DEMASIADOS PALACIOS DE CONGRESOS
El Ayuntamiento de León acaba de ratificar el proyecto de construcción de un macro palacio de congresos en la ciudad. La inversión superará los 70 millones de euros, de los que el Ayuntamiento «sólo» aportará el 20%, es decir 14 millones de euros. La aportación del 80% se la reparten el Gobierno central y la Junta de Castilla y León. Las previsiones que justifican esta inversión se centran en que la infraestructura generará mil nuevos empleos en la ciudad en los próximos años. La iniciativa del palacio de congresos correspondió hace años al gobierno municipal socialista de Francisco Fernández, quien contó con el apoyo del siempre optimista presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero.
Han pasado varios años de la toma del acuerdo de construcción del palacio de congresos y ahora todas las instituciones públicas atraviesan dificultades muy serias para pagar las deudas de sus proveedores y hasta las nóminas de los empleados. El Gobierno central anuncia cada mes nuevos recortes de todo tipo para cumplir el déficit público que exigen los mercados; la Junta de Castilla y León no tiene ya capacidad de endeudamiento y, además, debe devolver al Gobierno el dinero que le adelantó hace dos años. Y del Ayuntamiento de León, mejor no hablar. Hace unas semanas, el alcalde, Emilio Gutiérrez, declaraba que si el Ayuntamiento fuese una empresa privada habría que declarar la suspensión de pagos. Es decir, no hay dinero. ¿No sería mejor replantearse el futuro palacio de congresos antes de que sea demasiado tarde?
Además, hay que tener en cuenta que otras capitales de provincia de Castilla y León aspiran o están ya construyendo palacios de congresos, como son los casos de Valladolid y Burgos, mientras en Zamora ya han anunciado que también quieren otro. Y todos están en su derecho. En un momento en el que no se sabe por dónde va a ir el futuro de la economía, bien está apuntarse a la construcción de palacios de congresos con el objetivo de atraer a miles de congresistas cada año que resuelvan el problema económico de cada ciudad. ¿De verdad, Castilla y León puede permitirse el lujo en estas condiciones y ante un futuro más que incierto de contar con nueve palacios de congresos y alguno más en alguna cabecera de comarca? Si la respuesta es afirmativa, es que no hemos aprendido las lecciones de la crisis económica que nos azota ya desde hace casi cuatro años. El problema está donde siempre, es decir en quién le pone el cascabel al gato, en quién es el político que renuncia en nombre de su pueblo a una infraestructura tan ambiciosa y milagrera.
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