos.

 

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publico.es

La España que bosteza te helará el corazón

Poco recuerdan algunos la corrupción y los recortes del gobierno. Ahora sólo les importa la unidad frente al secesionismo y la seguridad frente al terror. Nada como la amenaza exterior para favorecer al PP

Hay una España que muere y otra que bosteza, escribió Machado y es triste comprobar que sigue siendo cierto más de un siglo después. Hay una España a la que le aburre mortalmente la España que se muere. Es la España que hace que el PP siga encabezando todas las encuestas. Parece que le resbala que el Gobierno nos haya convertido en el segundo país de Europa con más desigualdad, paro, contratación temporal, pobreza infantil y riesgo de exclusión y el primero en desempleo juvenil. Esa España bosteza mientras sube la temporalidad y el paro de larga duración, caen los salarios y el número de parados que reciben subsidio y la deuda española alcanza el 100% del PIB. A la España que se muere, la España que bosteza le suelta esa frase que erróneamente se le adjudica a María Antonieta: “Que coman pasteles”.

 

De la alegre y despreocupada reina francesa dicen los historiadores que no era tanto una insensible como una ignorante que desconocía las penurias de su pueblo. Pongamos entonces por caso que el problema de la España que bosteza es que no lee o se deja engañar por la prensa partidista y el PP cuando le dicen que España va bien, aunque lo nieguen los datos de la Unión Europea y la OCDE. Para lo que no tienen excusa es para la corrupción. No pueden decir que no se han enterado de lo de Bárcenas, Rato, Bankia la Gürtel, la Púnica, las tarjetas black, la financiación ilegal, la destrucción de pruebas o la remodelación de Génova en B. O les da igual o piensan que son todos iguales o no se acuerdan cuando van a votar, o sea, que la España que bosteza tiene poca memoria o poca vergüenza.

 

No pueden decir que no se han enterado de lo de Bárcenas, Rato, Bankia la Gürtel, la Púnica, las tarjetas black, la financiación ilegal, la destrucción de pruebas o la remodelación de Génova en B

 

Nada de esto se recuerda ya. Ahora solo importa salvaguardar la unidad frente al secesionismo y garantizar la seguridad frente al terror. No hay nada como la amenaza exterior para favorecer al PP en la campaña. Es un pegamento que anestesia el pasado y une en torno al Gobierno, como bien dijo Gabilondo ayer. Rajoy solo tiene que apelar a la unidad y la seguridad, valores del derechismo, y esperar que le lluevan los votos. Es cierto que han perdido la mitad de los que tenían por el camino, pero resulta sorprendente que siga ganando en las encuestas el partido de la corrupción, la desigualdad y los recortes de derechos y libertades. Qué tiene que pasar para que no gane el PP en este país.

 

El Salvados de este domingo daba en el clavo con las claves: la izquierda no ha hecho los deberes y ha decepcionado a sus votantes, la clase obrera no sabe que hay una lucha de clases ni siquiera sabe que es clase obrera y el pensamiento dominante ha conseguido implantar la idea de que solo la derecha puede sacarnos de aquí. La hegemonía ha sido tan eficaz que hay clase trabajadora que piensa que la clase pudiente va a ayudarles a salir, aunque los hechos demuestran lo contrario. Los medios del régimen han sido muy persuasivos. Incluso la España que muere tiene miedo al cambio porque teme morirse aún más. Los medios de masas construyen los miedos de masas.

 

Pero ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, como dijo Machado. Españolito, no dejes que muera. Este 20 de diciembre, no dejes que la España que bosteza te hiele el corazón.

 

Hoy a las 12h, hablamos de las cloacas del sistema con su crítico más feroz, Gregorio Morán, que reedita sin las censuras de la primera edición, su polémico libro 'El Precio de la Transición'.

 

En directo en  http://carnecruda.es 

Los nuevos Estados de vigilancia

Ignacio Ramonet – Consejo Científico de ATTAC España

 

La idea de un mundo situado bajo “vigilancia total” ha parecido durante mucho tiempo un delirio utópico o paranoico, fruto de la imaginación más o menos alucinada de los obsesos de la conspiración. Sin embargo, hay que reconocer la evidencia: vivimos, aquí y ahora, bajo la mirada de una especie de imperio de la vigilancia. Sin que lo sepamos, cada vez más nos observan, nos espían, nos vigilan, nos controlan, nos fichan. Cada día, nuevas tecnologías se refinan en el seguimiento de nuestro rastro. Empresas comerciales y agencias publicitarias registran nuestra vida. Pero, sobre todo, bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo o contra otras plagas (pornografía infantil, blanqueo de dinero, narcotráfico), los Gobiernos –incluidos los más democráticos– se erigen en Gran Hermano y ya no dudan en infringir sus propias leyes para espiarnos mejor. En secreto, los nuevos Estados orwellianos buscan establecer ficheros exhaustivos de nuestros contactos y de nuestros datos personales tal y como figuran en diferentes soportes electrónicos.

 

Tras la ola de ataques terroristas que ha golpeado, desde hace algunos años, ciudades como Nueva York, París, Boston, Ottawa, Londres o Madrid, las autoridades no han dudado en utilizar el gran pavor de las sociedades conmocionadas para intensificar la vigilancia y para reducir más la protección de nuestra vida privada.

 

Entendámonos: el problema no es la vigilancia en general, es la vigilancia masiva clandestina. Es evidente que, en un Estado democrático, las autoridades cuentan con toda la legitimidad, basándose en la ley y con la autorización previa de un juez, para poner bajo vigilancia a cualquier persona que consideren sospechosa. Como dice Edward Snowden: “No hay ningún problema si se trata de poner bajo escucha a Osama Bin Laden. Siempre que los investigadores tengan que disponer del permiso de un juez –un juez independiente, un juez auténtico, no un juez secreto–, y puedan probar que existe una buena razón para emitir una orden, entonces pueden llevar a cabo ese trabajo. El problema se plantea cuando nos controlan a todos, en masa, todo el tiempo y sin ninguna justificación” (1).

 

Con ayuda de algoritmos cada vez más perfeccionados, miles de investigadores, de ingenieros, de matemáticos, de estadistas y de informáticos buscan y clasifican la información que generamos sobre nosotros mismos. Satélites y drones de mirada penetrante nos siguen desde el espacio. En las terminales de los aeropuertos, escáneres biométricos analizan nuestros andares, “leen” nuestro iris y nuestras huellas digitales. Cámaras de infrarrojos miden nuestra temperatura. Las pupilas silenciosas de las cámaras de vídeo nos escrutan en las aceras de las ciudades o en los pasillos de los hipermercados. También siguen nuestra pista en el trabajo, en las calles, en el autobús, en el banco, en el metro, en el estadio, en los aparcamientos, en los ascensores, en los centros comerciales, en las carreteras, en las estaciones, en los aeropuertos…

 

Cabe señalar que la inimaginable revolución digital que vivimos, que ya ha transformado tantas actividades y profesiones, también ha trastornado totalmente el ámbito de los servicios de información y de la vigilancia. En la época de Internet, la vigilancia ha pasado a ser algo omnipresente y perfectamente inmaterial, imperceptible, “indetectable”, invisible. Además, se caracteriza técnicamente por una simplicidad pasmosa. Se acabaron los trabajos de albañilería para instalar cables y micrófonos, como en la célebre película La Conversación (2), donde podíamos ver cómo un grupo de “fontaneros” presentaba, en un Feria consagrada a las técnicas de vigilancia, ‘chivatos’ más o menos elaborados equipados con cajas rebosantes de cables eléctricos que había que esconder en los muros o en el suelo…

 

Varios estrepitosos escándalos de esa época –el caso Watergate en Estados Unidos, el de los “fontaneros deLe Canard enchaîné” en Francia–, fracasos humillantes para las oficinas de los servicios de información, demostraron los límites de estos antiguos métodos mecánicos, fácilmente detectables y localizables.

 

Hoy en día, poner a alguien bajo escucha ha pasado a ser algo de una facilidad desconcertante. Al alcance del primero que llega. Una persona normal y corriente que quiera espiar a alguien de su entorno puede encontrar en venta libre en el comercio un amplio abanico de opciones: nada menos que media docena de programas informáticos para espiar (mSpy, GsmSpy, FlexiSpy, Spyera, EasySpy) que “leen” sin problemas los contenidos de los teléfonos móviles: mensajes de texto, correos electrónicos, cuentas en Facebook, Whatsapp, Twitter, etc. Con el auge del consumo en línea, la vigilancia de tipo comercial también se ha desarrollado enormemente, dando lugar a un gigantesco mercado de nuestros datos personales, que se han convertido en mercancías. Durante cada una de nuestras conexiones a una página web, las cookies guardan el conjunto de las búsquedas realizadas y permiten establecer nuestro perfil de consumidor. En menos de veinte milésimas de segundo, el editor de la página visitada vende a los posibles anunciantes la información que nos concierne revelada por las cookies. Apenas unas milésimas de segundo más tarde, la publicidad que se supone que causa más impacto en nosotros aparece en nuestra pantalla. Y así quedamos ya fichados definitivamente.

 

De alguna manera, la vigilancia se ha “privatizado” y “democratizado”. Ya no es un asunto reservado sólo a los servicios estatales de información. Pero, a la vez, la capacidad de los Estados en materia de espionaje masivo ha crecido de modo exponencial. Y esto también se debe a la estrecha complicidad entablada con las grandes empresas privadas que dominan las industrias de la informática y de las telecomunicaciones. Julian Assange lo afirma: “Las nuevas sociedades como Google, Apple, Amazon y, más recientemente, Facebook han tejido estrechos vínculos con el aparato de Estado en Washington, en particular con los responsables de Asuntos Exteriores” (3). Este Complejo de la seguridad y de lo digital –Estado + aparato militar de seguridad + industrias gigantes de la Web– constituye un auténtico imperio de la vigilancia cuyo objetivo, muy concreto y muy claro, es poner Internet, todo Internet y a todos los internautas bajo escucha. Para controlar la sociedad.

