Sombras y Luces
SOMBRAS
El error de no emitir un mensaje diferenciado desde el Partido nos llevó a la derrota de 1996.La situación de desmovilización, de atonía, de abstención, de desencanto, inunda el cuerpo social. Debido a una política parlamentaria y electoralista, sin capacidad de imbricarse en el tejido social.
Un partido electoralista, lleva a un sacrificio de los planteamientos ideológicos.
Renunciar a las señas de identidad ideológica es una manera sutil de renunciar, también, a transformar la sociedad en profundidad.
Cuando se abandonan los principios, el poder se torna en un único proyecto.
Empobrecimiento ideológico y postergación de la dinámica propia del Partido a las exigencias de la gestión institucional.
Pérdida de los referentes éticos y programáticos del socialismo democrático, como impronta de partido transformador y de progreso. Paulatinamente se perdió la sintonía con jóvenes movimientos sociales, se acentuó el desencuentro con los sindicatos.
Excesiva dosis de adocenamiento, deplorable falta de iniciativa, distanciamiento de los representantes parlamentarios con la sociedad. Partido abúlico, autista; sumisión, sucursalismo y seguidismo acrítico y acéfalo; amordazamiento de la disidencia.
Oligarquía disfrazada de populismo progresista y burocracia alejada del auténtico movimiento obrero. La vinculación con el ciudadano ha quedado reducida a una relación ocasional. Languidecen los grupos de trabajo a la vez que obvia la participación.
La izquierda se debilita si acepta acríticamente la privatización de la economía, la desregulación del mercado laboral, el recorte de los derechos sociales, el dumping laboral y social.
No se puede prometer un giro a la izquierda, para luego pactar con la derecha.
Concepción belicosa de la política: “oposición a la espera”. Partido desarbolado: “conformismo” de esperar que el PP caiga del gobierno por desgaste o por sus propios errores.
Evolución del reformismo revolucionario al gradualismo socialdemócrata.
“Enrocamiento” en la autocomplacencia y el monolitismo. Giro significativo a los síntomas de agotamiento. No fuimos capaces de trascender a la oligarquización y al sectarismo.
Un partido que propicie obsesivamente la uniformidad, no es habitable por los socialistas. No es lícito usar el sistema de mayorías y minorías para aplastar discrepancias. Racionalizar el debate interno fortalece la unidad del Partido.
Un partido que resuelve o trata de resolver los problemas por arriba y que tiende al hiperliderazgo, acaba no solo desligándose de la base social, sino también perdiendo el impulso necesario de la militancia (“sequía militante”).
Cualquier organización que estime que la cohesión interna se logra únicamente a través de actitudes de exclusión o fidelidad al líder (filias y fobias), irremisiblemente propicia y fomenta un talante que no tolera divergencia, e introduce un su seno una nefasta cultura de hostilidad (satanizar el disenso y santificar la unilateralidad).
El Partido se divide entre los que quieren un partido de representación y los que seguimos queriendo un partido incardinado en la lucha de clases y que no se ciegue en el electoralismo.
DENUNCIAS
Se perdió la ocasión para realizar una apertura del PSOE, reconocer y dar contenido (y representatividad real) a la pluralidad interna, renovar cuadros, establecer serias incompatibilidades, ejercer control de la gestión en las instituciones y potenciar nuevos métodos y fórmulas de interacción con el tejido social.
La política entendida como profesión vitalicia es rigurosamente incompatible con las ideas y valores del proyecto socialista.
Es más que necesario, urgente un cambio de cultura interna que acabe con satanizaciones de disidentes, trabalismos, filias y fobias y seguidismos ovinos.
No podemos recuperar nuestro impulso transformador si no somos capaces de poner en marcha un partido transparente, participativo, disciplinado, abierto al entorno y con un discurso político que conecte con las aspiraciones de cambio social.
