Algo está cambiando en nuestro entorno

Son muchas las pruebas que muestran o evidencian el cambio climático.Sabemos que desde hace una década aproximadamente, muchos comentarios y escritos hacen referencias a ello.

El ciudadano de a pie comenta a menudo: Los inviernos ya no son los gélidos inviernos de antaño, los veranos ya no son los calurosos veranos. Uno ya no sabe a qué atenerse o qué ropa ponerse. Hasta los refranes castellanos referentes a la climatología han perdido su sentido.

 

Los científicos cada día descubren nuevos datos que lo constatan. La temida destrucción de la capa de ozono, los aumentos de partículas de dióxido de carbono emitidas a la atmósfera que rebasan límites insospechables, sobretodo en las ciudades. El deshielo de los polos, la fiera desertización del terreno,...

 

Los especialistas en medicina que notan como aparecen enfermedades nuevas, crecen casos de cáncer, alergias de diversa índole y especialmente alimentarías.

 

Los políticos que intentan llevar a termino acuerdos internacionales como el Tratado de Kyoto, y que algunos países acatan y otros priorizan el afán de acuñar grandes riquezas económicas, sin importar para nada que el futuro de nuevas generaciones está en cómo conservemos el medio ambiente

 

 

Las asociaciones defensoras del medio ambiente preocupados, (y con razón), de animales que están en peligro de extinción, plantas que empiezan a multiplicarse en lugares que no eran propios hace poco tiempo. Alimentos que no son naturales y miles de detalles.

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Esto en cuanto a algunas  opiniones de colectivos de personas, pero más importantes son las muestras que nos envía la propia naturaleza: Inundaciones, tsunamis, terremotos, tormentas, incendios, tornados. 

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Árboles que florecen en invierno y que luego mueren en primavera, que es cuando tendrían que nacer exterminadas por heladas insospechadas, recolecciones agrícolas que se ven frustradas, cosechas de cereales que se adelantan o que se pudren por exceso de humedad. 

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Lo cierto es que podríamos escribir ampliamente detalles de que algo o mucho está cambiando a nuestro alrededor. Pero lo que me ha llevado a realizar el presente escrito, es el suceso que ocurrió ayer en Valladolid, concretamente en la Calle Núñez de Arce nº 12, y que ha sido motivo de las noticias de prensa local, y lo que ocurrió fue lo siguiente: En menos de cuarto de hora una invasión de abejas crearon un enjambre en la puerta del garaje. Algo que me trajo a la cabeza la película de "los Pájaros" de Alfred Hiscok.

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Soy consciente que las abejas siguen a su reina, pero lo sorprendente es que esto es propio de las montañas o de un campo lleno de flores. Pero no en una puerta metálica en pleno corazón de Valladolid. Todo ello, supuso el acordonamiento por parte de la policía municipal a los accesos del aparcamiento. Lo cierto es que gracias a la habilidad y profesionalidad de los bomberos el conflicto quedó resuelto. Y además asegurada la supervivencia de las asustadas y confundidas abejas. He de afirmar que fue todo un espectáculo. 

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Y ahora cabe preguntarnos, cuál será la siguiente anécdota que la naturaleza nos depare. Espero que sea solo eso, una anécdota curiosa. 

Amelia Lapeña Rincón