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attac.es

Tierra quemada

Nadie parece caer en la cuenta de la devastación que ha sufrido nuestro país en todo lo relacionado con la educación, la cultura y el conocimiento

 

ANTONIO MUÑOZ MOLINA 23 OCT 2015

En las evaluaciones sobre estos últimos años nadie parece caer en la cuenta de la devastación que ha sufrido nuestro país en todo lo relacionado con la educación, la cultura y el conocimiento. En los programas electorales que van adelantándose en los simulacros de debates políticos de la televisión tampoco parece que haya sitio para reflexionar sobre esos problemas, y ni siquiera para mencionarlos. La política consiste sobre todo en hablar a gritos de política. El declive de la enseñanza pública ya no es ni siquiera noticia, a no ser que un profesor resulte gravemente agredido por un papá o una mamá que no hacen nada por educar a su hijo, pero no toleran que la criatura se lleve el más tenue sinsabor en el aula. Un ministro de Educación frívolo y chulesco se fue a París con un cargo opulento dejando a otros la tarea de poner en marcha la nueva ley inútil, confusa y no debatida ni pactada con nadie. Que la ley borrara la Filosofía de la enseñanza no quiere decir que fuera favorable al conocimiento científico. El analfabetismo unánime sigue siendo la gran ambición de la clase dirigente y de la clase política en España.

 

Un profesor universitario de letras que acaba de jubilarse por abatimiento me cuenta que se cansó de corregir las faltas de ortografía de muchos estudiantes con la misma dedicación que si diera clases en Primaria; profesores de ciencias me dicen que hay cada vez menos alumnos en las carreras de Física o Química. En cualquier capital extranjera donde he estado en el último año me encuentro con los mejores entre los que sí han aprendido: descubren la sorpresa de trabajar en atmósferas favorables a la investigación y al estudio, sin el castigo agotador de ir contracorriente; en la mayor parte de los casos aceptan con melancolía la evidencia de que si quieren progresar en lo que hacen, el precio será no poder regresar. Grave es que los nativos tengan vedado el regreso, pero igual de grave es que no haya posibilidad de atraer al talento forastero. Nada es más fácil que un gran matemático de Nueva Delhi encuentre un puesto en una universidad de California, pero es muy probable que ni al más brillante profesor de la Universidad de Jaén se le abra nunca la posibilidad de conseguir una plaza en la de Murcia.

 

Del presidente del Gobierno se sabe que es lector del diario Marca y deLa catedral del marEl ministro de Justicia declara que la tortura pública del toro de Tordesillas es una noble tradición cultural. Las únicas tradiciones culturales que se preservan son las que contienen residuos de barbarie o de oscurantismo religioso. El ministro de Economía y el ministro de Hacienda se aseguran de arruinar el teatro con un IVA del 21%. Las televisiones públicas dedican sus mejores horarios al fútbol, a los chismes del corazón y al adoctrinamiento identitario. Se dan ayudas públicas a los bancos y a los fabricantes de coches, pero no a la industria del libro ni a las librerías. Lo que han hecho por los libros estos Gobiernos recientes es cancelar las compras para las bibliotecas. En las de los Institutos Cervantes no hay novedades de los últimos años, y hace tiempo que se cancelaron las suscripciones a las revistas culturales. El desguace de la capacidad de acción cultural de los Cervantes y su sometimiento cada vez mayor a presiones de políticos y diplomáticos es uno de tantos desastres ocultos de estos últimos años.

 

Hace unos días, en este mismo periódico, Diego Fonseca contaba la historia vergonzosa del legado de Santiago Ramón y Cajal. Treinta mil objetos que atestiguan la vida, los logros científicos y los intereses variados de uno de los grandes héroes intelectuales de nuestro paísestán arrumbados en una sala de reuniones en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas: sus papeles, sus fotografías, sus diplomas, sus dibujos prodigiosos, sus microscopios, los objetos que tocaron sus manos y formaron parte de su vida. Entre 1984 y 1997 esos tesoros habían estado amontonados en un sótano. El deterioro de materiales tan frágiles como manuscritos y placas fotográficas es irreversible. Quién imagina que pudiera suceder algo parecido en Francia con el legado de Pasteur, con el de Darwin en Inglaterra. El año pasado Javier Sampedro informó de la desaparición escandalosa de la mayor parte de la correspondencia de Cajal: 12.000 cartas que atestiguarían su vida privada y sus intercambios incesantes con los mejores neurólogos de su época. El profesor Juan Antonio Fernández Santarén, editor de esa correspondencia, ha denunciado la cadena de irresponsabilidades, de negligencia, de pura desvergüenza, que hizo posible tal despojo: alguien robó en 1976 unas 15.000 cartas depositadas en el CSIC. Unas 3.000 cayeron en manos de un librero de viejo, que al menos tuvo el gesto de vendérselas a la Biblioteca Nacional. De las demás no hay ni rastro.

 

He estado leyendo estos días losRecuerdos de mi vida de Cajal, en una excelente edición del profesor Fernández Santarén. En ese libro están algunas de las mejores páginas memoriales que se han escrito en España. Es el relato de un largo aprendizaje, heroico en su amplitud y en su dificultad, el de un chico travieso y rebelde de pueblo, en un país atrasado y deshecho por convulsiones políticas, que descubre primero su amor por los animales, por la botánica y el dibujo, y luego su vocación científica, en la que es decisiva su curiosidad congénita y su talento de artista. Llegado a la investigación justo después de los hallazgos formidables de Darwin y Pasteur, Cajal estableció algunos de los cimientos sobre los que todavía se sostienen la biología y la neurociencia. Si nuestra cultura científica no mereciera más desprecio todavía que la literaria o la artística, seríamos conscientes de que Cajal es una de las pocas figuras de verdad universales que ha dado nuestro país: como Cervantes, o García Lorca, o Picasso, o Manuel de Falla, o Velázquez.

 

A Cajal su educación como dibujante y su sentido estético le ayudaron a dilucidar la anatomía fantástica de las neuronas. Y su mirada de científico le permitió juzgar con más lucidez que cualquiera de los santones del 98 los motivos del atraso español e imaginar políticas sensatas para empezar a remediarlo. Cajal vivió como oficial médico la primera guerra de Cuba y no olvidó nunca los efectos terribles de la frivolidad política, la incompetencia militar, la corrupción que enriquecía a oficiales e intermediarios con el dinero robado a la alimentación y a la salud de los soldados, que morían de malaria y disentería en hospitales inmundos. En su adolescencia asistió a la hermosa revolución liberal de 1868, tan rápidamente malograda; tuvo una vida tan larga que vio también en su vejez la otra ilusión renovadora de la II República. Hasta sus últimos días vindicó los mismos ideales prácticos que lo habían sostenido en su aprendizaje de científico y de ciudadano: curiosidad, educación, esfuerzo disciplinado, ambición lúcida, patriotismo crítico. Que la mayor parte de sus cartas se haya perdido y que su legado permanezca arrumbado en un almacén es una calamidad y una desgracia, pero también es un síntoma de todo lo bajo que hemos caído, de todo lo más bajo que todavía podemos caer.

 

elpais.com

El gran problema

Suele darse la curiosa coincidencia de que cuanto más arriba está un individuo en la escala de prestigio neoliberal más siniestro y miserable

Mar Espinar

 

Suelo leer con asiduidad lo que escriben las personas que dicen estar en mis antípodas ideológicas. Lo hago con aptitud abierta de persona demócrata y actitud crítica de adversaria preparada para el combate. Es un ejercicio rutinario, mi Tai chi personal (porque el Tai chi es una arte marcial, no lo olvides). Siempre aprendo algo. Para escapar del león hay que conocer al león. Y el león es rápido y fuerte.

 

Lo que más me llama la atención de los planteamientos, disertaciones y rebuznos neoliberales que salpican los medios de comunicación es que todos confluyen en un mismo punto: la falta de humanidad. Regalan lecciones de moral a la sociedad (una moral que ellos incumplen sistemáticamente); lanzan augurios acerca de las ventajas de su modelo de convivencia (unos parabienes que se deshacen como papel mojado para la mayoría de la población); repiten mantras  de blancos y negros con la dedicación del fanático (el trabajador es malvado mientras que el empresario es un caballero andante, los funcionarios son vagos en tanto que el sector privado es paradigma de la eficiencia); extienden sus plumas de pavo real para demostrar que el éxito es posible si te esfuerzas (la prepotencia y la chulería de sus gestos, de su lenguaje no verbal, como señas de identidad). Construyen, en definitiva, castillos de naipes usando datos, previsiones y cifras. Los construyen una y otra vez con la tozudez del tonto, porque la realidad se los derriba con la inflexibilidad de la ciencia física. Hablan de prosperidad, competitividad, productividad y libertad a cada instante. Pero nunca le añaden el adjetivo “humano”. No certifican sus operaciones con la prueba del 9 social. Me desespera su falta de memoria a corto plazo. A largo plazo ya ni lo intento.

 

Llegados a este punto la cuestión se bifurca. Están aquellos que se lo creen (como yo me creo la socialdemocracia) y aquellos que no se creen ni una palabra de lo que están diciendo. Los primeros cometen lo que yo considero el error de no seguir la frase de Bertolt Brecht: “cuando uno muera no se trata de haber sido bueno sino de haber dejado un mundo bueno”.  A este tipo de personas dedico parte de mi labor política sin caer nunca en el proselitismo. Procuro, eso sí, sacarles del reverso tenebroso de la fuerza con argumentos intelectuales y coherencia vital. A veces lo consigo, otras no. Hay algunos que hasta te hacen dudar por unos segundos, como si en un combate de boxeo que sabes vas a ganar de pronto recibieras un buen directo que no te tumba, pero te hace ver las estrellas.

