Europa renuncia a valorar el trabajo doméstico pero sí incluye en el PIB actividades como la prostitución y el narcotráfico
Marisa Kohan – Público.es
¿Cómo influye la economía tradicional, la que tenemos, en la vida de las mujeres?
La economía que tenemos, la ortodoxa o tradicional, está basada en una división sexual del trabajo que genera una asimetría jerárquica por cuestiones de género. Crea una sociedad jerarquizada, sesgada y androcéntrica que no tiene en cuenta las capacidades, las potencialidades ni las condiciones de vida de las mujeres. Esto quiere decir que el sistema productivo que conocemos es posible y se asiente fundamentalmente en un trabajo que es invisibilizado, no es reconocido ni valorizado y que fundamentalmente realizamos las mujeres en el ámbito del hogar y las relaciones sociales.
La economía tradicional parte de postulados como el de la mano invisible de Adam Smith, que dice que no hace falta que intervengas en el mercado porque ya la oferta y la demanda se encargarán de poner las cosas en funcionamiento. Pero el mejor ejemplo de esto es lo que hemos vivido en estos últimos ocho años. Cuando no se establecen regulaciones lo que ocurre es esta inercia de voracidad capitalista y depredadora de acumulación de beneficios.
Usted habla de la economía feminista. ¿En qué consiste?
Consiste en cambiar la mirada y aplicar una perspectiva feminista a cómo se organiza social y económicamente una sociedad y cuáles son las relaciones y los valores que la sustentan. Se trata de poner el foco en visibilizar y hacer emerger todos los desequilibrios y las múltiples desigualdades de género que provoca esta economía ortodoxa, ciega a todo lo que no sea una visión androcéntrica y occidentalizada. Una economía en la que el hombre es el centro de todo.
Supone también ..............
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