La Economía española y el Costa Concordia
Francisco Parra Rodríguez
La política diseñada por la ortodoxia oficial para salir de la crisis como de todos es conocido pone su acento en la productividad y en la moderación de salarios para ganar competitividad en los mercados exteriores. Esta estrategia se combina con la lucha contra el déficit público, con el propósito de no expulsar a la financiación privada del mercado de capitales, y no expandir la base monetaria para no crear tensiones inflacionistas en un futuro. Es evidente que de momento esta estrategia está dando magros resultados, al menos para España, y se empieza a cuestionar, incluso desde los mismos círculos del poder, la inutilidad de la numantina lucha contra el déficit público, pero nadie cuestiona aún la otra cara de la moneda, la que pone el acento en la competitividad, que a mi juicio tampoco parece estar dando los resultados esperados.
Aún no se han elaborado los cuadros contables de la CNE que son los que nos permiten analizar estas cuestiones en rigor, pero los avances que disponemos para el año 2011, dan lugar a un análisis bastante sombrío. En primer lugar, analicemos las proyecciones que ha publicado el Banco de España que muestran claramente esta estrategia de política macroeconómica, que con el reciente pacto de competitividad y la reforma laboral que anuncia el PP se va incluso a intensificar.
Proyección de las principales macromagnitudes de la economía española:
La productividad aparente del trabajo en moneda constante ha crecido por encima del PIB: 1,1% en el 2008; 2,9% e el 2009; 2,6% en el 2010 y se espera que aumente un 2,4% en el 2011; por el contrario los costes laborales unitarios, si bien parten con un crecimiento del 4,9% en el 2008 por el efecto de los acuerdos salariales convenidos en ejercicios pasados, han moderado notablemente su crecimiento, lográndose reducciones del 2,6% en el 2010, y del 1,8% para el 2011, y todo ello en un contexto de aumento interior de los precios (deflactor de consumo privado) que las proyecciones lo cifran en el 2,4% en el 2010 y 3,3% en el 2011. El cuadro también refleja el esfuerzo realizado para disminuir el déficit público (capacidad(+) necesidad(-) de financiación de las AAPP), cuyo porcentaje sobre el PIB se ha reducido desde el 11,9 % en el 2009, hasta el 9,3% en el 2010 y el insuficiente 8,1% en el 2011, ya que se deseaba un porcentaje del 6% para ese año. Como es indudable que la economía española ha logrado ganancias de competitividad las exportaciones, que se habían reducido un 1 % en el 2008 y un 10,4% en el 2009, aumentan fuertemente en el 2010 en el que logran un crecimiento del 13,5% y se espera que para el 2011 logren un nuevo aumento del 8,9%.Como ven al barco de la economía española se le ha puesto en el rumbo correcto, aunque todavía no se haya logrado que se mueva del sitio, ya que el PIB va a crecer un escaso 0,7% en el 2011 y se espera se reduzca un 1,5% en el 2012, y si miramos el rumbo desde el punto de vista del empleo más bien parece que bogue marcha atrás: el empleo cayó un 2,6% en el 2010, se prevé que va a caer un 1,7% en el 2011 y caerá un 3% en el 2012, año en que el Banco de España pronostica que situaremos en déficit público a la cota del 4,4% del PIB.
En mi opinión, quien dirige la economía española opera en cierto sentido como el capitán del Costa Concordia, ha llevado el buque de la economía española, una vez ha hecho aguas por la crisis inmobiliaria, a la costa, y espera pacientemente a que se hunda escorándose por un costado, el costado del empleo.
La economía no es física, o si es física hay que conocer primero el medio en el que se produce la acción para comprender la reacción, y en este símil a la economía española no se le puede aplicar una cura que su organismo rechaza como parece que es lo que está ocurriendo cuando se analizan las proyecciones del Banco de España. La economía española es dual, es dual su mercado de trabajo, pero también es dual su estructura productiva, empresas pequeñas y medianas especializadas en el mercado local y grandes empresas que han logrado hacerse un hueco en el mercado internacional, es decir se han internacionalizado y además están muy preocupadas por dinamizar la marca España, pero por lo que se ve también están muy poco interesadas por procurarse proveedores nacionales para los productos que exportan, y es normal al fin y al cabo son empresas globales, por ello, y como también se puede apreciar en el cuadro de proyecciones, los aumentos exportadores han conllevado aumentos de las importaciones del 8,9% en el 2010 y del 1,4% en el 2011, si bien para analizar estos aumentos en rigor habría que descontar el componente energético de nuestras importaciones.
La certeza de una cabecera empresarial exportando y una cola ahogada por el crédito y la depresión de la economía interior, no conlleva a otra cosa que a la caída del empleo con independencia de los excelentes resultados que cosechan las empresas en los mercados exteriores, y este es el análisis al que nos conducen los cuadros que se exponen a continuación, elaborados con datos del registro de la seguridad social y del registro de aduanas:
Tabla nº2. Empleo asalariado y exportaciones en los sectores industriales. 2011-2010.
Fuente: Seguridad Social y DataComex
Tabla nº3. Empleo asalariado y exportaciones en los sectores industriales. 2011-2010.
Recomponer el tejido empresarial español interrelacionándolo de manera que los éxitos comerciales de las empresas exportadoras impacten sobre las empresas locales, es quizás tarea mucho más prioritaria que las reformas liberales que se pretenden sobre el mercado, y precisan de una activa labor de unos gobiernos que desde hace ya varios años a perdido la noción de lo que es una política industrial, en el convencimiento de que las empresas por si solas logran eficacias y eficiencias. Por ello, de proseguir sin más la política actual de deflación de salarios y reducción de las indemnizaciones de despido, tal vez lo que logremos es que los beneficios de la competitividad vayan como siempre a parar a bonus para los directivos de las empresas globales españolas, y entre tanto la economía española, la interior, al igual que el Costa Concordia acabe irremediablemente engullido por un mar de fango y agua salada. Y así al igual que lo sucedido en la tragicomedia italiana, nuestros ejecutivos serán los primeros en abandonar el barco.
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