Querido Claudio, mi amigo Claudio
Querido Claudio, mi amigo Claudio. El amigo que encontré tres años antes de su jubilación. El compañero con el que conviví una de las etapas mejores de mi vida profesional. Los dos amábamos nuestra Escuela Pública.
Cuando llegaste al García Quintana, sentí la alegría de poder de compartir contigo los sentimientos hacia mi escuela, cómo la quería, cómo pensaba que debía ser. Contigo coincidí en el amor a una escuela libre, a una escuela que protege al más débil y ayuda al que más lo necesita, en una escuela compensadora de desigualdades.
Hacía años que - en los 70 ¿recuerdas?- , solíamos reuníamos un grupo de maestros y maestras los sábados por la mañana en los Jesuitas para organizar la lucha por una escuela igualitaria, integradora. Para mi eran los primeros años de lucha por mejorar mi profesión. Para ti la lucha había comenzado mucho antes. Toda una vida por los ideales socialistas.
Desde pequeño conociste los valores de la izquierda, los valores que te transmitieron tus padres. Recuerdo que me hablabas de ello siempre que veníamos de regreso de alguna reunión de la Liga o de Cives en el último coche del Alsa. Me gustaba escucharte, imaginar tu infancia y parte de tu juventud. Me hablabas de tu vida de pequeño, de tu lucha alegre y vitalista para sobrevivir en los años de la postguerra, tan difíciles sin la presencia física de tu padre, pero con una madre fuerte y con las idas e ideales muy claros. Me hablabas de tu tío Cándido que impulsó tus estudios, de las clases particulares que recibíais de él y cómo las aprovechabas; recordabas con satisfacción y orgullo que, en que en aquellos tiempos tan difíciles y más para la gente trabajadora, el hijo de Asunción hubiera conseguido la beca para ir a Madrid. Me contabas chascarrillos de cuando estudiabas en el Colegio del Divino Maestro, de cómo tenías que ingeniarte para tener unas pesetillas y hacer menos gravosa la situación económica de aquellos tiempos. Llegábamos pasadas las doce a Valladolid y tu ya estabas preparando el siguiente viaje, a veces con salida a las 7 de la mañana de ese mismo día. Eras incansable o parecías incansable porque tu sentido de la responsabilidad estaba por encima del cansancio.
Claudio, amigo mío, no puedo decirte adiós. Se dice adiós a una persona cuando deja de sentirla cerca, cuando se aleja su voz, cuando comienza el olvido, pero tu voz la seguiré sintiendo y tus palabras seguirán invitándome e reflexionar y pensar. Tus opiniones, tus consejos, los ideales por los que tanto has luchado y que nos has transmitido van a ser nuestra meta; no vamos a olvidarlos. Sigues con nosotros. No puedo imaginar a nuestro grupo de la Corriente de Izquierda Socialista de Valladolid sin tu presencia. Seguimos necesitando de tí, de tu experiencia, de tu inteligencia, de tu rectitud, seguimos necesitando el ejemplo de tu entrega a los demás, el ejemplo de tu solidaridad en especial con los más necesitados , de tu sentido de la justicia, del compromiso y de la responsabilidad, que son, para nosotros, valores de un buen socialista.
No es posible el olvido.
Claudio, amigo, te has ido, pero nos has dejado la mejor herencia: el ejemplo de una vida dedicada a los demás. Se que de alguna forma seguirás con nosotros dándonos la energía que el grupo necesita, porque vamos a seguir en pie para impulsar los valores e ideales que nos unen y por los que siempre luchaste.
Claudio, seguirás con nosotros, en las casitas de niñas y niños de Pajarillos y Rondilla y si existe algún sitio o alguna forma de ser y continuar después del paso por esta vida, te prometo que te llegará como un cálido abrazo el compromiso de nuestra ilusión, trabajo y entrega y el orgullo que sentimos por la casita de niños lleva tu nombre: Maestro Claudio López Serrano
Mª. José Catón
0 comentarios