Sindicalismo europeo
Una de las carencias que esta crisis económica ha puesto de manifiesto ha sido la ausencia de un movimiento sindical europeo e internacional fuerte y organizado, que responda a la nueva economía del siglo XXI, esa economía que se ha globalizado y que ha ganado el pulso a la política, que también se ha dotado de instrumentos efectivos para implementar medidas en ámbitos supranacionales, como la Unión Europea o el G-20.
Los sindicatos mayoritarios de la Unión, organizados en Confederación, renunciaron a utilizar el último recurso a su alcance, la convocatoria de una huelga general europea. Con ello, desarmaron a los trabajadores y enviaron un mensaje inequívoco a gobiernos y empresarios, que estos no tardaron en traducir en reformas apresuradas de un sistema económico que había sustentado el Estado de bienestar desde la Segunda Guerra Mundial.
El sindicalismo europeo e internacional debe dotar a sus confederaciones (la CES y la CSI) de una estrategia unívoca y de mayores competencias en la toma de decisiones, aunque eso suponga renunciar a ciertas autonomías confederales. Así, seguirán yendo a remolque de la globalización económica, pero un poco por delante de gobiernos europeos y mundiales. En sus manos está nuestro poder.
FRANCÍ XAVIER MUÑOZ SÁNCHEZ - Madrid - 25/02/2011
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