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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

Occidente sólo ataca cuando existe una amenaza para sus intereses

Érase una vez un país secuestrado por un dictador con millones de desplazados y centenares de muertos desde que unas elecciones intentaron acabar con él. Un magnífico caso para la comunidad internacional que reconoció en 2005, en la Asamblea General de Naciones Unidas, la "responsabilidad de proteger" a las poblaciones civiles.

 

Este país existe. Es Costa de Marfil, que desde los comicios presidenciales de noviembre de 2010 se hunde cada día más en el caos y la guerra civil. El think tank International Crisis Group recomienda un despliegue militar internacional, además de la ya existente misión de Cascos Azules. Pero no se hace nada. "El Consejo de Seguridad debe decir si existe una amenaza para la paz y en este caso no lo ha hecho. Es quizá inadmisible, pero así es. Costa de Marfil no es Libia, está lejos de Europa", reconoce Philippe Moreau-Desfarges, especialista en relaciones internacionales y autor de ensayos sobre la injerencia.

 

Una intervención militar, como la que se está llevando a cabo contra la Libia de Muamar Gadafi tras adoptar el Consejo de Seguridad la resolución 1973, no es algo tan fácil, sobre todo cuando aún existen en el planeta al menos 55 dictaduras, según el Índice de Democracia 2010 de The Economist. En las listas que Foreign Policy publica cada año sobre los peores dirigentes del mundo y sobre los "estados fallidos", siempre aparecen los mismos nombres y países: Kim Yong-il (Corea del Norte), Teodoro Obiang Nguema (Guinea Ecuatorial), Omar Hasán al Bashir (Sudán); Somalia, Yemen, Afganistán... Todos esos regímenes siguen en pie. Las asociaciones de defensa de los derechos humanos recuerdan que las amenazas contra los civiles también continúan en democracias, como Colombia e India. La lista de los abusos cometidos en el mundo es infinita.

 

"La resolución 1973 sobre Libia revela los equívocos de la comunidad internacional: por un lado había que hacer algo, en nombre de esta idea de proteger a la población civil, pero por otro hay divisiones entre los países sobre si entrar en guerra o no", explica Moreau-Desfarges, quien está a favor de la intervención militar contra el régimen de Gadadi. "Pero tiene que ser breve; si no, habrá muchos muertos. Hay que deshacerse rápidamente de este gánster".

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