 

Ahora bien, también digo: ¡qué triste es la sociedad que denuesta, se burla y recela de quienes amamos la filosofía, de quienes tenemos vocación por transformar la sociedad pensando en los que peor lo pasan! A día de hoy, a poco que hables de temas profundos, utilizando palabras serias que no sean caca, culo, pedo, pis, fútbol y casta te llaman pedante o sinvergüenza (si eres política, claro). No digo yo que salgamos con una sábana blanca alrededor de nuestro cuerpo al ágora todos los atardeceres, pero de ahí a contentarnos con dar credibilidad de peso pesado a verdaderos pesos plumas y no dar un paso hacia delante hay un trecho, ¿no?

 

El otro tipo de personas me parece despreciable. Y suele darse la curiosa coincidencia de que cuanto más arriba está un individuo en la escala de prestigio neoliberal más siniestro y miserable es, expresidentes del Gobierno, exministros, banqueros, poderosos empresarios, y ejecutivos de grandes compañías automovilísticas, etc… Y aquí radica el gran problema. Hay que despertar a la buena gente para que deje de admirar a esta caterva de coprófagos que se enriquecen con las debilidades de las personas. Y hay que despertar a la buena gente con cierta calma, para que no se asusten de nosotros. Eso sí, la alarma ya ha sonado. Puedes llamarme pedante si quieres (sinvergüenza, no te lo admito) pero al conde de Saint-Simon le despertaban al grito de: “¡Arriba, señor conde, que tiene grandes cosas que hacer!”. Así me gustaría despertar a la buena gente. Un saludo.

 

Mar Espinar es concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid

elplural.com

‘Operación Lozano’: apuntes para una “autocrítica”

Si algo ofende especialmente a esa inmensa mayoría honrada que compone la militancia de cualquier partido político es el desparpajo con el que se imparten lecciones desde el espacio exterior acerca de lo que deben o no deben hacer y pensar los militantes. “¡Te voy a hacer tu autocrítica, camarada!”, contaba Jorge Semprún que solía gritarle otro miembro del comité central del PCE. Pero al menos quien le gritaba era Tano, otro viejo militante curtido en la clandestinidad. Pedro Sánchez ha fichado a Irene Lozano, hasta anteayer diputada de UPyD, para que le haga al PSOE la autocrítica, por la vía de encargarse nada menos que de "una auditoría democrática” y como “símbolo” de que el cambio en el proyecto socialista es “serio y creíble”, según la explicación de la propia Lozano.



Para no caer en el vicio de pretender hacerle a otro su “autocrítica”, los apuntes que siguen responden casi literalmente a las impresiones que nos trasladan militantes socialistas, dirigentes actuales y exdirigentes del PSOE, sobre la llamada operación Lozano con la que Sánchez ha sorprendido a los propios y ha alegrado bastante la semana (y quizás la inminente campaña electoral) a los adversarios.



1.- Con esta apuesta personal, ejecutada sin disimulo como un dedazo, Pedro Sánchez confirma que se juega su vida o muerte política a la única carta de las generales del 20-D. Si gana o puede gobernar mediante pactos, nadie se acordará del asunto y hasta podrá presumir de audacia política. Si pierde está acabado, al menos en el PSOE. (“Siempre podría fichar por Ciudadanos”, bromea con un sarcasmo dolido un diputado que repite en las listas aprobadas este sábado por el Comité Federal).

 

 

 


2.- Pedro Sánchez ha esperado al penúltimo día antes de la cita de ese Comité Federal para colocar la bomba Lozano, directamente y sin periodo de "desintoxicación", en el número 4 de la lista por Madrid, “porque yo lo valgo”, a sabiendas de que la cúpula dirigente del partido no tiene otro remedio a dos meses de las generales que asumir lo que considera un despropósito y minimizar en lo posible los efectos secundarios.



3.- Y las consecuencias de la operación ni siquiera son tan relevantes como las causas que desvelan. Puede confiarse en que el fenomenal cabreo interno en el PSOE quede enterrado por “la piña” que se exige ante una cita electoral crucial, pero resulta imposible ganar credibilidad con fórmulas que colocan de forma indubitada la cosmética por encima de la ética.



4.- Sánchez sostiene que el fichaje de Lozano representa su convicción de que hay que “abrir el PSOE a la incorporación de personas progresistas dispuestas a cambiar España y cambiar el partido”, según ha declarado a eldiario.es. No ha aclarado Sánchez en qué consiste exactamente el “cambio” que representa Irene Lozano. Y no nos referimos al ejercicio de hemeroteca en el que Lozano aparece hace tres cuartos de hora acusando al PSOE de ejercer la “antipolítica”, de “amparar la corrupción” o de tener como ideal “una mezcla de Suiza y Sicilia”. Lozano ha escoltado a Rosa Díez en la defensa de una unidad rocosa de España, que exigía incluso retirar a las comunidades autónomas sus competencias en Sanidad y Educación. ¿Cómo casa esa idea de España con el modelo federal que propone el PSOE en su declaración de Granada y que Lozano se ha hartado de calificar como “ambigüedad calculada” y “cesión a los nacionalismos”?



5.- Desde el entorno de Sánchez se intenta diluir el efecto de la bomba Lozano comparándola con antecedentes como los fichajes de Fernández Ordóñez, el juez Garzón o Rosa Aguilar. Desde muy diferentes sensibilidades del partido, la conclusión es idéntica: recurrir a ejemplos de “la prehistoria” ya indica la debilidad del argumento. Tiene lógica acoger a una filósofa y catedrática de Ética como Victoria Camps para plantear una “regeneración democrática” desde un comité de expertos. Irene Lozano es una excelente periodista y una rigurosa filóloga. Pero no es un referente ético del electorado sino una rival política del PSOE que deja su acta de diputada de UPyD para firmar instantáneamente como número cuatro de la lista de Sánchez. 



6.- Quienes se colocan las gafas del sectarismo para proclamar su indignación ante el calificativo de “tránsfuga” para Irene Lozano deberían repasar el diccionario de la Real Academia, el pacto antitransfuguismo o el simple sentido común, y hacerse una sola pregunta: ¿qué estaría diciendo el PSOE si el PP fichara como número cuatro por Madrid a Irene Lozano? Por supuesto que Lozano no es Tamayo. ¡Faltaría más! Pero equiparar el caso a los citados o este fichaje al de Ángel Gabilondo son ganas de ofender la inteligencia.



7.- Sin embargo, llueve sobre mojado en lo que respecta a la credibilidad de la “renovación democrática”. Pedro Sánchez liquidó a Tomás Gómez y lo sustituyó precisamente por Gabilondo pasándose por el arco del triunfo su aclamada defensa de las primarias como Redoxón del acercamiento del PSOE a las exigencias de la regeneración. Aunque se acepte el acierto en términos electorales, nadie puede negar que la ejecución política de Gómez destrozó la credibilidad del PSOE como avanzadilla y defensor de la democracia interna de los partidos en España.



8.- En aquella difícil tesitura, cuentan desde el propio núcleo dirigente socialista que Felipe González recomendó a Pedro Sánchez (en presencia de dos altos ejecutivos del Grupo Prisa) lo siguiente: “Tira adelante; en el partido se acojonarán y no pasará nada; tú mandas”. A corto plazo resulta indiscutible la eficacia del consejo. Este mismo sábado se ha comprobado: cierre de filas y acatamiento general de la operación Lozano, con el sonoro silencio del PSOE andaluz, a la espera de lo que ocurra el 20-D.



9.- Por encima de los intereses personales de quien va o no va en una lista o es desplazado de la primera fila del partido: ¿aporta el fichaje de Lozano votos a la opción del PSOE y frena la posibilidad de continuismo del PP? Nadie lo sabe, pero de momento ha contribuido a dar una enorme alegría al equipo de Rajoy. Una semana en la que dos ministros principales, Montoro y Margallo, se han lanzado a una pelea del barro; una semana en la que el PP vasco se ha roto y ha dejado a Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría retratadas en otra pelea del barro; una semana en la que Bruselas confirma que los Presupuestos presentados por Rajoy son una filfa; una semana en la que alguien en el Grupo Popular tiene la genial idea de resumir la estrategia del PP en un vídeo insultante para médicos, enfermeras, pacientes y contribuyentes en general… Una semana en la que el PSOE (y cualquier otra opción de gobierno) sólo debía demostrar más solidez que lo que hay… Llega Sánchez y tapa todas las desnudeces del principal adversario con una “ocurrencia” cuyos daños colaterales se desconocen. Rajoy cerró exultante este sábado en Toledo una semana que habría sido más negra que azul: “Nosotros no nos prestamos a fichajes de última hora para que nos regeneren”. (Prepárese el PSOE de aquí a diciembre).



10.- Todos y cada uno de los estudios sociológicos más sólidos sobre la situación política recomendaban al PSOE una prioridad para no hundirse: un relato alternativo al de la falacia del discurso único neoliberal y al sometimiento a los dictados de Berlín y Bruselas. Una solidez argumental que pudiera interpretarse como alternativa de Gobierno. Sánchez propuso hace justo un año revocar la reforma del artículo 135 de la Constitución que Zapatero pactó con Rajoy en el verano de 2011. Nunca más se supo, después de que Pedro Sánchez tuviera que ver en el espejo que él mismo votó aquella reforma y hasta participó en reuniones con el PP para negociarla. Sánchez propuso hace unos días derogar por decreto la reforma laboral del PP pero sin tocar las indemnizaciones por despido, aunque en sólo unas horas rectificó para aclarar que no derogará esa reforma laboral ni tampoco elevará la indemnización por despido, cosa (nada menor) que deja al albur de la negociación entre los agentes sociales.



