VENIMOS DE DÉCADAS DE DESPRESTIGIO DE LO PÚBLICO Y DE EXALTACIÓN DE LO PRIVADO
La conversión de los partidos políticos en meras maquinarias electorales y la corrupción son, entre otros, algunos de los argumentos que el diputado socialista por Granada, José Antonio Pérez Tapias, expone en la entrevista concedida a “La Antorcha de la Información”, para justificar la progresiva desafección política de los ciudadanos. Para el miembro de la Coordinadora Federal de la corriente Izquierda Socialista del PSOE, la izquierda aún no se ha recuperado del desconcierto ideológico en el que vive hace décadas.
1. ¿Por qué los ciudadanos se alejan de la política?
Por una parte, la política como tal requiere conciencia de vínculos solidarios, espíritu cívico, voluntad participativa y capacidad de sumarse a proyectos ciudadanos, y todo ello no es precisamente lo que más destaca en una sociedad marcada por el individualismo. Mas por otra parte, si los ciudadanos se alejan de la política, verificando la desafección política de la que tanto se habla, también es por el hecho de que la política que de hecho se hace se ha alejado de ellos. Hay momentos, sin embargo, en que el interés de la ciudadanía por la política se explicita manifiestamente: determinadas coyunturas electorales (elecciones generales de 2004), respuestas ante determinados acontecimientos (caso del Prestige, guerra de Irak, Estatut de Cataluña…). En esos casos se evidencia el potencial de acción política que está presente en la ciudadanía.
2. ¿Cuáles son los hechos y las razones que han contribuido al desprestigio de la política y de los políticos?
Los casos de corrupción pesan como una losa sobre la valoración de la política, con el agravante de la injusta y populista conclusión de que todos los políticos son iguales. Hay, además, otros motivos de fondo. Venimos de décadas de desprestigio de lo público y de exaltación de lo privado, de una hegemonía neoliberal que ha pregonado que el Estado (o el gobierno) es el problema y el mercado, la solución. Tal lluvia neoliberal acaba empapando la valoración que se impone socialmente respecto a la política y los políticos.
3. ¿Cuál es la responsabilidad de la izquierda en el desprestigio de la política?
La responsabilidad de la izquierda se puede cifrar, respecto al desprestigio de la política, en algunos puntos especialmente importantes. Uno de ellos es el no haber sido capaz de desarrollar modelos de partido más internamente democráticos. La reducción de un partido a maquinaria electoral se vuelve contra lo que es exigible a un partido de izquierda. Otro es el haberse dejado atrapar por la exclusividad de la gestión cuando se ha gobernado, desatendiendo la participación en movimientos sociales, la presencia en colectivos y asociaciones, abandonando la reelaboración teórica del propio proyecto y la discusión crítica en torno al mismo. Y, en tercer lugar, la timidez de la izquierda para presentar alternativas consistentes y creíbles ha afectado al declive de la política entre su base social.
4. ¿Se ha desarmado ideológicamente la izquierda?
La izquierda vive desde hace tiempo en un desconcierto ideológico del que no se ha recuperado. Los intentos de articular el legado de la tradición socialdemócrata con los movimientos ecologistas no han cuajado lo suficiente, por ejemplo. La necesidad de reemplazar antiguos modelos revolucionarios, como los del movimiento comunista, por un reformismo fuerte tampoco se ha visto suficientemente satisfecha. Quizá sea la articulación de feminismo e izquierda la que ofrezca el flanco más exitoso. En cualquier caso, la izquierda, acostumbrada a plantear su acción política en el marco del Estado nacional, se ve tan rebasada como ese mismo Estado en el actual contexto de globalización. Haría falta un nuevo internacionalismo y despertar nuevos potenciales utópicos. Ahora mismo incluso parece decaer el lema “otro mundo es posible”.
5. ¿Qué argumentos puede esgrimir la izquierda para contrarrestar el auge del capitalismo de rapiña en el que vivimos?
El actual capitalismo de rapiña, el capitalismo de la época de la globalización, determinado por el capitalismo financiero que en él marca la pauta, es el causante de la terrible crisis económica en la que estamos inmersos. Durante un breve tiempo se pensó por la izquierda que era el momento de retomar políticas socialdemócratas de cuño keynesiano para afrontar la crisis y salir de ella. Vemos cómo ha vuelto con fuerza una política neoliberal que viene a reforzar de nuevo el capitalismo. ¿Qué puede y debe decir la izquierda? Debe señalar cómo ese capitalismo va a destruir las bases del Estado de bienestar que hemos querido construir, cómo va a hacer sociedades más desiguales invocando una y otra vez el discurso de la competitividad, cómo ese capitalismo de voracidad insaciable va a impedir políticas medioambientales serias de conservación de recursos y lucha contra el cambio climático. Y, además, la izquierda debe poner de manifiesto las contradicciones internas del capitalismo fuertemente especulativo ahora dominante, el cual siembra su propia destrucción, arrastrándonos a todos, con las pretensiones de desregulación, si no de sometimiento de los mismos Estados, que vuelve a hacer valer.
