DIAS DE ESCUELA
Por Francisco Parra
“Bien abrigado, llegaba al colegio, mil novecientos sesenta, hace poco tiempo…”, canta el vocalista de asfalto, el grupo actúa algo incomodo en un pequeño escenario improvisado en una discoteca rural que tiene más apariencia de salón de baile que de discoteca, al fondo los paisanos escuchan el rasgueo de guitarras eléctricas y el tum tum del baterista “.. formados ante una cruz y a ciertos retratos….”, los músicos acostumbrados a los teatros de los colegios mayores de Madrid, a las amplias campas de los conciertos estivales que empiezan a proliferar en la España que estrena democracia y libertad, o a los selectas salas de conciertos de las capitales a los que acude una muchedumbre de entregados, que no paran de bailar imitando a los guitarristas, punteando en guitarras imaginadas, se van dando cuenta de lo efímera que resulta la fama, desplazados por la movida madrileña, los rockeros apuran los últimos réditos de sus pasados éxitos, actuando para un público en su mayoría indiferente, en el que apenas unos pocos pulsan su imaginario instrumento…. “…entre bostezo y bostezo, gloriosos himnos pesados…” prosigue el cantante con su tonada.
Entre ese público diríamos más actual, hay alguien que evoca su escuela tan parecida a aquella que el compositor ha versado, “ … despertamos en pupitres de dos en dos, aún recuerdo el estrecho bigote de Don Ramón… ”- retumba la música lo largo de la sala de baile. Don Ramón o Don Antonio, que más da, también con su estrecho bigote, su cara angulosa y pelo abrillantado por la gomina, facha agitanada , voz bronca, y mano larga, enhiesto y siempre con el cigarro en la mano, dictando las tablas de multiplicar, dos por uno, dos, dos por dos, cuatro,…era el director de aquella escuela rural con aires capitalinos, construida en la república, de ladrillo rojo, amplios ventanales y aspecto modernista, tenía dos plantas para separar conveniente la instrucción de niños y niñas”.. la estufa de carbón frente al profesor, la dichosa estufa que no calienta ni a Dios..” – resuena la canción. Frente a la entrada un patio delantero colmado de plataneras que habrían sus ramas para dar mejor sombra, fruto sin duda de los buenos oficios de algún bedel que debió tomarle el gusto a la jardinería, el patio de atrás ralo era campo gimnástico, aquella escuela que debió ser limpia y alegre en su momento, estaba dejada de la mano de dios, gris, sucia, desconchada y con unos servicios tan malolientes que las necesidades se hacía a uno de los costados del edificio, allí crecía la mala yerba abonada por los orines y cacas de los muchachos. Jardineras en donde antaño crecía la caléndula, eran pasto de ortigas y cardos. Integradas en el patio se habían construido viviendas en planta baja para los maestros , con jardincillos en donde crecían rosales, lilas, begonias , margaritas y calendulas.
“…Suena el timbre ¡Al Fin!, bocadillo, recreo, ¡Qué pasión!...”, “Una tortura más, antes del juego, la leche en polvo y el queso americano…” – ahora la guitarra y el bajo quitan protagonismo al vocalista. Que poco nos gustaba aquella leche, los que podíamos llevábamos envuelto en papel unos gramos de “colacao” para digerir el presente del amigo americano, a la escuela se iba jugando, chascando cantos rodados, uno tiraba el pedrusco y otro había de acertar y por mor de la física desplazarlo algunos centímetros hacía atrás, el primer tirador recogía su guijarro y guiñando el ojo hacía puntería para acertar al canto del otro tirador, al final siempre había que correr porque se hacía tarde y la puerta de la escuela quedaba cerrada a cal y canto. En el recreo se jugaba al abrigo de las plataneras con la peonza, las canicas, las bolas de rodamiento y las chapas. Liberados del temor que infundía el magisterio, en el patio se avivaba la imaginación para lo malo y para lo bueno, surgían así las bravatas más groseras, junto a las rifas en las que nos desprendíamos de canicas, cromos, indios y vaqueros, con la ayuda del papel de la suerte, cuyas caras interiores convenientemente coloreadas daban cuenta de la jerarquía del premio, o los mercados de estampas recortadas de cajas de cerillas, cuya cara se adornaba con litografías de animales, flores, toreros, loza, etc….”…sales Sales tú y el gordo después, te cambio los cromos, te juego al tacón.” …”…Sabes tú, la ligo yo, apuremos el tiempo que ya nos meten dentro,,,,” . “Yeahh..” – grita al cantante.