11.- Si había (y hay) una parcela en la que Rajoy y el PP están acorralados por méritos propios es la credibilidad en la lucha contra la corrupción. Por más que el presidente del Gobierno lo intente, sus SMS a Bárcenas y sus esfuerzos por ralentizar u obstaculizar las investigaciones judiciales delatan la negativa del partido gobernante a asumir responsabilidades políticas. Tiene tarea inmediata Irene Lozano en el PSOE. El carajal en el que ha entrado Pedro Sánchez sobre las exigencias de regeneración es notable. Para Griñán y Chaves por su imputación en los ERE’s, Sánchez exige la renuncia inmediata a todos sus cargos; para su apuesta personal en Galicia, José Ramón Gómez Besteiro, miembro también de la Ejecutiva Federal socialista, Sánchez prefiere esperar a que se abra juicio oral pese a que el implicado confiese haber pagado 36.000 euros en efectivo a un constructor y pese a estar imputado por delitos de prevaricación, tráfico de influencias, cohecho y contra la ordenación del territorio. Esta brújula loca respecto a la corrupción ha facilitado, de hecho, el encaje de bolillos que Sánchez ha practicado para ubicar a Irene Lozano en la lista por Madrid. El mismo viernes, Pablo Bellido, secretario provincial socialista por Guadalajara, ha renunciado a ser candidato tras ratificar la Audiencia Provincial su imputación por presunta estafa en relación con la construcción de un centro para jóvenes en Azuqueca de Henares. De inmediato, Sánchez desplazó a Luz Rodríguez, anunciada número cuatro por Madrid, referente socialista en el área de empleo, al hueco de Bellido en Guadalajara, como adelantó infoLibre. Nadie ha explicado (quizás Irene Lozano consiga hacerlo) el baile de criterios a la hora de tratar las distintas imputaciones y sus consecuencias políticas.



Lo cierto es que las expectativas electorales y las exigencias de estos "tiempos de indignación" reclaman al PSOE (tanto o más que a los demás partidos) contenido, relato, consistencia y rigor. En las últimas semanas, y al margen de la valía individual o personal de la excomandante Zaida Cantera o de su biógrafa Irene Lozano, las decisiones de Pedro Sánchez casan más con una interpretación de impacto mediático, de márquetin cortoplacista o de pura improvisación que de solidez en el discurso y en los principios. Algunos dirigentes socialistas leen la operación Lozano como un intento de frenar el ascenso de Ciudadanos por el centro. El 20-D despejará la duda de si es un acierto o no en términos electorales. Porque si se analiza en relación con la “crisis del bipartidismo” que tantas veces ha proclamado la propia Irene Lozano, a día de hoy no pocos piensan en el PSOE que esta sorprendente operación sólo puede facilitar la caída y profundizar en la desafección del electorado socialista. 

 

infolibre.es

Y nunca pasa nada

Hace justo un año, eldiario.es destapó los negocios como comisionista de José María Aznar: el expresidente del Gobierno había firmado un contrato para llevarse el 1% de cada desaladora que adjudicase el gobierno libio de Gadafi a Abengoa, una empresa española que cotiza en el IBEX. No era ni mucho menos una especulación, ni una información basada en fuentes. Publicamos el contrato íntegro, y también la primera factura de 100.000 euros de adelanto. Aznar no es un señor retirado de la política: es el presidente de honor del PP y también preside FAES, la fundación política que más fondos públicos recibe. Y en sus negocios de comisionista involucró a la oficina del expresidente, que también pagamos los contribuyentes españoles. 

 

Publicamos esa noticia, y no pasó nada. La inmensa mayoría de los medios silenció la información. Muy pocos la recuerdan hoy. Ahí sigue Aznar, dando lecciones de moral a Occidente.

                     

 

Hace unos meses, publicamos los papeles de Naseiro. De nuevo Aznar, como protagonista: acusado por su propio tesorero ante un notario de ser el máximo responsable de la caja B del partido. También probamos, con multitud de documentos, que el dinero negro en el PP existió desde su fundación. Tampoco pasó nada.

 

Hace dos años, contamos en exclusiva que los consejeros de Caja Madrid se repartían sobresueldos con unas tarjetas en negro, las tarjetas “black”. En su momento, tampoco pasó nada. Nuestra noticia fue ignorada por la mayoría de la prensa, pero provocó una auditoría interna en Bankia. Nueve meses después la Audiencia Nacional arrancó un proceso judicial que hoy sigue abierto y que probablemente acabará con condenas. Hoy no hay prácticamente nadie en España que no sepa qué son las tarjetas black. Lo saben porque eldiario.es lo contó, y nuestra investigación terminó en el juzgado. Pero durante meses lo contamos solo nosotros.

 

Hace unas semanas, contamos que el ministro José Manuel Soria pagó 70 euros al día por una suite presidencial con mayordomo privado y dos jacuzzi que al resto de los mortales les sale por 1.300 euros por noche. No era en un cinco estrellas cualquiera: casualmente, el dueño es también canario, amigo del ministro y tiene otro hotel ilegal pendiente de derribo donde el ministro también veranea.  Aquella información nos ha costado una demanda, pero el ministro sigue ahí: sin explicar tal milagroso descuento. Incluso en el Congreso no da más explicación que insultar al periodista que destapó la información. Ni dimite, ni enseña la factura.

 

Ayer publicamos otra exclusiva que afecta al ministro Soria, un informe interno, secreto, que desvela cómo se manipula el sector audiovisual con criterios políticos. Sigue sin pasar nada. Solo ha pasado que el Ministerio de Industria ha amenazado con otra demanda

 

Esta semana hemos contado que Mariano Rajoy cuida a su padre anciano con cargo a los presupuestos de La Moncloa. La cronología de acontecimientos es bastante clara. El padre del presidente tuvo un ictus, la familia contrató a unos cuidadores durante el mes que estuvo en el hospital y después dejó de pagar por sus cuidados. No fue porque ya no hiciese falta. 

 

El propio jefe de los servicios médicos de Presidencia pidió presupuesto a esa misma empresa para continuar con los cuidados al padre de Rajoy en La Moncloa. El presupuesto se rechazó –era un servicio día y noche que salía por unos 5.000 euros al mes– y en su lugar se encargó la tarea de cuidar al padre del presidente a dos trabajadores eventuales –Pilar y Francisco– que pagamos entre todos.

 

El mismo presidente que recortó la ley de Dependencia utiliza fondos públicos para atender a su padre dependiente. Y sigue sin pasar nada. Comparen esto con la actuación del alcalde de Roma, Ignazio Marino, que dimitió por pagar unas cenas familiares con la visa del Ayuntamiento. O con la viceprimera ministra sueca, Mona Shalin, que dimitió por cargar al presupuesto público dos chocolatinas Toblerone.  

 

Os confieso que a veces es frustrante, pero no nos vamos a rendir. Mientras contemos con el respaldo de todos los socios que nos apoyáis, si más lectores os animáis a ayudarnos, aquí seguiremos. Hasta que pase algo. 

 

eldiario.es

20 propósitos de la intervención militar de Rusia en Siria

La contundente entrada militar rusa en el caótico y complejo paisaje bélico de Siria el 30 de septiembre, y su plan para poner fin al conflicto, han dado un vuelco al equilibrio de fuerzas en la región. La propuesta de Vladimir Putin incluye la formación de una coalición internacional dirigida por la ONU, que integre al ejército sirio y el gobierno de Bashar al Assad para luchar contra el terrorismo, y la celebración de unas elecciones parlamentarias con la participación de la “oposición sana”.  La primera consecuencia  de la magistral jugada diplomática y militar de Putin ha sido hacerse con el mando de la situación de Siria y humillar a la ineficiente Coalición Anti-Estado Islámico (CAEI) de unos 40 países y dirigida por EEUU. Los rusos en unos días al parecer han destruido más posiciones de los yihadistas que la CAEI durante 7000 bombardeos en dos años. El efecto inmediato de su acción ha sido poner nerviosos a los rebeldes y perplejos a sus patrocinadores regionales y mundiales.

 

Objetivos de Rusia

  1. Poner en evidencia la pantomima de la CAEI en su falsa lucha contra el terrorismo. Que la Casa Blanca explique qué hacían los yihadistas afganos – embrión del EI, gestado por la CIA, MI6 e ISI-, en el Despacho Oval en 1983.
  2. Delatar la ilegalidad de las acciones de CAEI. Rusia tiene el permiso del gobierno sirio, y del parlamento ruso, por lo que su acción está conforme al derecho internacional.
  3. Presentarse como un actor mundial, y presentando un plan de paz que cree viable, frente a las políticas de EEUU, responsable de la expansión del terrorismo religioso por todo el mundo. Así que, si alguien busca un líder para el mundo, ese es él: maneja la diplomacia, pero también es un tipo duro.
  4. Mostrar poderío, haciendo que todo el planeta esté pendiente de lo que hace Rusia en Siria, recordando a la crisis de los misiles de Cuba.
  5. Producir brechas en la CAEI: Alemania e incluso Turquía y Arabia apoyan el Plan Putin de paz. Les convenció de que la principal amenaza para la paz es el EI y no Assad.
  6. Reducir la presión sobre el régimen sirio. Pasar de la postura de “Asad debe irse” de la CAEI a la de “de momento, mejor que se quede”.
  7. Fortalecer la posición rusa en Siria, y por ende en Oriente Próximo, lo que le permitiría negociar con Occidente las sanciones que le impusieron por la anexión de Crimea.
  8. Negociar el destino de Ucrania: hasta ahora había preferido una Ucrania inestable en la frontera europea que una integrada en la OTAN. Desde Damasco su voz sobre Kiev tendrá otra melodía.
  9. Ofrecer a Arabia Saudi el cese del presidente sirio a cambio de dejar de financiar el yihadismo en la región.

