Un informe de la UE ve deficiencias en la seguridad de las nucleares
La Comisión Europea tiene listo su informe sobre las pruebas de resistencia a las centrales nucleares europeas tras la crisis nuclear desatada en Fukushima (Japón) por el terremoto y posterior tsunami de marzo de 2011. El borrador del texto, que presentará esta semana, es duro con la energía atómica y señala que los 134 reactores europeos deberán invertir cada uno entre 20 y 300 millones de euros en seguridad. La cifra total oscilará entre 10.000 y 25.000 millones. El documento ha generado malestar entre los reguladores nucleares de los Estados —en España, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)—, que consideran que es tendencioso y exagerado y que responde a los intereses del comisario de Energía, el alemán y antinuclear Günther Oettinger, que en un comunicado señaló que “en general, la situación es satisfactoria, pero no hay lugar para la complacencia”.
El texto, de 25 folios, al que ha tenido acceso este diario, fue adelantado ayer por el diario alemán Die Welt. El documento tiene desde el inicio un tono crítico con la energía nuclear: “Los eventos de Fukushima revelaron asuntos muy conocidos y recurrentes: fallos de diseño, insuficientes sistemas de emergencia, error humano, planes de contingencia inadecuados y comunicaciones pobres”. El borrador debe ser enviado al Consejo Europeo el próximo jueves, aunque ayer seguían los movimientos para suavizarlo.
Para elaborar las pruebas de resistencia, equipos internacionales visitaron 24 de los 68 emplazamientos en los que están las centrales. Su conclusión es que hay cuatro reactores que pueden funcionar menos de una hora en caso de pérdida de suministro eléctrico y/o sumidero de calor (lo que originó Fukushima). Se trata de Oilkiluoto (en Finlandia) y Forsmark (Suecia).
Sobre las cinco centrales españolas, señala que todas deben implantar o mejorar la instrumentación sísmica en el emplazamiento. Además, según una tabla de la Comisión, carecen de sistemas de filtrado de venteo de la contención (lo que evita que el hidrógeno pueda salir al exterior) y no tienen sala de control de emergencia por si la habitual se vuelve inhabitable por un fuego o por un escape radiológico. De Ascó, Cofrentes, Garoña y Vandellòs añade que no disponen de “sistemas pasivos para prevenir una explosión de hidrógeno (u otros gases combustibles)”. Y de Trillo señala que su procedimiento de gestión de emergencias no incluyen todas las posibilidades.
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