La -regeneración- de Herrera, pura palabrería
Después de varias semanas sin decir palabra al respecto, el presidente de la Junta y del PP de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, ha intervenido en el curso de verano sobre "Prensa y Poder" que dirige en La Aguilera el periodista burgalés Graciano Palomo, foro en el que ha tenido a bien exponer sus particulares consideraciones sobre la necesidad de “regeneración democrática” de la vida pública española.
Herrera -22 años encadenado a cargos públicos, los 13 últimos presidiendo de la Junta- por lo visto es de los que no se había percatado hasta las pasadas elecciones europeas de la “desafección ciudadana” hacia la clase política. (Se ha enterado tarde y además mal, ya que confunde, no sé si deliberadamente, dicha “desafección” con el fuerte voto de castigo al bipartidismo). El caso es que el doble presidente (de la Junta y del PP) aboga ahora “por más y mejor democracia”, por “recuperar la mejor política, esa que abre caminos donde no los hay y que refuerza el contacto con la sociedad”, por la “dignificación” del oficio político, por ser “absolutamente intransigentes con los corruptos y con los que buscan la política como para enriquecerse" y por asumir, faltaría más, valores como la honestidad, la austeridad, la vocación de servicio e, incluso, la renuncia personal.
El mero hecho de verse obligado a subrayar tan loables propósitos supone por parte de Herrera el reconocimiento implícito de que la política y española de hno está respondiendo a dichos principios. Por si hubiera duda, ha señalado como objetivo el de conseguir que el ciudadano “sea un protagonista real y más directo de la política y de los partidos”, reconociendo por lo tanto que no lo está siendo. Y para ello propone, entre otras ideas, las de "favorecer la participación política de los mejores”, "abrir los partidos a los diversos sectores sociales”, “conseguir una vinculación más directa y personal de los cargos electos y orgánicos con los ciudadanos”, “proponer una racional limitación de los tiempos en política”, “impulsar fórmulas electorales más abiertas" y “reforzar los controles y la transparencia en la financiación de los partidos”.
Pura palabrería hueca y huera sin un solo compromiso concreto. ¿A qué llama Herrera una “racional limitación de los tiempos en política”, él, que va a cumplir 14 años como presidente de la Junta, sin que a fecha de hoy haya renunciado a presentarse a un nuevo mandato?
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Por más que presuma de esa ficción denominada “Gobierno Abierto” -de la broma del 100 por 100 en transparencia ya ni hablamos-, la realidad es que Herrera ha contribuido lo suyo, sea por acción o por omisión, a ese déficit democrático que ahora tanto le preocupa. Con la coartada de la austeridad ha debilitado y sometido a su control las instituciones de participación y fiscalización de la propia Junta, llegando al descaro de impedir que el Consejo de Cuentas fiscalice el tinglado del llamado sector publico de la comunidad, también conocido como “Administración B”.
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