Tony Blair no debe presidir Europa
EMILIO MENÉNDEZ DEL VALLE 20/10/2009
La presidencia permanente del Consejo Europeo, que nacerá al entrar en vigor el Tratado de Lisboa, constituye (por su impacto en el funcionamiento y en la racionalización de la Unión Europea) una de las innovaciones más significativas del mismo.
Al parecer, el Consejo Europeo convocado para el 29 de octubre pretende consensuar el nombre del primer presidente permanente. Son varios los aspirantes.
En mi opinión, un puesto de tal envergadura ha de ser inaugurado por un político que se identifique plenamente con los valores europeístas y el proyecto de construcción europea. Un impulsor de ese proyecto y valores, no alguien supuestamente convertido a la eurofilia de la noche a la mañana. Además, no debería ser británico. En suma, no debería ser Tony Blair.
¿Por qué no debe ser un británico? Por las siguientes razones. El Reino Unido no pertenece -por voluntad propia- al euro, moneda común europea, ni a Schengen, el espacio de cooperación intraeuropeo donde está garantizado el libre movimiento de personas, una vez superada la frontera común exterior de la Unión. Ambos son hitos del proyecto integrador europeo, por el que, obviamente, Londres no muestra entusiasmo alguno.
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