El canto del cisne
Martes 19-06-12
EL NORTE DE CASTILLA
VUELTA Y MEDIA
El canto del cisne
ANTONIO PIEDRA
«La esperanza de renovación se ha
cercenado otra vez por la mínima. Han
colocado como presidente y
vicepresidente a dos funcionarios que
son la antítesis de la cercanía popular»
Aunque aseguren que la lucha estuvo muy igualada -lo cual fue rigurosamente cierto-, la realidad última no ha deparado sorpresas. Todo ha salido a pedir de boca: el oficialista Javier Izquierdo se ha hecho - y para ello contaba con la bendición de Ferraz y la indulgencia plenaria de las familias oligárquicas pucelanas- con la Secretaria General del PSOE en Valladolid. Si nos atuviéramos estrictamente a la escenografía .¡ lo que son cinco votos de diferencial-, sólo observamos fotos con caras largas: la de Mario Bedera que aprobó su gestión por los pelos, la enigmática de Antonio Gato sin desvelar a quién servía, la genuina y franca sólo de Cecilio Vadillo que no se creía del todo lo sucedido, la de Javier Izquierdo que contenía su gozo por que todo compadreo lleva en su adene la seriedad fingida, y la de los electores atónitos: unos porque, ay, siempre ganan los mismos, y otros porque, ay también, al poder le gustan las unanimidades.
Después del portazo que propino la nomenklatura y los miembros del politburó del partido, negando al candidato Cecilio Vadillo el pan y la sal -le cerraron las puertas de la sede y tuvo que presentar su programa en una cafetería-, todo el mundo entendió en Valladolid que el señor Vadillo no caía bien a los jerarcas vallisoletanos y que sus posibilidades como candidato eran escasas. Nada nuevo. Así ha sucedido durante décadas, porque en de las Valladolid los intereses familias no toleran cruces morganáticos -matrimonios entre príncipes y plebeyos- y, como mucho, hacen alianzas coyunturales por aquello de que un grano no hace granero pero ayuda a su compañero. Y para de contar
Esta praxis dominante en los cónclaves del socialismo vallisoletano ha sido tan repetitiva y ejemplar -siempre tenia a mano una Iratxe Garcia con el divide y vencerás- que, días antes de la elección del sábado, ya se hacían quinielas con el número exacto de votos que darían la victoria al señor Izquierdo. La horquilla estaba tan ajustada -señal evidente de que el pescado estaba en la lonja bien custodiado y mejor vendido aún- que le daban una ventaja entre cinco, diez o como máximo 20 votos. No andaban muy descaminados los augures. Ha salido por 5 votos, esa ley mínima que en democracia sirve para descargar los sentimientos de una conciencia política cada vez más alejada del interés ciudadano.
Cecilio Vadillo representaba, precisamente, esa cercanía al ciudadano. Cuando días antes de la elección le preguntaron qué echaba de menos en su partido, la respuesta sonó como el canto del cisne: «Echo en falta que los ciudadanos se acerquen a nosotros para que intentemos resolver sus problemas». La esperanza de renovación se ha cercenado otra vez por la mínima. En las alturas del partido han coloca do como presidente y vicesecretaria a dos funcionarios sin oposición que son la antítesis de la cercanía popular. Con estas dos esfinges retóricas como guardianes de las esencias, la integración del señor Izquierdo se queda en ilusionismo: cómo inventar el río para construir el puente sobre el que se deslice veloz un cisne integrado.
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José Antonio -
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