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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

ACUERDOS Y DESACUERDOS

José Antonio Pérez Tapias

 

 La calidad política de una democracia se puede apreciar a la vista de sus acuerdos y también de sus desacuerdos, pues la política democrática se nutre tanto de unos como de otros. Que el sistema democrático exige ciertos consensos en torno a valores básicos y a principios compartidos sobre los que asentar instituciones y procedimientos es un lugar común. Son imprescindibles ciertos acuerdos en torno a cómo entender las libertades de los individuos y los derechos de los ciudadanos, aunque no agoten lo que se pueda pensar, decir y hacer respecto a aquéllas y éstos. Por ello, la democracia también conlleva disensos: el pluralismo es un valor político.

 

La dialéctica de consenso y disenso es, pues, clave en una dinámica política que no tiene más fundamento que el que los ciudadanos podamos darle justamente al reconocernos recíprocamente como tales. De ahí que la igualdad se sitúe en el corazón de la política si de ella ha de tratarse. Como sostiene Jacques Rancière, hay política en tanto que haya igualdad o, al menos, eficaz empeño por ella. Hay que reconocer, sin embargo, que la realidad social dista de ser igualitaria. Cuando esa distancia se acorta la democracia se hace efectiva y la política, verdadera. Cuando no es así, las correlaciones de fuerza y el juego de intereses pueden sobre la política. Es decir, se impone la economía y la política se desvirtúa como mero gestionar al servicio de aquélla, subalterna gestión de lo necesario para un orden dado.

 

Los acuerdos y desacuerdos concretos que en diferentes situaciones se alcancen pueden ser valorados a su vez considerando si refuerzan, respectivamente, los consensos básicos de la democracia o si nutren disensos para mantenerla viva. ¿Qué decir de un pacto como el ahora alcanzado por gobierno y sindicatos? La reforma del sistema de pensiones, ciertamente pactada bajo la presión de la necesidad, habrá que contrapesarla con lo acordado sobre medidas contra el paro, especialmente el paro juvenil. Si la primera no se ve acompañada por un convincente desarrollo de planes de empleo fracasaremos ante el reto político de la igualdad, ya que a pensiones más costosas de obtener se añadirá el incremento de desigualdad que implica el aherrojamiento de muchos, millones de personas, en el desempleo. La tarea es lograr objetivos de justicia en época de crisis, aunque sea difícil precisamente cuando es más imperativo. Si por los mencionados acuerdos no hay que echar campanas al vuelo –no es una victoria el éxito político que suponen-, los desacuerdos tampoco han de llevar a rasgarse las vestiduras. Ya que no se trata ni de reír ni de llorar, tratemos de comprender, como sugeriría Spinoza. Pero exijamos, sobre todo a quien quiera ser muy popular, que se deje de demagogia.

 

(Publicado en el diario Granada Hoy el 3 de febrero de 2011)

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