La sociedad inalámbrica
CON un esfuerzo encomiable, durante varios años se cablearon las ciudades, se levantaron las aceras y el asfalto de buena parte de sus calles para tejer las redes que conformarían la telaraña del ciberespacio. A partir de ese momento, todos quedamos comunicados a través de nuestros ordenadores, lo que constituyó una revolución para el intercambio de la información a una escala global. Más tarde llegó otra revolución más generalizada, peligrosa y superflua, pero esta vez la información viajaba por el aire, prescindiendo de los cables, hasta cualquier lugar. Las microondas invisibles se encargaron de hacerlo, intercomunicando millones de teléfonos móviles enlazados por un ejército de mástiles de telefonía que invadieron el campo y la ciudad, modificando el paisaje y la fisionomía urbana con su aspecto amenazador, mientras el aire se viciaba de extrañas ondulaciones, solo perceptibles mediante complejos aparatos de medición. Así surgieron sucesivas tecnologías efímeras, conocidas por sus acrónimos: GSM, DCS, UMTS, WLAN, WIFI, DECT, BLUE TOOTH
El instinto de supervivencia requiere abrir bien los ojos a la realidad, y es probable que la vida pueda resultar incompatible con la tecnología sin hilos, al menos en la forma como se está desplegando actualmente en bastantes lugares. Dejaremos en esta ocasión las referencias científicas existentes para acudir a algunos testimonios de nuestros vecinos, tan reales como esas antenas emisoras que coronan las azoteas y desafían las leyes de la física, de las prescripciones urbanísticas y, en la mayoría de los casos, de la normativa establecida.
http://www.nortecastilla.es/prensa/20070402/articulos_opinion/sociedad-inalambrica_20070402.html
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