El nuevo Río Hortega se abre mañana con un retraso de dos años sobre la fecha prevista y un gasto muy superior al presupuestado, la mayoría por reformas de obras ya finalizadas y
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Primera modificación
La primera modificación vino con la misma cimentación. El hospital se construía más bajo que el colector y fue necesario levantarlo dos metros. Incrementó los gastos en 21 millones de euros.
El cumplimiento de fases en los comienzos no fue malo, aunque la ciudad ya soñaba con un hospital desde hacía cinco años. Las obras vieron altura con el Insalud, con las transferencias sanitarias en el 2002 y con la consolidación de una gestión autonómica. Tres consejeros de Sanidad en este tiempo. Negoció la asunción de competencias y abrió camino Carlos Fernández Carriedo. Los primeros tiempos encontraron dificultades presupuestarias poco reconocidas. En el 2003 llegó un nuevo titular de Sanidad, César Antón y, desde el verano del 2007, tomó las riendas el actual responsable, Francisco Javier Álvarez Guisasola.
Las primeras fechas de apertura oficial del hospital las dio Antón en una visita preelectoral a un falsamente acabado hospital. Las urnas presionaban y los políticos inauguran hasta maquetas. Tendría que haberse abierto hace ahora un año según aquel anuncio. Después no ha habido fecha oficial y el mutismo ha protagonizado los últimos meses. Ni cuándo ni cuánto ni a quienes hasta la visita institucional del presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, el pasado lunes. El hospital recibirá mañana, día 17, discretamente, a sus primeros pacientes, menos de un centenar.
Los desaguisados del hospital se anunciaron desde el principio. Los profesionales e, incluso, el entonces director del Río Hortega, Antonio Ibáñez, reclamaron reajustes en el proyecto para adecuarse mejor a las necesidades asistenciales. Sus sugerencias fueron desautorizadas y a Ibáñez incluso le costó, junto a otras desavenencias políticas, su cargo como gerente. Sin embargo, las reformas defendidas se han hecho finalmente en su mayoría en el último año de obras. Eso sí, una vez finalizadas con el aumento de coste presupuestario que ello supone. Había que derribar y volver a hacer.
Las más recientes reformas, las del servicio de Urgencias. Sanidad ha optado finalmente por modificar la estructura interna de esta zona. Los trabajadores habían recomendado un cambio en la distribución antes de que la constructora comenzara a hacer los tabiques internos del inmueble; pero entonces se rechazaron sus aportaciones. Ahora, y tras haber levantado los tabiques, Sacyl ha optado por modificar esta estructura y hacer más diáfano el espacio; lo que permitirá evitar un cierto aislamiento al que iba a estar sometido el paciente en unos boxes cerrados y con dos puertas.
Esto ha supuesto que, en la actualidad, la Junta esté todavía equipando Urgencias; aunque como no entrarán en funcionamiento hasta principios de año, el retraso no afectará al traslado. Sacyl también ha modificado el suelo que era de baldosines y provocaban un traslado incómodo del paciente en camilla. Suelo antideslizante y liso es el definitivo.
Otro cambio fundamental ha sido el de modificar las habitaciones individuales, hay 180, para permitir que en caso de necesidad asistencial puedan hacerse dobles. La colocación del cabecero para los gases médicos, luces y demás aparataje estaba en tal disposición que no cabía una segunda cama. Sanidad no ha cambiado su concepto de ofertar cuartos con una sola cama para pacientes que requieran una especial intimidad o aislamiento, pero esta transformación hace flexible la atención a una gran demanda.
La UCI ha tenido que ser también modificada para que sea una zona toda acristalada y poder garantizar el seguimiento de pacientes críticos en todo momento desde el centro de control -antes sólo había una ventana-. Otra reestructuración importante fue la de las cocinas o los quirófanos.
Son muchas las obras acometidas una vez tabicado el inmueble y finalizada la obra interior, un aumento presupuestario que nadie ha querido contar ni cuantificar con la esperanza de que mueran en el olvido. Sin embargo, las cifras oficiales hablan por si solas. En el 2002, el presupuesto anunciado era de 103,6 millones de euros. En el 2007, los datos hechos públicos por Sacyl llegaban ya a 122 millones y las últimas, de la visita del presidente Herrera arrojaban ya 199,7, es decir, que en los últimos seis años el precio del complejo ha crecido en 96,1 millones y sólo en el último ejercicio, el que ha afrontado las citadas modificaciones, ha sumado 77 de ellos. Es el precio de los retrasos y las reformas.
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