El rescate del Presidente
La constatación -extendida en las instituciones europeas- de que el gobierno español ha perdido credibilidad y margen de maniobra nos maniata a la hora de implementar la política económica o corregir los errores. Rajoy, por cálculo, temperamento y osadía, ha perdido un tiempo vital. Ahora ya no va encima del caballo, sino detrás, con el riesgo de ser pateado por el propio animal.
Parece que ha prescindido de servicios externos para definir e implementar un plan de actuación. Una extraña mezcla de prepotencia y autosuficiencia ha impedido que el Gobierno pidiera ayuda. La humildad es clave, incluso con mayoría absoluta, hasta para reconocer que, frente al desafío y al brutal reto al que nos enfrentamos, se necesitan más neuronas y profesionales experimentados. Los mejores. Recortar en inteligencia operativa nos ha llevado a un callejón sin salida.
Por si fuera poco, Rajoy nunca se ha reunido con la prensa internacional acreditada en Madrid. Ni él, ni la vicepresidenta, ni el ministro de Economía. El Círculo de Corresponsales Extranjeros en España no ha obtenido una respuesta positiva, en todos estos meses, para tener una relación fluida y frecuente que hubiera permitido al gobierno dirigir, condicionar o intentar orientar los mensajes que salían hacia los diarios internacionales por parte de los corresponsales. Un repaso a la lista de medios y periodistas agrupados en esta plataforma indica hasta qué punto La Moncloa no sabe porque no oye, ni mira. Los periodistas más veteranos no dan crédito. La falta de diálogo con todos los corresponsales, no solo algunos elegidos, es un error de manual. Otro más.
Nada que ver, por ejemplo, con la estrategia de Mario Monti que, antes de comparecer ante el Congreso de los Diputados y el Senado para exponer su plan de ajuste, se presentó en la sede de Roma de la asociación de corresponsales extranjeros en Italia. Todo un contraste respecto a Silvio Berlusconi que, desde hacía años, se negaba a comparecer ante la prensa internacional. El orden de los pasos dados -primero ante la prensa extranjera, luego ante los diputados y finalmente ante los senadores- dejó claro cuáles eran sus prioridades. Y sus necesidades.
España está frente al rescate total. Pero quien necesita un rescate urgente es el presidente. Bien podría mirar el ejemplo portugués o el italiano. Rescatar la presidencia del temperamento y de las limitaciones de su titular es una tarea urgente. O su tozudez y rigidez no serán síntoma de lo que quiere hacer creer, sino de algo mucho más peligroso y sospechoso. Este desafío no es para héroes de ficción, sino para equipos competentes. “Estamos aplicando las recetas de los deportistas: esfuerzo, dedicación y perseverancia”, dijo ayer en la recepción a nuestros atletas olímpicos. Su cara, sus caras lo decían todo. Cuando no crees ni tus propias palabras, no puedes esperar que nadie confíe en tí. Y Rajoy ha perdido brío y seguridad. Su cuerpo le delata.
Rescatar, pero al presidente, antes de que sea demasiado tarde para él y para el país, es el desafío. Quizás el nuevo Departamento de Seguridad Nacional creado ayer en La Moncloa, dirigido por Alfonso de Senillosa y que apoyará al presidente en situaciones de crisis, pueda conseguirlo asumiendo como una de las primeras y estratégicas tareas lo que es un clamor dentro y fuera de nuestras fronteras: que la crisis es también de comunicación.
elpais.com
0 comentarios