Maestros como en botica, de todo había en la escuela, buenos y malos, estirados y cariñosos, laxos y severos, y alguno hasta impedido de ejercer su magisterio por antiguas rebeldías, lo cierto es que la memoria de un niño solo recoge los buenos recuerdos, los de Don Julián que premiaba la aplicación enseñando en la salita de estar de una de aquellas viviendas en donde aún crecía la caléndula, los libros de Salvat con esplendidas fotografías la fauna ibérica o selvática, ó don Ricardo que premiaba el cuaderno de deberes más airoso, en el que cabía el dibujo, el recorte de revista y el poema. ¡Hay las bravuconadas que nos llevaron a querer ser hombres apurando las colillas que encontrábamos por el suelo!. Con cuanta razón uso aquella vez Don Ricardo la vara de fresno para que entendiéramos que el tabaco no solo era malo para la salud, sino que apurar la colilla de algún achacoso podría causarnos algún mal mayor.
“… Dos horas de catecismo y en Mayo la comunión. La letra con sangre entra, otro capón,…”- vuelve a oírse al cantante con su tonada. El cura todos los lunes daba la religión, y preguntaba de que iba el sermón del domingo, siempre a aquellos que no había ido a misa o los que habiendo ido habían estado distraídos, bien lo sabía el ya que niños y niñas en misa siempre ocupaban las primeras bancadas de la iglesia, a la derecha del párroco los hombres a la izquierda las mujeres. Los lunes el capón era seguro. Mayo, el mes de las flores y los altarcitos para la virgen, era la única vez en que los chicos subíamos hasta la planta de las chicas, solo para rezar juntos el rosario. Los recreos siempre a horas distintas. Ascender aquellas escaleras en otro momento, era pena de muerte segura… “…tarea para mañana y puesto el abrigo, otra copla a los del cuadro y hasta mañana Don Ramón…”….Hasta mañana Don Ramón o quizás hasta después, pues los magros sueldos requerían de permanencias que abonaban las familias que podían.
El sonido de la banda es poderoso, limpio, entre rock y pop, sin duda son buenos músicos, actuando con profesionalidad incluso para un público para nada entregado…, “ Y ahora tú, qué pensarás, si cuando más me oprimían, más amé la libertad…y es a ti a quién canto hoy,…enseña a tu hijo, oooohhhhh enseña a tu hijo a amar, laaaa,,,,,,, libertad”.
El vinilo de Chapa-discos ha dejado de sonar, y el final de la canción me ha devuelto a la realidad de este cuartucho trastero al que de cuando en cuando bajo a escuchar música de los años ochenta, es una aparato destartalado y remendado cuyo tiempo se contará por el que dure la aguja de su brazo que ya parece ir teniendo el tiempo contado, sin duda cuarenta años de servicio ya es mucho tiempo para un electrodoméstico. Subo a casa a leer el periódico: el dichoso paro que no mengua, los recortes, a vueltas con la ley Wert, la reforma de la ley del aborto,..he puesto la televisión y por la uno ponen la homilía de Cañizares en el día de la familia….la apago y salgo a la ventana a airearme, miro lejos, agudizo mi vista de miope todo lo que puedo y en el horizonte alcanzo a ver ajado el jardincillo en donde Don Julián plantaba las pocas caléndulas que aún crecían en la escuela del pueblo.
DIAS DE ESCUELA
Bien abrigado llegaba al colegio,
1960 hace poco tiempo.
Formados frente a una cruz
y a ciertos retratos
ente bostezo y bostezo,
gloriosos himnos pesados.
Despertamos en pupitres de dos en dos,
aún recuerdo el estrecho bigote de Don Ramón,
y la estufa de carbón frente al profesor,
la dichosa estufa que no calienta ni a Dios.
Suena el timbre, ¡Al fín!
bocadillo, recreo, ¡Qué pasión!
Una tortura más, antes del juego,
la leche en polvo y el queso americano.
Sales tú y el gordo después,
te cambio los cromos, te juego al tacón.
Sabes tú, la ligo yo,
apuremos el tiempo que ya nos meten dentro.
Yeahh...
Dos horas de catecismo y en Mayo la comunión.
La letra con sangre entra, otro capón,
tarea para mañana y puesto el abrigo,
otra copla a los del cuadro y hasta mañana Don Ramón.
Y ahora tú, qué pensarás,
si cuando más me oprimian, más amé la libertad
y es a tí a quién canto hoy,
enseña a tu hijo, oooohhhhh enseña a tu hijo
a amar, la libertad
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