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MEDICION DEL PIB - c) Indicadores Ambientales: Huella ecológica.

La huella ecológica es un indicador ambiental de carácter integrador del impacto que ejerce una cierta comunidad humana – país, región o ciudad - sobre su entorno, considerando tanto los recursos necesarios como los residuos generados para el mantenimiento del modelo de producción y consumo de la comunidad.

La huella ecológica se expresa como la superficie necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano medio de una determinada comunidad humana, así como la necesaria para absorber los residuos que genera, independientemente de la localización de dichas áreas.

Este indicador es definido según sus propios autores (William Rees y Mathis Wackernagel) como:

"El área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistema acuático) necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida con un nivel de vida específico indefinidamente, donde sea que se encuentre esta área"

En el ANÁLISIS PRELIMINAR DE LA HUELLA ECOLÓGICA EN ESPAÑA (Informe de Síntesis) publicado por el Ministerio de Medio Ambiente de España en Julio de 2007,  se resume el cálculo de la huella ecológica que reproducimos en los párrafos que siguen.

Según dicho informe, la filosofía del cálculo de la huella ecológica tiene en cuenta los siguientes aspectos:

   Para producir cualquier producto, independientemente del tipo de tecnología utilizada, necesitamos un flujo de materiales y energía, producidos en última instancia por sistemas ecológicos.

   Necesitamos sistemas ecológicos para reabsorber los residuos generados durante el proceso de producción y el uso de los productos finales.

   Ocupamos espacio con infraestructuras, viviendas equipamientos, etc. reduciendo, así las superficie de ecosistemas productivos.

Más adelante, se indica que aunque este indicador presenta algunas limitaciones que subestiman el impacto ambiental real:

   No quedan contabilizados algunos impactos como la contaminación del suelo, la contaminación del agua, la erosión, la contaminación atmosférica (a excepción del CO2), etc.

   Se asume que las prácticas en los sectores agrícola, ganadero y forestal es sostenible, esto es, que la productividad del suelo no disminuye con el tiempo. Obviamente, con el tiempo, la productividad disminuye, a causa, entre otras, de la erosión, contaminación, etc.

La metodología de cálculo de la huella ecológica se basa, en definitiva, en la estimación de la superficie necesaria para satisfacer los consumos asociados a la alimentación, a los productos forestales, al gasto energético y a la ocupación directa del terreno. Para estos consumos se requieren superficies productivas que se dividen según se muestra en la siguiente tabla:

Tabla 1. Tipos de terrenos productivos para el cálculo de la huella ecológica.

Cultivos

Superficies con actividad agrícola y que constituyen la tierra más productiva ecológicamente hablando pues es donde hay una mayor producción neta de biomasa utilizable por las comunidades humanas.

Pastos

Espacios utilizados para el pastoreo de ganado, y en general considerablemente menos productiva que la agrícola.

Bosques

Superficies forestales ya sean naturales o repobladas, pero siempre que se encuentren en explotación.

Mar productivo

Superficies marinas en las que existe una producción biológica mínima para que pueda ser aprovechada por la sociedad humana.

Terreno construido

Considera las áreas urbanizadas o ocupadas por infraestructuras

La huella ecológica se suele expresar en hectáreas por habitante y año si realizamos el cálculo para un habitante, o bien, en hectáreas si el cálculo se refiere al conjunto de la comunidad estudiada.

Para calcular estas superficies, se realizan dos pasos:

 

1. Contabilizar el consumo de las diferentes categorías en unidades físicas.

 

En el caso en que no existan datos directos de consumo, se estiman los consumos para cada producto con la siguiente expresión:

CONSUMO = PRODUCCIÓN - EXPORTACIÓN + IMPORTACIÓN

 

2. Transformar estos consumos en superficie biológica productiva apropiada a través de índices de productividad.

 

Ello equivale a calcular la superficie necesaria para satisfacer el consumo medio por habitante de un determinado producto. Para ello se utilizan valores de productividad:

HUELLA ECOLÓGICA = CONSUMO / PRODUCTIVIDAD

 

Los valores de productividad pueden estar referidos a escala global, o bien se pueden calcular específicamente para un determinado territorio teniendo en cuenta, así, la tecnología usada y el rendimiento de la tierra. En el caso del área de absorción de CO2, ésta se obtiene a partir del consumo total de energía, tanto el directo como el asociado a la producción y distribución de los bienes y servicios consumidos, dividido por la capacidad de fijación de CO2 de la superficie forestal.

Una vez estimado el valor de la huella ecológica se calculan las superficies reales de cada tipología de terreno productivo disponibles en el ámbito territorial de estudio. La suma de todos ellos es la biocapacidad y se expresa en hectáreas por habitante.

La biocapacidad de un territorio se define como la disponibilidad de superficie biológicamente productiva según categorías - cultivos, pastos, mar productivo y bosques - expresada en términos absolutos (ha) o per cápita (ha/cap).

La comparación entre los valores de la huella ecológica y la biocapacidad permite conocer el nivel de déficit o superávit ecológico existente en el ámbito de estudio. Si el valor de la huella ecológica está por encima de la capacidad de carga local, la región presenta un déficit ecológico. Si, por el contrario, la capacidad de carga es igual o mayor a la huella ecológica, la región dispone de excedente ecológico, siempre teniendo en consideración las limitaciones del indicador. El déficit ecológico indica si un país o región dispone de excedentes ecológicos, o bien si consume más recursos de los que dispone. En este caso, indica que la comunidad se está apropiando de superficies fuera de su territorio, o bien que está hipotecando y haciendo uso de superficies de las futuras generaciones.

En el marco de la sostenibilidad, y desde la perspectiva nacional o regional, el objetivo final de una sociedad tendría que ser el de disponer de una huella ecológica que no sobrepasara su biocapacidad, y por tanto, que el déficit ecológico fuera cero.

La huella ecológica del español medio se situó según el ANÁLISIS PRELIMINAR DE LA HUELLA ECOLÓGICA EN ESPAÑA, en el año 2005, en unas 6,4 hectáreas globales de territorio productivo anuales, lo cual quiere decir que, como media, un español necesita unas 6,4 hectáreas de territorio productivo al año para satisfacer sus consumos y absorber sus residuos, y presenta un aumento del 19 % desde 1995 a 2005, lo que se traduce en un aumento desde las 5,4 hectáreas en 1995 hasta las 6,4 en 2005.

 

http://www.fundacion-biodiversidad.info/huellaecologica/app/pdf/ponencias/Analisis_Preliminar.pdf

 

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