El Relaxing party
José Francisco Mendi
Espacio Abierto
España podrá alejarse del bipartidismo, en un escenario de fuerte abstención, pero sigue siendo una sociedad profundamente polarizada y politizada, que no necesariamente partidaria. La realidad electoral es así de cruda y no refleja la diversidad de la sociedad española, ya que no debería ser incompatible la bipolaridad, izquierda-derecha y la diversidad en la izquierda.
Los históricos bloques electorales entre izquierda y derecha que recorren nuestra historia reciente a base de votos, y algún que otro golpe de estado fascista, se mantienen en líneas generales. Echen números gruesos y les saldrán las cuentas. Las diferencias medias entre los bloques de votantes progresistas y conservadores oscilan en unos dos millones de media histórica por elección. Si bien los comicios de 1982 y 2011 marcan los máximos puntos de inflexión con diferencias cercanas o superiores a los 4 millones de votos.
La victoria electoral, hasta el momento, se ha decantado por el bloque que menos ha frustrado y/o engañado a sus votantes. En la etapa más reciente, la desolación en la derecha española tras las mentiras de Aznar por los atentados del 11-M provocó la inesperada victoria de Zapatero. Y la desesperanza de los electores de izquierda con el camino emprendido por el PSOE en el final de su última legislatura, facilitaron la victoria de Rajoy.
El PSOE por muchas y diversas razones va a ser la referencia mayoritaria de la izquierda española, como lo ha sido en todo el periodo democrático, a pesar de sus muchos e importantes errores, mientras PCE e IU a pesar de sus esfuerzos y luchas nunca ha llegado al 15% del electorado a nivel estatal.
El bipartidismo es negativo porque no representa a la sociedad real como cada vez se percibe más en el propio electorado cuando descendemos a escenarios de elecciones autonómicas o municipales. Así que bipartidismo no, reequilibrio en la izquierda si, y a partir de ese reequilibrio pacto y colaboración.
Resulta preocupante que siendo este el panorama real, una parte de la izquierda transformadora, representada principalmente por IU, haya asumido el discurso de una nueva doctrina política de la izquierda única y verdadera. Hemos pasado del “sorpasso”, de las dos orillas, al objetivo de la derrota del bipartidismo PPSOE. Pero tanto la teoría como la práctica, y las consecuencias, son las mismas. Esperar sentados a que llegue esa mayoría electoral suficiente de la izquierda única, que permita gobernar en solitario, mientras la derecha sigue rematando su demolición de los derechos sociales.
Sin duda ha habido comportamientos del PSOE desde el gobierno que nada tienen que envidiar de algunas medidas neoliberales de la derecha europea. Y así les ha ido. El problema es que el enunciado correcto de esa frase es: “así nos ha ido”. Por lo tanto me afecta, nos afecta a todos los progresistas. Me preocupa ese comportamiento, como también a la socialdemocracia le afecta que otras izquierdas se alejen del acuerdo y vean al PSOE como el objetivo a batir en la contienda electoral. Mientras, los conservadores mantienen aglutinadas a sus huestes. Desde los liberales hasta su propio “amanecer dorado”. En una engrasada y engominada maquinaria que representaría en España, el “Relaxing party”.
Por esta y muchas razones he participado y ¡he votado! en la Conferencia Política del PSOE sin ser miembro de ese partido. Me permito esa exclamación porque no pude disimular la mezcla de extrañeza y satisfacción al ver cómo se aprobaba en esa reunión la celebración de elecciones primarias abiertas a la ciudadanía para las candidaturas electorales. O que, simplemente, me dejaran votar siendo sólo un invitado codecidiendo con hombres y mujeres, militantes o no, el futuro de un proyecto de cambio para la izquierda en este país y, sobre todo, para este país desde la izquierda. Incluso, junto a otras personas que militamos en la izquierda transformadora, hemos sido tildados como peligrosos aperturistas por defender lo obvio: el acercamiento entre representantes y representados. Algo sencillamente necesario, pero no suficiente, para reconciliarse con la sociedad que sigue siendo profundamente política pero distantemente partidista.
Parece que participar en un debate abierto con militantes de base de otro partido de la izquierda en su conferencia política y representantes de distintos movimientos sociales presentes y no afiliados al PSOE es una traición, mientras que pactar, cosa que nos congratula por lo que supone de freno a las políticas del PP, en un ámbito como Andalucía, es legítimo.
Humildemente pensamos que las dos cosas son legítimas y necesarias en un momento de ataque a todos los derechos sociales conseguidos.
Mientras hombres y mujeres libres, diversos y plurales, con diferentes militancias, pero con un mismo objetivo, dialogamos, debatimos, discutimos y decidimos, la derecha, fuerte y unida, mostraba su inquietud temiendo perder el poder de todas y todos para quedarse sólo con su poder. La respuesta visceral de sus voceros y analistas es la mejor demostración de que vamos en la buena dirección.
Hemos visto estos días cómo la poderosa maquinaria económica y mediática del “Relaxing party” español ha desplegado sus garras para golpear, una vez más, a los defensores de los más desfavorecidos. Esa misma derecha que intentará noquear a quien pretenda oponerse a la rapiña de lo público para su beneficio
La fiera, que pacía relajada en los prados de los derechos sociales relamiéndose tras cada Consejo de Ministros, sabe que ya no puede dormir tranquila. Que se acercan gritos de protesta dispuestos a traspasar las calles con la gente, junto a sindicatos y mareas, para llegar a las urnas. Y ese será su final. El de una pesadilla en blanco y negro que llevamos sufriendo demasiado tiempo.
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