Desde la izquierda defendemos que la realidad es modificable y que el sistema democrático es el mejor marco para transformar la realidad desde la libertad. Apostamos por una cultura participativa y por el aprendizaje de la ciudadanía. Hemos de desarrollar un modelo de virtud del cual el ciudadano se convierte en miembro consciente de la comunidad, gracias a la discusión política, la intervención en los asuntos públicos y las relaciones de cooperación con otros ciudadanos. Aspiramos a que los ciudadanos sientan la democracia como algo propio y que se impliquen.
No existe casa común, sino causa común. Corresponde hacer esfuerzos para abandonar actitudes fundamentalista, las tendencias hacia el hegemonismo, el seguidismo a los liderazgos carismáticos y el atrincheramiento en las respectivas culturas (posturas) políticas.
La democracia implica una forma de entender al hombre, significa un nuevo modo de interpretar las relaciones humanas.
El socialismo es un humanismo, por cuanto exige someter la racionalidad económica y la racionalidad técnica a una racionalidad universal cuyo supremo valor es la autonomía de la conciencia moral individual y la consecución de un orden convivencial sin opresiones.
El PSOE ha de rechazar todo intento de desvirtuación de su lucha contra el poder económico como generador de dominación política y miseria intelectual de la clase obrera. Asumiendo el compromiso y el riesgo de hacer propuestas audaces y de izquierdas, pero sobretodo ser creíble ante la sociedad. Sus programas deberán estar inspirados e impregnados por la consecución del Estado de Bienestar fuerte y consolidado, una amplia red de protección social y los ideales de igualdad.
La cohesión social se logra principalmente favoreciendo el desarrollo de una escuela pública de calidad, una red de servicios de salud pública y garantizando la estabilidad del sistema de pensiones.
¡Si no ponemos remedio, puede irnos peor aún! La derecha está ganando la batalla cultural: el neoliberalismo es hoy cultura hegemónica; el pensamiento único se impone, el mercado, la competencia, el individualismo posesivo, la mercantilización de las relaciones humanas y la “mesocracia” se han constituido en bases naturales y se acepta que la desigualdad, y lo que ella acarrea, pertenece a la naturaleza intrínseca de las cosas. Si la vida se sitúa en este discurso reduccionista, no es de extrañar que los ciudadanos asuman que la diferencia entre la derecha y la izquierda no existe ya.
La ciudadanía es incompatible con el privilegio, éste es la negación de la ciudadanía de los otros.
El poder económico se ha convertido en poder político. Pero la política no debe ser sierva de la economía, ni el hombre siervo del mercado.
NECESIDADES
Construir una alternativa de progreso que movilice a la mayoría de la sociedad, hacer un partido más ágil y atractivo, recuperar la credibilidad ética y programática del proyecto socialista.
Es preciso que la izquierda salga del error de fijar sus objetivos solamente teniendo en cuenta posicionamientos estratégicos coyunturales. Ya no es tiempo de políticas a pequeña escala, ni tampoco para la postergación ilimitada de los problemas. La izquierda está obligada a configurar una alternativa progresista real sobre la base de una convergencia estratégica de todos los sectores que la conforman.
Si el Partido confía en realizar su programa, tiene que conseguir, no solo, una mayoría parlamentaria, sino también una fuerza social que respalde a esta mayoría.
La política de masas y la lucha ideológica son los ejes fundamentales. Con el mismo empeño que al Partido mantiene su grupo parlamentario y organiza campañas electorales, necesita plantearse con rigor un plan sectorial y así llegaremos a conseguir un lugar de masas indolentes o sumidas en la depresión, sectores que sean los que empujen al cambio. Se necesita una política de masas que lleve a la movilización de las conciencias. El PSOE tiene que motivar y ofrecer a los sectores el resurgir dela conciencia de la situación en que se hablan; tiene que estar presente en el mundo sindical, ocupar el papel de animador de los movimientos de masas, de los movimientos populares; ofrecer a los trabajadores la conciencia de su destino histórico, erigiéndose en trinchera de resistencia y ataque para el desarrollo de la lucha de clases.
Es imprescindible “radicalizar” y diferenciar nítidamente el mensaje socialista: deseos emancipadores de progreso y transformación social. Limitar la influencia neoliberal defendiendo el Estado del Bienestar, y la transformación federativa del Estado Autonómico.