6. ¿Cómo se explica que los políticos, los gobiernos occidentales, hayan sido incapaces de establecer controles y límites al movimiento internacional de capitales especulativos?
Los gobiernos se mueven en la órbita del Estado y los capitales especulativos lo hacen en la de un mercado global que los Estados, ni queriendo, controlan. Los intentos de hacer frente a una crisis como la que estamos viviendo con actuaciones de estímulo fiscal han chocado con fuerzas financieras que presionan a los Estados que las han puesto en práctica, y ello con el fin de que el déficit público no afecte a las expectativas de beneficios de los grandes capitales. Por otro lado, si los países tienen difícil, si no imposible, salir de la crisis en solitario, los organismos internacionales como el G 20 y los supraestatales como la UE se muestran incapaces de articular respuestas colectivas y eficaces. Los intereses contrapuestos bloquean un G 20 que actúa con una lentitud que lo incapacita como foro de decisiones compartidas y la UE se ve condicionada por el nacionalismo económico, muy acusado en algunos de sus miembros de mayor peso, como es el caso de Alemania.
7. ¿Cómo se explica que los causantes de la crisis, los bancos y los mercados financieros, sean los que sigan marcando la pauta de la economía internacional y de la salida de la crisis?
Bancos y mercados financieros son los que tienen el poder más determinante, frente al cual Estados y gobiernos evidencian su posición subalterna. Esa asimetría explica el chantaje a gran escala que estamos padeciendo por parte de mercados, con su entramado de entidades financieras y fondos de inversión, que imponen políticas de ajustes a los Estados bajo la amenaza del caos. En España también tenemos un ejemplo de ello.
8. ¿Es el actual ejecutivo del PSOE un gobierno de izquierdas?
En el actual gobierno hay personas con un perfil de izquierdas, empezando por su presidente. También es un gobierno que viene de realizar, como los anteriores de Rodríguez Zapatero, políticas de izquierdas, tanto en reconocimiento de derechos como en políticas redistributivas y de extensión y profundización del Estado de bienestar. Pero la situación ha mermado su capacidad de resistencia frente a los mercados y a los poderes económicos, hasta verse en la tesitura de aplicar propuestas neoliberales como camino único para salir de la crisis. Siendo verdad que hay que hacer reformas en el terreno laboral y en el sistema de pensiones, por ejemplo, la cuestión es cómo, con qué alcance, con qué criterios, y es ahí donde planteamientos de derechas desplazan a enfoques de izquierda hoy por hoy desarbolados. Hay que recordar que no hay política de izquierda sin estrategia en que se enmarque, sin proyecto que la oriente y sin alianzas sociales (y no sólo parlamentarias) que permitan sacarlas adelante. Todo ello es lo que ahora se echa en falta. Siendo verdad que el discurso socialdemócrata padece un agotamiento difícil de subsanar desde el momento en que la práctica de gobierno la contradice, al final son los hechos los que determinan la ubicación política real.
9. ¿Está estancado el actual modelo de democracia?
Nuestra democracia puede mejorar en muchos aspectos. La ciudadanía más activa y crítica reclama cauces de participación más efectiva, a la hora de promover debates en serio, de articular mecanismos de decisión y de elegir candidatos y representantes políticos. Eso exige cambios en la estructura y funcionamiento de los partidos políticos. En otra escala, habría que introducir contrapesos institucionales para que la división de poderes en un Estado social y democrático de derecho nunca se vea disminuida, así como para que los poderes económicos y mediáticos no atenacen al poder político. Hay que ir a un modelo de democracia a la altura de las sociedades complejas, incluyendo su diversidad cultural, de este siglo XXI. Igualmente, la democracia hay que llevarla con todas sus consecuencias a los organismos supraestatales. El caso de la UE es nuestro horizonte más cercano y exigente a ese respecto.
10. ¿Qué reformas fundamentales serían necesarias para revaluar el papel de la política y para hacerla más cercana a los ciudadanos?
Es fundamental fomentar la democracia interna de los partidos políticos, así como la mayor transparencia en todo lo que se refiere a su financiación. Hay que mejorar el funcionamiento de instituciones claves en democracia, como el parlamento, llevando a cabo la tantas veces anunciada reforma de los reglamentos del Congreso y del Senado para posibilitar más agilidad, participación y capacidad de iniciativa por parte de los representantes políticos en su seno. También es importante clarificar y redefinir el papel de las Administraciones públicas (central, autonómicas y locales), resistiendo a los afanes privatizadores que tanto las acosan, pues ellas son decisivas para la realización de las políticas públicas. Y tenemos pendiente la reforma del Senado como Cámara territorial, algo imprescindible para nuestro Estado autonómico y su necesario desarrollo federalista.
18 de Enero de 2011
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