10.Presumir de ser quien apartó a Assad del poder de forma no violenta, y como recompensa tener la voz cantante en la elección de su sucesor.

11.  Contener el avance de los islamistas. Los chechenos, liderados por el comandante Tarkhan Batirashvili, son el mayor contingente de extranjeros en las filas de EI. En esta tarea, Moscú cuenta con el apoyo de China, que sigue sufriendo continuos ataques terroristas yihadistas.

12. Demostrar la eficacia de la coalición formada por Rusia, Irán, Irak, Hizbolá, al contar con el ejército sirio y los efectivos iraníes y libaneses, que luchan sobre el suelo sirio.  Que Irán haya conseguido que Turquía (patrocinador del Frente Al Nasra y del Ejército de Siria Libre) acepte un alto el fuego para seis meses en seis ciudades sirias, le avala.

13. Empujar al alza los precios de hidrocarburo, ahora que cuatro de los productores mundiales -Rusia, Arabia, Irak e Irán-, están en guerra, y así salvar la economía rusa. Sin embargo, dichos precios se fijan en los despachos políticos (de Arabia Saudi y de EEUU) ignorando la ley de oferta y demanda del mercado.

14. Desactivar el plan de EEUU y Turquía de crear una zona de exclusión aérea en el suelo sirio, para proteger a los yihadistas, y desde allí empezar a desintegrar el país como se hizo en Irak, Yugoslavia y Libia.

15. Cambiar las alianzas de la región: Israel se acerca a Rusia: además de negociar la formación de una Unión Aduanera, coordina con Moscú el vuelo ilegal de los cazas israelíes en el cielo sirio y estudia la posibilidad de que Rusia dirija la explotación del gas del campo Leviatán en el Mediterráneo, para así impedir la tentación de Irán o de Hizbolá en atacarlo algún día. A cambio, Moscú cortaría el suministrar iraní de armas a la milicia libanesa y forzaría a Teherán retirar sus efectivos, una vez pacificado siria.

16. Ganar ventajas respecto a Irán, mostrándole que sólo Rusia puede sostener al régimen. Y eso a pesar de que los cazas rusos están utilizando el espacio aéreo de Irán (y de Irak) para acceder al cielo sirio. El mensaje es: “tener en cuenta los intereses rusos en Irán en vuestro acercamiento a Occidente”.

17. Presionar a Tayyeb Erdogan, (ahora que está muy debilitado por los resultados electorales, soporta el peso de cerca de dos millones de refugiados sirios y se enfrenta a una nueva guerra civil con los kurdos) para que deje de apadrinar a las fuerzas anti-Assad.

18.Conseguir el apoyo de Egipto, el principal país árabe. El general Al Sisi se apunta a liquidar a los islamistas.

19. Regresar al club de “occidente”. Y eso va dirigido a aquel sector de izquierda que aún confunde Rusia con la URSS y piensa que Putin es la reencarnación de Lenin, y no el líder de una élite capitalista que desde 1994 es socio de la OTAN. Otra cosa es que la multilateralidad sea mejor para la paz mundial que la unilateralidad.

  1. Probar los nuevos y sofisticados cazas bombardeos Sukhoy su-34 por primera vez en un campo de batalla.

 

¿Afganistán 2?

Los rusos cuentan con los siguientes factores para no considerar Siria como un segundo Afganistán:

  • Que los yihadistas afganos recibían de EEUU armas avanzadas como los misiles “Stinger”. En Siria, Rusia goza de superioridad militar sobre el enemigo.
  • Que Siria es plano, carece de montañas rocosas, donde caer en emboscadas. Aun así, afirman que no enviarán tropas.
  • En Afganistán se encontraron con la hostilidad de los lugareños, en Siria parte de la población mira a Putin como un salvador.
  • Rusia entra desde mar y aire. Cerrarle el paso por el Mediterráneo provocaría un enfrentamiento directo entre las superpotencias.

Moscú es consciente de que Assad ha perdido el poder sobre el país de forma irreversible. Ahora sólo hay que salvar la región alrededor de Latakia de los alauíes, y allí preservar su importantísima base naval en el puerto de Tartus.

 

Ya dijimos “¡Que viene los rusos!”

El alivio que sintió Barak Obama con la iniciativa de Putin en Siria duró poco. Los republicanos endurecen sus  ataques y burlas a los demócratas, no solo por perder el control sobre otro país de Oriente Próximo, sino también porque EEUU  con Obama ha dejado de actuar como un jugador mundial.

Para ellos, los enemigos de América son Rusia e Irán, y no China como  afirma el presidente.

Obama sigue oponiéndose a enviar tropas a Siria (tampoco lo hizo en Ucrania), por los siguientes motivos: Los fracasos en Irak y Afganistán -donde otro avión de la OTAN acaba de ser derribado por los Talibán que han vuelto a conquistar Kunduz-; la convicción de que tal acción puede animar a Teherán a armarse realmente; la incapacidad de la oposición siria de unirse y formar una alternativa real y viable, y que al contrario de lo esperado, el pueblo no apoyó a los rebeldes, siendo ellos más brutos que el ejército.

Obama también teme que un caos total amenace la seguridad de Israel, o que un hipotético vacío de poder con la caída de Al Assad fuese ocupado por los terroristas yihadistas. Además, Siria carece de la importancia estratégica necesaria para justificar una intervención terrestre y aplicar la doctrina de Responsabilidad de Proteger (R2P) a la población. Por último, lo que no necesita  en la víspera de las elecciones del 2016 es recibir una avalancha de imágenes de sus soldados decapitados o cientos de ataúdes.

Obama debe elegir entre aceptar el plan ruso o chocar con Putin en Siria. Ninguna de las opciones dará votos a los demócratas.

 

Se complica el escenario

A pesar de que Rusia, de momento, ha reorganizado el escenario, se enfrenta a otro en el que el Pentágono ha actualizado los planes de acciones militares contra Rusia, desde Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Bulgaria y Rumania.

Es poco probable que la arriesgada apuesta de Putin, que no incluye ningún plan para aliviar el sufrimiento de la población, cumpla con sus objetivos, sin contar con las consecuencias que dejaría tal intervención sobre las arcas vacías de su país y por ende sobre la población.

No habrá un final feliz para tantos comensales sentados en la mesa de la “última cena” siria.

Lo más probable es que Siria, después de pasar varios años más en su trágico proceso de ‘libanización’, pase a ser ‘balcanizada’.

 

publico.es

"SIRIOS EN VALENCIA"

Manuel  Mata 

En verano, la orilla del Sena quiere parecerse a una playa. Hay arena, duchas, juegos infantiles, bares y gente en bañador; pero no es una playa. Cuando la crisis de Calais, el pasado agosto, debajo de un puente renombrado había decenas de tiendas de campaña, cuerdas con ropa tendida y jóvenes africanos jugando al fútbol con cualquier cosa redonda que pillaran. Decenas de voluntarios de Cruz Roja les atendían. Al atardecer, acudían jóvenes franceses a enseñarles los rudimentos del idioma. Con papel y bolígrafo, como armas, luchaban contra el abandono.

Seremos ciudad de acogida, comunidad de acogida. Al parecer, el ayuntamiento prevé que el primer contacto con esta tierra sea en el edificio “Veles i vents” . Un gran mirador, plagado de terrazas, diseñado para seguir los entresijos de la America´s cup 2007 será el primer centro en el que se atenderá a los refugiados sirios. Nadie en aquellos días de glamour exultante, de exhibición obcena, de excesos sin fin, podía imaginar un uso de ese calibre para tan peculiar edificio.

La ocasión lo justifica. Cada día en el mundo 42.500 personas tienen que abandonar sus hogares y huir de una guerra. Guerras que se suceden entre protagonistas parecidos, con apoyos parecidos, de las que se beneficia siempre el oscuro mundo de la industria armamentista. Más de sesenta millones de personas son refugiados, un país errante en direcciones múltiples, mucho más poblado que España. Solo pueden recalar en ciudades.

Nos dicen que el ayuntamiento está recibiendo una avalancha de solicitudes de colaboración por parte de nuestros convecinos. Ciertamente será difícil canalizar tanto impulso colaborador.

Ada Colau, Anne Hidalgo y Sypros Galinos, alcaldes de Barcelona, París y Lesbos, a los que se han ido sumando los de A Coruña, Cádiz, Zaragoza, Santiago de Compostela y otras que llegarán, han hecho público un manifiesto “Nosotras, las ciudades de Europa”. Recuerdan que durante años los gobiernos han destinado la mayoría de fondos a convertir Europa en una fortaleza y que ahora las ciudades están preparadas para ser lugares de acogida y dar la bienvenida a los refugiados. Las ciudades no quieren caminar solas, necesitan ayuda, de dentro y de fuera; principalmente de los mismos gobiernos que les negaban el pan y la sal hasta que una foto desveló sus miserias.

