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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

Afectados de fibromialgia reclaman ante el Procurador más atención

Como cada año desde hace tres, cinco vecinas afectadas por fibromialgia se reunieron ayer con el Procurador del Común de Castilla y León para presentarle sus quejas respecto al no reconocimiento de esta afección, aceptada como enfermedad en 1992 por la Organización Mundial de la Salud, pero «no por los médicos reumatólogos de Valladolid».

 

Según este grupo de ciudadanas no asociadas, desde junio de 2008, fecha de la primera reunión, el Procurador del Común es la única institución que les ha brindado incondicionalmente su apoyo en la lucha para que estos especialistas de los hospitales públicos de Valladolid reconozcan la fibromialgia como una enfermedad y, en consecuencia, les permitan acceder a terapias multidisciplinares en lugar de recomendarles un consumo excesivo de analgésicos.

 

«Sabemos que el Procurador, Javier Amoedo, siempre hace lo que puede. Con él, como ciudadanas, nos sentimos escuchadas», afirman estas mujeres, que siempre le presentan las mismas quejas ante la falta de respuesta de la Consejería de Sanidad de Castilla y León. Entre otras peticiones, pretenden conseguir que se les derive a una clínica del dolor de referencia, como el Sanatorio Los Montalvos de Salamanca, ya que en la actualidad no encuentran alivio en el reposo, los analgésicos y la morfina que les prescriben. Este problema neuromuscular se manifiesta a través de fatiga externa, dolor persistente, rigidez en músculos y tendones y algunos síntomas psicológicos, como dificultades para conciliar el sueño y fuertes dolores de cabeza. Sus causas siguen siendo desconocidas y su detección no es posible a través de analíticas, lo que provoca que los especialistas no la consideren una enfermedad diagnosticable. Estas ciudadanas reclaman que los médicos les hagan estudios completos que puedan demostrar que sufren una enfermedad, así como ha ocurrido en otras comunidades autónomas, como Cataluña.

 

Dolor, dependencia y muchas dificultades en el ámbito profesional y familiar conforman el día a día de estos enfermos, cuyo principal objetivo es «que nos traten bien. En el siglo XXI no se puede permitir que suframos este dolor».

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