La derechización de los intelectuales españoles
IGNACIO SÁNCHEZ-CUENCA 24/05/2009
Aunque viene de atrás y el proceso ha sido gradual, en los últimos años se ha acelerado, y desde luego se ha hecho más visible, un muy notable desplazamiento de buena parte de los intelectuales españoles hacia posiciones conservadoras y derechistas. Los intelectuales -entendiendo por tales, en un sentido muy amplio, a aquellas personas con un protagonismo destacado en la esfera pública: profesores universitarios, periodistas, escritores, etcétera- se han derechizado, muchas veces a cuenta de la negación de la diferencia misma entre la izquierda y la derecha, que consideran superada, mistificadora o simplemente sectaria.
Siempre ha habido muchos intelectuales de derechas y, como es lógico, continúa habiéndolos. Ocurre así en todas partes. Lo que no resulta tan habitual es que en el lado opuesto del espectro ideológico haya habido una especie de desbandada generalizada. Muchos de quienes escribían antes desde posiciones a veces furiosamente radicales o revolucionarias, hoy defienden no valores liberales, como quizá cabría esperar, sino ideas que sólo cabe calificar de reaccionarias.
Este cambio se hace especialmente chocante en los casos más extremos, en aquellos que defendían la dictadura del proletariado, el marxismo más estricto, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, o incluso a la propia ETA. Muchos de ellos andan hoy en las antípodas de todo aquello. Sus preocupaciones ahora son muy distintas, como la defensa de la unidad de España, la guerra a los nacionalismos periféricos, el desprecio a la socialdemocracia, el combate frente a esas espectrales amenazas del relativismo y el multiculturalismo, el lamento por la pérdida del modelo antiguo de la educación, basado en la jerarquía y la disciplina, o la defensa, en nombre del realismo y la madurez, de cuantas intervenciones armadas tengan a bien emprender Estados Unidos e Israel.
Hay, por supuesto, casos mucho menos llamativos, pero seguramente más abundantes, de intelectuales que fueron de izquierdas, socialistas por ejemplo, que se identificaron en su momento con el proyecto de Felipe González, y que han pasado a abrazar una confusa mezcla de liberalismo y nacionalismo español que cristaliza en el desprecio a la figura de José Luis Rodríguez Zapatero. Muchos de ellos han dedicado grandes esfuerzos a hacer escarnio de esa pobre figura imaginaria, casi mítica, del progre profundamente antiamericano, que apoyaba a Fidel Castro, que tenía sus ambigüedades ante el terrorismo, que veía casposa la idea misma de España, que rechazaba los métodos memorísticos en la escuela, que hacía apología de un pacifismo ingenuo, que pensaba que la policía era un cuerpo represivo... En fin, un discurso perteneciente en todo caso al género autobiográfico y hecho en realidad con el claro afán de justificar ante sí mismos y ante la sociedad cambios ideológicos pendulares, que van de un extremo a otro. ¿Cuántos artículos de opinión en esa línea no hemos leído en las páginas de este periódico en los últimos, digamos, 15 años?
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