El conflicto sirio tapa el ucraniano como éste tapó el eritreo o aquél el iraquí. La barbarie no cesa. Llegamos a la luna, hablamos con una persona a miles de kilómetros por un chisme pequeñísmo o curamos el cáncer pero somos incapaces de llevar paz a la humanidad. Podemos ver desde google cualquier punto del planeta pero somos incapaces de frenar guerras, masacres de inocentes y genocidios.
 El autobús estaba a punto de llegar al cruce de Islas Canarias con Eduardo Boscá. Una señora, entrada en años, le dijo a su vecina que iban a llegar a Valencia una barbaridad de sirios y que eso era una vergüenza. -Nosotros no somos ricos y no estamos para acoger a nadie- Le recalcó. La vecina la miró con una mezcla de desdén e ironía. Abrió el bolso y sacó un libro de bolsillo, “Cometas en el cielo” de Khaled Hosseini. –Tenga, léalo. Es una historia que le le hará entender que lo que ha dicho es una barbaridad. ¡Se lo regalo!-

Manuel  Mata es portavoz del grupo socialista en el Parlamento Valenciano y miembro de Esquerra Socialista del PSPV

¿Por qué crece el independentismo en Catalunya?

Vicenç Navarro

Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, Barcelona

 

La interpretación más generalizada del crecimiento del independentismo catalán que ofrece la estructura de poder económico, financiero, político y mediático basado en la capital del Reino (que no tiene nada que ver con el Madrid popular), que en la terminología anglosajona sería conocido como el establishment español, es que tal movimiento es una criatura del gobierno Mas, el cual, a fin de sobrevivir políticamente (y a base de la gran manipulación de los medios públicos de la Generalitat, TV3 y Catalunya Ràdio), ha movilizado a la población en Cataluña para pedir la independencia. Esta visión ha sustituido a otra, generalizada principalmente en algunos sectores de las izquierdas españolas, que consideraba este independentismo como una mera criatura de la burguesía catalana, que lo utilizaba a fin de optimizar sus intereses financieros y económicos, frente al mundo empresarial y financiero basado en Madrid.

 

Como consecuencia de estas interpretaciones del independentismo y de su crecimiento, la estrategia del Estado central español ha sido intentar asustar a la burguesía catalana con imágenes del desastre que supondría para sus intereses la salida de Cataluña de la Eurozona, dirigiendo sus ataques al Presidente Mas, al cual se le considera portavoz de la burguesía catalana. Esta versión, influenciada por los escritos de Jordi Solé Tura –uno de los padres de la Constitución Española-, ha perdido bastante fuerza ante la evidencia de que los grandes centros financieros y económicos de la burguesía catalana (desde La Caixa a Freixenet) están en contra de la independencia. La pérdida de credibilidad de esta segunda interpretación del independentismo ha dado pie a la primera interpretación, que ve el crecimiento de este como mera creación del gobierno Mas, centrando así toda su estrategia en derrotar a tal gobierno, creyendo que desapareciendo la fuerza política liderada por tal persona desaparecerá el independentismo.

 

Esta es, pues, la versión del porqué el independentismo está creciendo, sostenida por el establishment español. Una de las características de este establishment español es no considerarse nacionalista, atribuyendo tal nombre solo al nacionalismo catalanista, sin nunca reconocer que su visión de España corresponde a y refleja un profundo nacionalismo, intrínseco en el Estado borbónico, que ve a España como una nación indisoluble, centrada en la capital del Reino y dirigida por un Estado central que impone sus decisiones a la periferia. De ahí que ese nacionalismo españolista se haya extendido ampliamente a lo largo de todo el territorio (promocionado por los mayores medios de tal nacionalismo españolista, que van desde los medos de ultraderecha como ABC, La Razón y El Mundo, al centro derecha, como El País)Pues bien, por paradójico que parezca, este nacionalismo españolista es la mayor causa del crecimiento del movimiento independentista. Veamos los datos.

 

Es cierto que el partido conservador-neoliberal que ha gobernado Cataluña ha apoyado activamente a los movimientos como la Asamblea Nacional Catalana, ANC, y Òmnium Cultural, que han jugado un papel clave en canalizar el enfado estimulado por los efectos tan negativos de la crisis económica en el bienestar de la población hacia el sentimiento anti Estado central (que se le ve, correctamente, como el mayor causante de tal crisis), ocultando (a través de su enorme control asfixiante sobre los medios de públicos de la Generalitat, TV3 y Catalunya Ràdio) que el mayor aliado de la aplicación de las políticas públicas que han causado tal crisis por parte del gobierno central ha sido precisamente el partido conservador-liberal presidido por el Sr. Mas.

 

La relación entre los líderes de aquellos movimientos independentistas, ANC y Òmnium Cultural, y el gobierno Mas es estrecha y abarca muchas dimensiones que incluyen desde su financiación (el tesorero de Òmnium fue el Sr. Jordi Sumarroca, uno de los mayores benefactores de CDC -el partido dirigido por el Sr. Mas- y cuya relación con ese partido está siendo investigada por los tribunales, como ha detallado El Triangle en “La presó dels Sumarroca”, 04.08.15) hasta la militancia de sus dirigentes. La hasta hace poco dirigente de la ANC era militante de ERC, el partido que ha ofrecido su apoyo parlamentario al gobierno Mas. El dirigente de dicho partido, el Sr. Oriol Junqueras, en lugar de ser el jefe de la oposición pasó a ser el mayor sostenedor del partido gobernante (sin tal apoyo, el gobierno Mas ya no existiría).

 

Ahora bien, habiendo dicho esto, lo que los nacionalistas españolistas –que cubren un amplio abanico, desde Santos Juliá en El País, a Francisco Marhuenda en La Razón– nunca entienden –porque no quieren entender- es que lo que ellos consideran es la causa del crecimiento del independentismo es, en realidad, consecuencia de la causa real, que es precisamente el enorme carácter opresivo y asfixiante del nacionalismo españolista que existe en el Estado central español, y que ellos promueven y reproducen. Nunca admitirán que el nacionalismo españolista es el mayor causante del crecimiento del independentismo catalán, cuestionando incluso que ellos mismos sean nacionalistas. Su incapacidad de entender esta obvia realidad se debe a su arrogancia e inhabilidad de ser autocríticos, característica de cualquier agente que canaliza una ideología dominante. Esta inhabilidad es un fenómeno bien conocido en la mayoría de los casos de discriminación. El hombre que discrimina a la mujer, por ejemplo, no se da ni cuenta de la naturaleza de tal discriminación. Esta está tan generalizada que ni siquiera se da cuenta de ello, pues, como resultado de su dominio, se ha construido un aparato ideológico que justifica ese dominio, al cual ni siquiera se le ve como tal.

 

Una situación semejante ocurre con el nacionalismo españolista, basado en un enorme dominio consecuencia de su visión de lo que es España, que ve a la España actual como la única posible. Desde el guerrismo en el PSOE hasta las diatribas deLa Razón, el ABC y El Mundo (por no decir de El País), todos ellos consideran el independentismo como un fenómeno y una guía ideológica anticuados, absurdos en el siglo XXI (a pesar de que ha surgido un número considerable de nuevos Estados en Europa en los últimos treinta años), y utilizan cualquier epíteto despectivo para marginarlo. En esta visión de España (que alcanzó su máxima expresión durante la dictadura) no hay más nación en España que la española, centrada en la capital del Reino. Cualquier otra visión se ve como irracional, absurda, anticuada, y una larga retahíla de adjetivos. Y ahí está la raíz del problema. Cada vez que cualquier portavoz de este nacionalismo, sea Felipe González, sea el Ministro de Defensa, el Sr. Pedro Morenés, sea el Sr. Alfonso Guerra (que consideraba al Sr. José Montilla como “contaminado de nacionalismo catalán”), hacía sus declaraciones ofensivas a Cataluña, deleitaba a los círculos nacionalistas catalanes, aumentando el atractivo del independentismo. Tenía que verse el orgasmo mediático que tuvieron los tertulianos de TV3 y Catalunya Ràdio el día siguiente a las declaraciones de tales señores, declaraciones que, debido a la monopolización de la visión de España por los nacionalistas españolistas, facilitaba la presentación que hacen los independentistas catalanes de que es imposible continuar en España, asumiendo que esta España es la única existente o posible.

 

La inviabilidad de la autocrítica

Esta imposibilidad del nacionalismo españolista para aceptar el plurinacionalismo se presenta constantemente. El Estatuto, propuesto por el gobierno catalán presidido por el socialista Pasqual Maragall y aprobado por el Parlament catalán y las Cortes Españolas (dejando un texto “cepillado” –como se anunció en la típica chulería y arrogancia del nacionalismo españolista-), y tras ser aceptado y refrendado por la población en Cataluña, fue vetado en elementos esenciales por el TC (controlado por el PP y el PSOE) con el silencio e intento de trivialización de estos vetos por parte del gobierno Zapatero, además de la campaña anticatalana del PP que se expandió por toda España (con una resistencia muy temerosa y moderada por parte del PSOE). Estas realidades, además del constante incumplimiento del Estatuto por parte del Estado central, y la recentralización por parte del gobierno del PP, son algunos de los muchos agravios que jamás son reconocidos como tales.

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¿Es otra España posible?


Esta no es una pregunta hecha con espíritu provocador. Y no es una pregunta fácil de responder. Hoy la estrategia del Partido Popular es derrotar al independentismo catalán por todos los medios (presentando el catalanismo e independentismo como idénticos). Es un error ver este comportamiento como resultado de una torpeza de tal partido (que es un partido muy minoritario en Cataluña). En realidad, es una estrategia que (por desgracia y como consecuencia de la generalización del nacionalismo españolista a lo largo de España) es electoralmente muy rentable al sur del Ebro. Y de ahí que no cambiará.

