¿Y LA JUNTA, QUÉ?
No se sabe bien como (o si se sabe, aunque llevaría tiempo explicarlo) pero la Junta sigue teniendo la habilidad de centrar permanentemente el debate político en la actuación del gobierno Zapatero con respecto a Castilla y León, procurando alejar el foco de su propia gestión. Es curioso que un gobierno que reivindica para sí la centralidad política en la comunidad, en la práctica hace todo lo posible para que ese debate no gire en torno a su propio eje.
La semana pasada se produjeron unas cuantas noticias de bastante calado. Entre otras, el arranque por fín de la nueva caja regional (con su nuevo y superpagado presidente posando junto a sus padrinos políticos), el drama que se vuelve a cernir sobre el sector minero a causa del bloqueo de las ayudas al carbón, o la insólita autoexclusión de la vicepresidenta primera de la Junta.
Pero todas esas cuestiones nada baladíes han permanecido muy en segundo plano frente al desmedido protagonismo otorgado a la reunión del presidente Herrera con el ministro Blanco, un encuentro cuyos resultados eran por otra parte perfectamente previsibles. Castilla y León no se ha librado, como no lo ha hecho ninguna comunidad, del tijeretazo aplicado a las inversiones estatales en infraestructuras. Nada que no supiéramos.
No seré yo quién reste importancia al recorte de esas inversiones, tanto más en un año en el que la Junta ha reducido las suyas a mínimos históricos. Pero con la que está cayendo no hay que minusvalorar el esfuerzo inversor que se mantiene en materia de extensión del AVE y otras infraestructuras ferroviarias. Clama al cielo la ralentización de la autovía del Duero -lastrada aun más en tiempo y coste a causa de la sospechosa decisión del actual ministro de cambiar el trazado entre Tudela y Peñafiel-, y, por supuesto, el exasperante ritmo de la autovía Valladolid-León. Todo lo anterior no tiene discusión, pero ¿y la Junta, qué? ¿Cuánto va a invertir en 2011 la Consejería de Fomento en la red autonómica de carreteras? ¿Cuánto ha invertido en 2010?
De momento, estamos en noviembre, penúltimo mes del año, y la Junta ha sido incapaz de poner en marcha el Plan de Convergencia Interior en su anualidad de 2010, dotado con 150 millones de euros en los vigentes Presupuestos de la Comunidad.
El desacuerdo con el gobierno central sobre las inversiones complementarias comprometidas por el mismo no exime al gobierno Herrera de su obligación de aplicar un Plan que, de acuerdo con el mandato del Estatuto de Autonomía, es de su exclusiva competencia. Y aunque aseguran que están a punto de llegar a un acuerdo con el gobierno central, lo cierto es que han dejado pasar prácticamente el año sin invertir un solo euro de esos 150 millones presupuestados. Lo mismo que, por increíble que parezca en plena crisis, por segundo año consecutivo la Junta va a cerrar el ejercicio sin agotar las partidas presupuestadas para empleo y formación, cuyas cuantías, lejos de mantenerse, se ven notablemente recortadas en 2011.
En materia presupuestaria, no obstante, salvo el pago de las nóminas (capitulo I) cualquier parecido entre lo que figura en la Ley y lo que finalmente se ejecuta empieza a ser pura coincidencia. A estas alturas seguimos sin saber cuanto y de donde ha recortado la Junta su presupuesto de 2010, que ya por el mes de julio llevaba una poda de 600 millones de euros.
Tampoco sabemos que milagro ha sucedido para que la anunciada reducción de 1.000 millones de euros en los Presupuestos de 2011 haya disminuido después a 500. La ingeniería financiera no tiene secretos para la consejera Del Olmo, que de sobra sabe que los Presupuestos están para no cumplirse y que a la postre lo único vinculante son las medidas -muchas de ellas coladas de rondón- de la llamada Ley de Acompañamiento.
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