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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

Entre 'dedazo' y primarias, congreso

En el proceso que ayer culminó con la toma de decisión del presidente del Gobierno de no repetir candidatura en las elecciones de 2012, todo parecía encaminado a producir el más irreparable de los deterioros posibles al gobierno del Estado, a las perspectivas electorales del PSOE y a la confianza de los electores. Más aún, parecía como si estuviera diseñado por los estrategas del Partido Popular (PP), de tanto flancos como dejaba abiertos a la ofensiva contra un gobierno muy limitado en su autonomía para ejecutar políticas propias: centrar la actual campaña electoral en cuestiones que nada tienen que ver con la vida municipal ni con las Comunidades autónomas y ahondar la desconfianza de los electores socialistas, muy irritados ante el espectáculo de una duda carente de la dramática grandeza de ser o no ser, puesto que ya no se era.

 

La cuestión hoy, resueltas las dudas, no se refiere al anuncio de una decisión forzada, tampoco a si no hubiera sido mejor, puesto que la tomó, según nos dice, hace siete años, haberla anunciado antes, por ejemplo, al presentarse por segunda vez como candidato, sino a las posibilidades que quedan abiertas para enderezar una marcha que conducía a una estrepitosa derrota. Y a este respecto, una cosa es clara: la incorporación a los estatutos del sistema de primarias para decidir el candidato a la presidencia de gobierno no puede dejar de provocar tensiones en un partido que elige a su secretario general, y le dota de un fuerte poder sobre la organización, en un congreso.

 

Porque, a pesar del silencio que ha mantenido sobre su futuro como secretario general del partido, la renuncia anunciada ayer abre no solo una crisis sucesoria en la candidatura a la presidencia del Gobierno, sino, lo que es tan importante, un vacío de poder en la dirección del partido: la actual comisión ejecutiva del PSOE tiene ya, como el Gobierno, los días contados. Lo lógico sería que la primera renuncia a la candidatura se complemente a su debido, pero no muy lejano, tiempo con una segunda renuncia a la secretaría general y que, por tanto, el primer congreso que se convoque proceda a elegir un nuevo secretario general que quedaría capitidisminuido si no fuera nominado candidato a la presidencia.

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elpais.com/articulo

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