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En este contexto, la crisis ha originado toda una serie de movimientos de rebeldía y oposición (iniciados por el 15-M) que cuestionan este Estado y la ideología que reproduce. Y es este movimiento el que ofrece la posibilidad de recuperar la otra visión de una España plurinacional, basada en el desarrollo de una Segunda Transición que establezca un Estado plurinacional en el que los distintos pueblos estén unidos por la voluntad y no por la fuerza, y en el que la relación de solidaridad entre ellos se base en una concepción justa y democrática.

publico.es

CORBYN Y LA DIGNIDAD DE LA IZQUIERDA

 

José Antonio Pérez Tapias

   Lo imprevisto ocurre y lo improbable, muchas veces, sucede. Cuando ello incide sobremanera en la dinámica de los hechos estamos ante un acontecimiento que marca un punto de inflexión en la evolución de la realidad sociopolítica. Es el caso de la elección de Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista del Reino Unido. Un 60 % de los votantes, en elecciones donde participaba toda la militancia y abiertas, además, a quienes se inscribieron como simpatizantes, dio su apoyo al veterano político laborista, diputado en el parlamento británico y de larga trayectoria. Su compromiso no ha sido sólo con la ciudadanía a la que viene representando, sino también con los movimientos sociales y con causas tan nobles como tratar de impedir -no lo consiguió- que el dictador chileno Augusto Pinochet, estando en Inglaterra, se viera libre, sorteando las actuaciones emprendidas contra él con apoyo en la legislación sobre "justicia universal" y contando para ello con la connivencia de un gobierno laborista. Dicha trayectoria explica que de 232 diputados del grupo parlamentario laborista, sólo 15 le hayan apoyado en el reciente proceso electoral. Pero ahí estaba, en una incansable lucha política desde el seno del laborismo, algo sin duda posible por la misma tradición del partido, por sus características organizativas y por el sistema electoral británico -factores, por lo demás, que hay que tener muy en cuenta antes de trazar precipitados paralelismos con procesos que se dan en la política española-.

 

   Al dar cuenta de tan sorpresivo resultado, no han faltado titulares de prensa subrayando que Corbyn, como nuevo líder laborista, llegaba con la fuerza de tan contundente resultado  para enterrar la Tercera Vía, aquella que Tony Blair puso en marcha como renovación de una socialdemocracia anquilosada y perdedora ante el empuje del neoliberalismo impulsado por Margaret Thatcher. Ésta, como adalid de las políticas del Estado mínimo, de la potenciación del mercado como regulador no sólo de la economía, sino de todos los procesos sociales, y, por ende, de la exaltación de lo privado y la denostación de lo público, marcó la pauta de políticas diseñadas en función de un capitalismo agresivo, implementadas con la difusión de una cultura de "individualismo competitivo" marcadamente insolidario. Por entonces, Kenneth Baker, secretario de Educación en uno de los gobiernos de la "Dama de hierro", dio expresión, con ínfulas de analista sociopolítico, a lo que programáticamente se pretendía: "la era del igualitarismo -dijo con todo su cinismo- se ha terminado".

 

   Cuando ahora llega Corbyn es para desmentir aquella afirmación hecha desde el más puro y duro doctrinarismo neoliberal, afirmación que fue una declaración de guerra contra todos los que en la sociedad británica no formaban parte de las clases pudientes y de las élites oligárquicas. Al Nuevo Laborismo que surgió como "Tercera Vía" entre una socialdemocracia que se veía anticuada y la derecha thatcheriana que arrollaba a aquélla en las elecciones, no le vamos a negar a estas alturas, por no hacer leña del árbol luego caído, la buena voluntad de poner al día planteamientos y programas para hacer frente, entre otras cosas, a la desigualdad creciente en el Reino Unido, en un Estado que era despojado de su patrimonio público a golpe de sucesivas privatizaciones. El sociólogo Anthony Giddens fue uno de los que apadrinaron el exitoso invento para ubicar al Partido Laborista en una nueva centralidad. Inscribiendo la propuesta en un meritorio análisis de las consecuencias de la modernidad -uno de sus títulos-, tejió los mimbres de un proyecto político que se presentaba "más allá de la izquierda y de la derecha", la cual es expresión que hasta el día de hoy hace furor.

 

   El Partido Laborista remontó y pudo gobernar durante varios mandatos, aunque con balance muy discutible, al menos. El historiador Tony Judt nos lo dejó antes de su prematura muerte.  Con su mirada crítica, en su libro Algo va mal, afinó el análisis para llegar al fondo de la cuestión: el Nuevo Laborismo gobernó, sí, pero a costa de desnaturalizarse como formación de izquierda. Es decir, como partido socialdemócrata ganó en su momento, pero claudicando ideológicamente frente a su adversario. Ante Tony Blair perdieron los conservadores; sin embargo, siguió ganando el neoliberalismo, dulcificado en sus modos, pero sin tocar en su núcleo. Se recuperaron políticas redistributivas, pero se consideró intocable la economía. Es la raíz de lo mucho que va mal en la socialdemocracia europea en general, lo cual es lo que aflora en época de profunda crisis, como la que vivimos, cuando no hay excedentes económicos que el sistema permita que se dediquen a sostener el Estado de bienestar. Y las desigualdades se disparan a causa de un capitalismo financiero impasible; es más, desaprensivo.

 

   En nuestros días, los gobiernos, sometidos a las exigencias del capital, con la gran banca marcando el orden del día para que los Estados permanezcan sumisos ante el mercado, no han hecho sino hacer ostentación de su culpable impotencia aplicando las llamadas "políticas de austeridad". Contra eso es contra lo que se rebela Corbyn, y por eso le apoyan militantes y simpatizantes hastiados de una sedicente izquierda que dejó de estar donde la ciudadanía espera que la izquierda esté. A Corbyn se le ha dado la victoria para resituar el laborismo en la izquierda. Dicen que es "radical", pero eso indica, aparte de su voluntad de aplicar soluciones que vayan a la raíz, cómo está el patio político: atestado de conservadores, lleno de neoliberales y bien nutrido de socioliberales que no dejan de ser conservadores bajo etiquetas de izquierda. Teniendo en sus manos una buena radiografía de tal cuerpo político, los que han elegido a Corbyn sabían muy bien lo que hacían y por qué.

 

   Cuando la derecha se da cuenta de lo que el acontecimiento Corbyn significa, enseguida se aplica a desprestigiar su figura, a menospreciar su trayectoria. Y Cameron, el premier conservador del Reino Unido, tiene la cara dura de salir diciendo que Corbyn es un peligro para la "seguridad nacional", extendiendo eso desde la defensa hasta la economía de las familias. Un Corbyn que habla de luchar contra las desigualdades, de hacer frente a las injusticias, de no seguir la política del economicismo neoliberal, no es peligro para nadie, salvo para quienes desde sus posiciones de dominio siguen produciendo empobrecimiento y generando sufrimiento. Cameron sí es un peligro para una democracia tan consolidada como la británica.

 

  Corbyn y lo que supone su elección en el Partido Laborista no constituyen, por lo demás, un fenómeno aislado. A nadie se le escapa que se sitúa en la órbita de otros fenómenos que están en proceso en países como España o Grecia, o dejando entrever nuevos movimientos de radicalización democrática en el ámbito europeo. A Corbyn le van a hacer la vida imposible todo lo que puedan -por desgracia, no sólo desde fuera, sino también desde dentro de su propio partido-, pero son los mismos que actúan al margen de una ciudadanía que, harta de una política de autoritarismo posdemocrático, reivindica una política participativa, solidaria y transformadora. Es esa misma ciudadanía la que ejerce su libertad republicana buscando los caminos de esa nueva política. Promoverla es tarea de una izquierda digna.

 

Publicado en Contexto y Acción  Ctxt.es el 14 de septiembre de 2015

La “crisis de refugiados” sirios fue planeada por Turquía y Arabia Saudí

Entre 2011 y agosto de 2014 Turquía había acogido 1,5 millones de refugiados sirios. Otros 40.000 entraron en octubre, y a pesar de su dramática situación, permanecieron en los campos. ¿Por qué, de repente, miles de ellos no sólo deciden salir de Turquía sino que pueden hacerlo, a pesar del cerco militar? ¿Por qué se les dirige a Europa y no a las petromonarquías árabes del Golfo Pérsico o Irán? Eso sí, la Casa Saud ha ofrecido a Alemania la construcción de 200 mezquitas (wahabitas) para que los supervivientes sirios no olviden el terror del Estado Islámico.

 

Desde 2011, Turquía, Arabia Saudí y Qatar, incapaces de derrotar a Bashar Al Assad, lo han intentado todo con tal de convencer a Barak Obama de la necesidad de acabar con el mandatario sirio. Así, no dudaron en acusarle de derribar un avión turco en junio de 2012, del uso de gases químicos en agosto de 2013 o de ser incapaz de contener al Estado Islámico —monstruo creado por la CIA, el Mosad y el MI6, según el ex empleado de la NSA, Edward Snowden, y financiado por los jeques árabes según Hillary Clinton—, mostrando al mundo, a través del canal catarí Al Jazira, las impactantes imágenes de decapitaciones, de mujeres violadas y esclavas sexuales, de monumentos milenarios destruidos —como el Buda afgano—, y demás barbaries. Y Obama ni caso. ¡Pero si son casi las mismas imágenes protagonizadas por muyahidines (o sea, yihadistas), también Made in CIA, con las que George Bush, hace 15 años, consiguió conmover al mundo e  invadir a Afganistán! En cambio, Obama parece más preocupado por el avance de China que por las peleas vecinales en aquella región.

 

 “Alan” como casus belli

Todo indica que ambos países deciden inundar Europa de refugiados sirios, provocando conmoción social, y ofreciendo de paso a sus mandatarios el perfecto pretexto para “hacer algo serio por el pueblo sirio”.

