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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

¿Cómo pagar a los funcionarios por productividad?

Publicado el Noviembre 19, 2010 por econometría

 

Francisco Parra Rodríguez

 

La productividad es una variable clave en el crecimiento económico y en la sostenibilidad de una economía, si bien conectados a la productividad están otros términos económicos como lo son la competitividad y la eficiencia que suelen confundirse por está. Sin entrar en desarrollos de teoría económica, la productividad es una cuestión técnica que tiene que ver con la cantidad de output (bienes y servicios) que genera una unidad de input durante el tiempo que tiene lugar el proceso productivo, y dicho termino así entendido puede ser aplicado a una empresa individual o a un área económica general. El problema radica en valorar convenientemente el output y el input del proceso productivo, ya que en general los procesos productivos generan diferentes cantidades de output y utilizan diferentes cantidades de input (materias primas, energía, trabajo, capital, etc.…), no obstante existe el convenio de utilizar una valoración del output en moneda constante, que no es otra cosa que obtener una valoración de los diferentes output ponderados por los precios que estos tenían en el primer ejercicio en que se realiza el cálculo (año base), y como input el factor trabajo medido bien en unidades persona o en horas trabajadas. La competitividad es un término que tiene en cuenta la productividad y los costes unitarios de los factores productivos, viene a ser el coste con el que se genera una unidad de output, en este caso todos los input productivos son valorados en términos del coste que le suponen a la unidad económica que realiza el proceso productivo, y al igual que en la productividad dada la complejidad de las unidades económicas, también hay realizar valoraciones agregadas del coste de los factores empleados y del valor unitario de los diferentes productos generados. Como ocurre en el caso de la productividad suele ser frecuente el utilizar el coste laboral unitario como referente de la competitividad, esto son las retribuciones que se pagan a los trabajadores en relación con la valoración monetaria de la producción realizada. La eficiencia es un término organizativo que viene a expresar la capacidad que tiene una unidad de lograr la mayor cantidad de producto con los mismos medios, a diferencia de la productividad o la competitividad la eficiencia no es un ratio que se pueda obtener de forma cuantitativa relacionado output e input dentro de una empresa ó industria, ya que adquiere su sentido en los análisis comparativos de diferentes unidades que utilizan la misma técnica, la unidad más eficiente sería entonces aquella que con igual dotación de input obtiene la mayor cantidad de producto ó si se prefiere que precisa menores dotaciones de input para lograr una unidad de output. La eficiencia se valora bien a partir del excedente de producto sobre la unidad menos eficiente o a partir del exceso de factores que incurren las diferentes unidades frente a la unidad más eficiente.

 

A pequeñas escalas y en procesos productivos de bienes: productividad, competitividad y eficiencia son fáciles de evaluar y son conceptos relativamente comprensibles, pero a medida que la escala aumenta las dificultades de valoración de estos conceptos se hacen evidentes. A niveles sectoriales las empresas operan con distintas escalas organizativas y tecnología, producen diferentes productos, utilizan diferentes inputs, acceden a distintos mercados y los problemas de agregación de outputs e inputs se acrecientan. En las actividades no productoras de bienes, aparte de las dificultades de la agregación, hay que acomodar dichos conceptos a la propia naturaleza de la actividad. Pongamos, un ejemplo, la productividad, la competitividad y la eficiencia, son conceptos tangibles cuando se estudian procesos industriales, la industria del automóvil, la metalurgia, etc.…; si lo que queremos valorar es un servicio, la cuestión se complica ya que no existe una producción física de un bien, en muchos casos lo que se hace es acercar el bien al consumidor final, el comercio mayorista y minorista, el transporte de mercancías, por poner algunos ejemplos es lo que hacen, poner en el mercado los bienes agrarios e industriales para que sean consumidos por los hogares ó las empresas, en consecuencia su producción no es lo que vende, sino el margen que obtienen por lo que venden. Aunque estos márgenes se pueden valorar en moneda corriente y constante, la productividad y la competitividad acaba determinada por el modelo organizativo. En la distribución comercial, por poner un ejemplo, los inputs y costes más que asociados a técnicas de producción acaban vinculados a los procesos organizativos y de distribución logística (hipermercados, cadenas sucursalistas, etc.…) que solo son posibles a determinadas escalas de venta. Un pequeño comercio un transportista autónomo se parece a un hipermercado o a una agencia de transportes lo que un huevo a una gallina. Además, un pequeño comercio podría elevar las ventas por ocupado, reduciendo el margen de venta y atraer más clientela ofreciendo precios más bajos. Si su estrategia tiene éxito puede necesitar contratar más personal, aunque si mide la productividad a partir del margen por ocupado, puede ocurrir que en el nivel de ocupación inicial y con unos márgenes más altos dicho comercio obtenga un volumen de beneficios similar o incluso mayor (de hecho en los comercios de alto standing el personal está de brazos cruzados una parte importante de su jornada laboral); son las paradojas de la productividad y competitividad en estos mercados de pequeñas unidades. Puertas afuera, todo indica que el comercio con precios más bajos es más competitivo y productivo que el de márgenes medios más altos. En muchos sectores de servicios de mercado los beneficios empresariales no están ni siquiera determinados por la productividad, competitividad o la eficiencia. Un restaurante puede ser el más rentable por el simple hecho de ser un buen restaurante, con pocas mesas y buenos cocineros y camareros y sin escatimar en gastos acaba ofreciendo un menú que multiplica por cincuenta veces el precio de otro restaurante que ofreciendo comida de baja calidad, que da servicio a multitud de comensales, con un menú escaso y un gran ahorro de personal y gastos. Comparen también si quieren la productividad de uno y otro. Un buen despacho de abogados tiene mercado porque resuelve los asunto a favor de los clientes, y no porque sea barato, intervenga en una multiplicidad de asuntos o funcione con los mínimos costes, estos patrones de negocio pueden valer para una gestoría. En general en muchos servicios el éxito en el mercado está determinado precisamente por lo contrario: personal suficiente y cualificado, buenos resultados acreditados, buen trato, rapidez y quizás también un precio competitivo; y muchos de estos patrones que hemos aplicado a restaurantes y despachos de abogados valen para despachos de arquitectos, consultoras informáticas, peluquerías, fontaneros y porque no academias de enseñanza, residencias de ancianos y clínicas medicas. Los buenos hospitales, allí donde hay medicina privada, son los más caros, y no creo que lo sean porque tengan una determinada ratio de pacientes atendidos/ médicos ó un bajo consumo de medicamentos por paciente; sino porque allí trabajen los mejores médicos, tengan los mejores instrumentos de diagnostico, y no escatimen en personal de enfermería ni en cuidados, amén de las atenciones y buen trato que reciben los pacientes. No dudo que en todos estos sectores se pueda construir un buen índice de productividad, competitividad y/o eficiencia, pero me da que al final lo que determina su éxito es el nivel de calidad del servicio.

