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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

Auto contra Garzón

En el juicio abierto al juez Garzón por las escuchas en la cárcel a imputados en el caso Gürtel y a algunos de sus abogados, uno de ellos imputado, no puede pasarse por alto la simbología que encierra: una justicia que actúa más diligentemente contra quien persigue el delito por supuestas extralimitaciones en su función que contra los presuntos delincuentes, que ponen ruedas en la investigación y que están asistidos de estrategias defensivas pagadas probablemente con el fruto del saqueo realizado a las Administraciones públicas y al contribuyente.

 

No parece cosa del azar que sea este el primer juicio contra Garzón de las tres querellas que pesan sobre él. El primer turno correspondería más bien a la causa por los crímenes del franquismo, pendiente de juicio desde hace un año y que sufre una extraña parálisis desde entonces, como si el Supremo temiera la repercusión mundial que suscita y pretendiera iniciar el paso de Garzón por el banquillo con un asunto menos controvertido.

 

La causa por las escuchas es procesalmente tan endeble como la de los crímenes del franquismo. No tiene, sin embargo, su trasfondo: la desconsideración a las víctimas de aquel régimen y a los familiares que pugnan por rescatarlas de las fosas donde yacen. A los pocos meses de iniciada la investigación del caso Gürtel, Garzón detectó indicios de que abogados de los cabecillas de la trama -Correa y Crespo- podían hacer funciones de enlace con el exterior y ordenó intervenir sus comunicaciones de acuerdo con la Ley Penitenciaria y la expresa salvaguarda del derecho de defensa.

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elpais.com/articulo

 

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