 

Cuando las fotos de los cuerpos de un centenar de adultos sirios asfixiados o congelados en camiones no hirieron las sensibilidades, se intentó de nuevo con la imagen del cuerpo de Alan (“Roca” en kurdo), niño kurdo-sirio ahogado en una playa turca, acompañado del siguiente pie de foto: “Ha muerto porque Occidente no ha eliminado a Assad, a sabiendas de que toda esta gente huye del terror del Estado Islámico.

 

¡Y objetivo conseguido! En Londres, Berlín y París ya se baraja bombardear a este devastado país, aunque sea ilegal incluso con sus propias leyes. Sorprende que la misma Angela Merkel que semanas atrás hizo llorar a una niña palestina denegando la petición de asilo para su familia de 5 miembros, se vuelva generosa y acoja a miles de sirios. ¡Hipócritas belicistas! Hasta julio de 2015 Alemania ganó unos 7,9 millones de euros por la venta de armas a los jeques árabes, un aumento del 30% con respecto al mismo periodo de 2014, mientras sus medios de comunicación censuran las imágenes de miles de niños y adultos yemeníesasesinados por las bombas de EEUU y Arabia, quienes además han destruido los depósitos de agua y alimentos, centrales eléctricas y hospitales matando a otras decenas de miles de civiles de hambre, enfermedades y heridas.

 

Ocultan que su llamada “Guerra Global contra el Terror”, desatada en Afganistán, Pakistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, Somalia, Mali, Sudán, etc., ha generado decenas de millones de desplazados.  


Vuelco radical en Oriente Próximo

Todo cambia en julio de 2015 tras la firma de la paz y el acuerdo nuclear entre Occidente e Irán. Se trata de un cambio cualitativo en el equilibrio de las fuerzas en una región que hasta este momento era favorable a Israel, Turquía y Arabia Saudí. La República Islámica, además de salvarse de un ataque militar de EEUU, había conseguido el compromiso de Obama de no intervenir militarmente en Siria. El rey Salmán de Arabia, temeroso de que Irán con el respaldo de EEUU vuelva a ser el “Gendarme del Golfo Pérsico”, y regrese al mercado del petróleo —por eso sigue manteniendo bajos los precios del crudo, en su  encuentro con el presidente de EEUU en la Casa Blanca —durante la “crisis de refugiados sirios”— no daba crédito al leer la declaración final de la visita: no hubo ni una sola mención a Irán ni a susfechorías en Siria y Yemen.

 

De modo que Ankara y Riad están presionando a los europeos para que pongan fin al Estado sirio, y les urge por los siguientes motivos:

• La situación económica de ambos países ya no les permite seguir financiando a los rebeldes armados.

• La negativa de Assad de aceptar los planes de paz de Irán y Rusia —que preveían elecciones anticipadas y un periodo de transición, sin asignar un papel al presidente en el futuro del país— ha cerrado las vías de una salida menos dramática a la crisis política. Él, que ya es historia, ahora se enfrenta al Plan de Obama: su salida del poder (exiliarse), y la instauración de una administración dirigida por los oscurantistas Hermanos Musulmanes. En mayo pasado, EEUU y Turquía acordaron crear una zona de exclusión en tierra siria, supuestamente para proteger a los civiles, que servirá de base militar para los contras sirios y de acoger a los refugiados. Existe también un “Plan Joe Biden”, vicepresidente y candidato demócrata para las presidenciales de 2016, que es consciente que para ganar aAssad éste no debe sobrevivir a Obama, para lo que propone balcanizar el país en zona alauita, kurda y sunita.

 

Con el caos controlado por el Pentágono en Oriente Próximo, entre los 12 objetivos de acoso a Siria están el cortar las Rutas de la Seda diseñadas por China y seguir chantajeando a Irán, país que está perdiendo también al Líbano, su otra  “profundidad estratégica”, por la crisis política generada por el movimiento indignado de “Apestáis”.

Por su parte, Tayyeb Erdogan convertirá en pesadilla el sueño de los kurdos sirios de fundar su autonomía en el norte del país, mientras que con el ruido mediático de la crisis de refugiados desvía las miradas de la guerra desatada contra los kurdos de su país.

 

 

El regreso al timo de la misión humanitaria

Quienes exigen una intervención militar en Siria para paralizar la huida de los sirios de su tierra ocultan al menos cuatro hechos:

a. Que desde 2012, EEUU, Gran Bretaña, Francia, Turquía e Israel llevan bombardeando este país, además de suministrar armas y dinero a los contrassirios. Según WikiLeaks, Washington, a través de acciones encubiertas, intenta debilitar y derribar su Gobierno desde 2006. Con tantas potencias en el ajo, ¿cómo es posible que se siga diciendo que es una “guerra civil”?

b. Que un ataque militar generaría más refugiados: el asesinato de Moammar al Gadafi fue el inicio del éxodo de los libios y la muerte de miles de sus ciudadanos en el mar.

Las situaciones apocalípticas generadas por la OTAN en los países agredidos ha hecho que sus dictadores asesinados se conviertan automáticamente en mártires, patriotas y mitos populares. La guerra es peor que el régimen de Bashar al Assad, y aunque acabe con otro “chico malo” de EEUU, será también el fin del Estado-Nación sirio.

publico.es

¿POR QUÉ EN EL PSOE HAY MIEDO A CATALUÑA COMO NACIÓN?

   ¿Por qué en el PSOE hay miedo a considerar a Cataluña como nación? ¿Y por qué ese miedo se extiende al PSC, que si habla de Cataluña como nación, lo hace en voz baja, a través de protagonistas secundarios, mientras algunas de sus personalidades dicen que ahora tampoco toca abordar eso? Y si no es ahora, en debate previo a las elecciones catalanas del 27 S, en el que se confrontan posiciones políticas respecto al futuro de Cataluña en relación al Estado español, ¿cuándo desde el campo socialista, sin eludir la cuestión, se va a presentar una alternativa sólida y creíble al respecto?

 

 

   El tiempo humano se dilata y en política, como en la vida de cada cual, no se reduce a ser el del mero transcurrir de segundos, minutos y horas. Pero ese tiempo también se contrae. En nuestro mundo finito, el tiempo no es un "recurso" indefinido; los acontecimientos nos emplazan. Y los problemas políticos no se disuelven; o se resuelven o revientan. ¿Puede pasar con la crisis institucional del Estado español? Aunque se revista de (falsa) prudencia, es temerario confiar en que, sin hacer nada serio, todo se arreglará. Eso, con toda razón, se le critica al presidente Rajoy. Pero entre socialistas hay contradicciones sin resolver; no se abordan como se debe y así, como lo reprimido, retornan de la peor manera. Valgan aquí las advertencias de Freud.

 

 

   En cuanto a contradicciones propias y al intento de superarlas, reveladoras han sido las palabras del primer secretario de los socialistas catalanes. Tras las declaraciones de Felipe González a La Vanguardia, acerca de la necesidad de reconocimiento de Cataluña como nación, Miquel Iceta se alegraba de que por fin dejara de ser tabú entre socialistas expresarse en esos términos. Pero él sabe al respecto dos cosas: en primer lugar, que hay socialistas que nunca hemos aceptado tabú alguno en torno a Cataluña como nación; y, en segundo lugar, sabe también que el expresidente González vuelve a poner las cosas difíciles cuando después ha pasado a negar que hubiera hecho declaración semejante, arguyendo que sólo se refirió a la necesidad de reconocer la "identidad nacional" de Cataluña. De nuevo, rodeos eufemísticos en torno a una entrevista que fue autorizada para su publicación por el gabinete del entrevistado, queriendo reducir la identidad nacional a lo propio de una mera identidad cultural sin traducción en términos de nación política. Es el miedo a lo que supone esto último -incluida la utilización electoralista que la derecha haría del asunto- lo que lleva a que en el campo socialista todo se enrede como de costumbre, precisamente el día en que se presenta la asociación "Tercera Vía" -nombre, por sus connotaciones, que no puede ser más desafortunado - para promover el diálogo entre España y Cataluña, más allá del inmovilismo del PP y del aventurerismo independentista de CDC y ERC.

 

 

   Sinceramente, miedo volví a detectar en el último Comité federal del PSOE y por eso apelé a que se superara, si se quiere sacar la posición socialista de su indefinición y apostar en serio por una solución para la crisis del Estado español. No valen propuestas a medias que no aborden lo que quedó encauzado con la Constitución de 1978, pero no resuelto, lo cual no es otra cosa que la cuestión de las naciones tal como se plantea en nuestra realidad política. Hablamos de federalismo, ¿pero qué federalismo? ¿Por qué se tiene miedo a proponer ese federalismo como plurinacional, si es el reconocimiento de esa diversidad nacional lo que puede permitir la unidad y cohesión del Estado? Y si somos conscientes de la necesidad de renovar el pacto constitucional, ante las graves cuestiones pendientes de resolver, ¿por qué el miedo a un proponer un proceso constituyente, lo cual de ninguna manera supone ponerse en el punto cero de nuestra trayectoria colectiva? Hay buenas razones para defender sin miedo un Estado plurinacional, que además es la propuesta que puede percibirse como alternativa real frente a un proyecto independentista que, no por desagradar, deja de existir. Por tanto, lo que toca es superar el miedo y presentar ante la ciudadanía y ante los demás interlocutores políticos una propuesta susceptible de ser compartida por otros muchos. Las viejos dogmas no valen, incluido el de una intocable soberanía o el de una indisoluble unidad de la nación española. Vendría bien conocer mejor la historia, la propia y las ajenas, pues sin miedo y con buena memoria, siendo memoria democrática, habrá futuro para una propuesta respetuosa e inclusiva como es la de un federalismo plurinacional. 

 

 

José Antonio Pérez Tapias 

Publicado en la revista EL SIGLO, nº 1122 (14 septiembre 2015)