La estabilidad económica de los países de la eurozona cuenta desde ayer con un nuevo episodio nacional, el de Portugal
La estabilidad económica de los países de la eurozona cuenta desde ayer con un nuevo episodio nacional, el de Portugal. El primer ministro José Sócrates presentó su dimisión porque su plan no fue aprobado. El Plan presentado por Portugal contaba con todos los favores de la Unión Europea y el Banco Central Europeo y fue rechazado por toda la oposición, incluyendo los representantes de la derecha portuguesa que por cierto, son parte de la derecha que controla la política europea.
¿Hasta cuándo los ciudadanos europeos van a aguantar los recortes salariales y sociales mientras sus representantes, europeos, defienden a multinacionales financieras y grupos de inversión? ¿Cuándo la silenciada revolución islandesa, que ha supuesto un vuelco en el panorama político de esta pequeña nación europea, va a hacer eco de presencia en la ciudadanía (portuguesa) europea?
Las movilizaciones en Islandia, han exigido el encarcelamiento de los carroñeros económicos del país, se han negado a asumir las deudas de los bancos y han dado “una patadita” al FMI y a los mercados.
La única salida para los ciudadanos europeos es promover una asamblea popular para redactar una nueva Constitución mediante unas elecciones libres y democráticas donde los ciudadanos elijan, en listas abiertas y de forma directa, a sus representantes al parlamento europeo. Una nueva constitución social, que trate con dignidad las cuestiones humanas y deje en un segundo plano a los mercados. Los mercados deben estar al servicio de los ciudadanos y no los ciudadanos al servicio de los mercados.
Tomás Martínez
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