 

Pues con estos problemas que de por si tiene comprender y medir la productividad allí donde el servicio tiene al menos un valor de “mercado”, en este afán de mercantilizar toda actividad económica se plantea ahora el pagar a los funcionarios según su productividad. No es nada. Podemos avanzar algunos índices:

 

- a más pacientes atendidos en asistencia primaria por médico, más productividad.

- a más alumnos por profesor, más productividad

- a más calle vigilada por policía, más productividad

- a más presos por funcionario de prisiones, más productividad

- a más asuntos por juez, más productividad

- etc.

 

Ojo, que nadie ha propuesto pagar más por la calidad del servicio; es decir a:

 

- a pacientes mejor atendidos, mas productividad

- a alumnos mejor preparados, más productividad

- a calle mejor vigilada, más productividad

- a menos presos reincidentes, más productividad

- a mejores sentencias, más productividad

- ….

Claro que posiblemente, esta otra vara de medir lo que lleva es a mostrar es falta de médicos, profesores, policías, cárceles o jueces, y justamente tengamos que hacer lo contrario a lo que nos proponemos: aumentar los funcionarios públicos.

 

Es evidente, que en la retribución del funcionario a de tenerse en cuenta algún factor que premie el esfuerzo que realice el funcionario, nadie lo duda, pero esto no es pagar por ser más productivo, es pagar por hacer las cosas mejor; y parece que está en contradicción que aparece en los catálogos de puestos de trabajo, se remunera mejor, es decir con más complementos, la proximidad al jefe, y el complemento es mayor cuanto más supremo es el jefe, y paradójicamente menos cuando el puesto de trabajo está más cercano al ciudadano. El público en general se queja del trato que se recibe en las “ventanillas”, y lo cierto es que los puestos de atención al público nadie los quiere, entre otras cosas, porque son los peores retribuidos, y muchos de ellos acaban siendo ocupados por los trabajadores públicos temporales. Estos catálogos, incluyen también muchas singularidades, puestos de trabajo con las mismas funciones pero distintas retribuciones, y muchas veces esto ocurre porque el que lo ocupa ó quien lo ocupaba era el más amigo del jefe, y todos sabemos que en más de una ocasión esta amistad ha llevado la etiqueta de paga de productividad. Por otro lado, está la inspección de servicios, que son esos señores(as) que tiene que tiene la responsabilidad de valorar estas disfunciones en la prestación de los servicios público. Aparte de aprobar compatibilidades, ¿se les conoce alguna contribución en catalogar y valorar la calidad de los servicios?; en mi experiencia administrativa: ninguna.

 

En la administración pública española más que problemas de productividad ó de competitividad que, como he tratado de explicar, son ajenos a las características de estos de estos trabajos, sí que hay problemas de eficiencia; y esto es que unidades con dotaciones similares prestan niveles de servicios muy distintos, me explico:

 

- Hay consultorios médicos que funcionan bien (atienden con poca espera, y no van a la solución fácil: recetar y derivar al especialista) y otros no tan bien.

- Hay colegios que funcionan bien (con bajo fracaso escolar y buenos resultados académicos) y otros que funcionan mal

- Hay calles mejor vigiladas y otras peor, siendo similares en cuanto a la población residente

- Hay cárceles en donde los presos se reinserten y otras en donde reincidan.

- Hay juzgados en donde los pleitos se demoran y otros no.

- ….

 

Estos sí que deben de ser criterios de distribución “productividades” entre unidades para así conseguir un nivel de eficiencia que haga que el servicio público se desempeñe con el mismo estándar en una región y en otra, en cualquier pueblo ó en cualquier ciudad, en un barrio pobre ó en uno rico, y no como ahora al criterio del jefe. Ahora bien el mejorar los niveles de calidad de todas las unidades acabar siempre teniendo una transcendencia presupuestaria, y en este nuestro país incluso de financiación autonómica.

1 comentario

J.Federland -

Me parece muy buen articulo puesto que desconocia un par de cosas que me logre aclarar al leer este tema.

Gracias.