En definitiva, se impone la urgencia de interactuar y armonizar la vertiente institucional y la movilización ciudadana. Se requiere, pues, considerar que la principal fuerza del Partido radica en la garantía de un debate interno permanente que garantice una seria construcción política y ética que acabe con las situaciones de inercia y atonía y, a la vez, impulsar la creación de conciencia de clase y el protagonismo ciudadano responsable. Actitudes que suponen una auténtica revolución cultural
En cuanto a nuestra dinámica de funcionamiento y organización como partido; todas sombras, denuncias y necesidades, reclaman cambios internos profundos:
Huir de la tentación de mantener un mensaje poco incisivo y difundir nuevos proyectos que supongan un nuevo impulso ante una sociedad civil desideologizada e individualista, un mundo del trabajo segmentado y corporativizado y una amenazante globalización capitalista.
Respeto al pluralismo interno, debate basado en corrientes y no en grupos y grupúsculos personales.
Preparar la renovación de líderes y equipos para posibilitar cuando sea necesario efectuar amplios relevos teniendo presente un régimen de incompatibilidades, la limitación de mandatos, presentación de listas abiertas y la celebración de primarias.Estas modificaciones suponen el reclamado debate ideológico efectuado desde la superación de las rivalidades internas basadas en personalismo. La cohesión interna es necesaria, siempre que se garantice la pluralidad que promueve articular el debate un torno a posicionamientos políticos e ideológicos globales.
LUCES
Considerar y reivindicar la política como ética cívica al servicio de la colectividad en defensa de la acción pública y como compromiso con el bien común; fomentando así una cultura cívico-participativa que “politice” a la ciudadanía.
Ofrecer un proyecto político de contenido transformador que supere inercias y que incorpore a aquellos agentes emergentes más activos. Es conlleva ganar credibilidad desde dentro, con un sano equilibrio democrático interno, para recuperar adhesiones de fuera.
Tanto en la oposición, como desde el poder, se puede hacer un programa socialista, pero hay que identificar lo que eso significa y, lo que requiere, como es retomar la función pedagógica (el PSOE como pedagogo colectivo) de liderazgo e impulso a la conciencia de los trabajadores.
Nueva etapa de esperanza; devolución moral y estructural, un humanismo de la liberación:
Actualización de nuestro discurso ideológico, que responda desde nuestros principios a las nuevas realidades de la sociedad actual.
Estructura organizativa moderna y comprometida, capaz de multiplicar la fuerza del Partido en una labor continua de expansión y presencia social, para que nuestro proyecto asuma las demandas de los ciudadanos, sea compartido por muchos y, así, se convierta en el referente del cambio para la mayoría social.
De éstas, actualización, estructura y compromiso, deberá proceder un programa político integrador y de progreso.
DECLARACIÓN PROGRAMÁTICA
Izquierda Socialista nace de la necesidad, el compromiso y la posibilidad de crear un polo de izquierdas o a la izquierda del PSOE; todo lo flexible que sea necesario a la vez que rigurosa y exigente, capaz de coordinar las posiciones políticas de la izquierda del Partido.
Nos manifestamos contrarios a la militarización del pensamiento y a la involución democrática.
Requerimos la construcción de una coalición contra la exclusión y la pobreza.
Rechazamos este modelo de globalización y apoyamos a los movimientos emergentes “Otro Mundo es Posible”.
Exigimos un debate en profundidad en la Internacional Socialista. Ésta debe adaptar una actitud beligerante contra el concepto de pensamiento único, denunciando que enmascara planteamientos ideológicos clasistas.
“No se demuestra el amor a mi ideal asintiendo a cuanto en su nombre se realiza; la depuración y aquilatamiento de las ideas e instituciones no sería posible si el pensamiento adoptara esa servil actitud, y el valor pragmático de la Historia sería, además, nulo. Solo la ingenuidad pude haber intentado evitar la crítica de un movimiento...”
Fernando de los Ríos “Mi viaje a Rusia”
19-08-2002
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