El uso racional de los móviles
.Por: TOMÁS MARTÍNEZ
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Ciudadano del mundo global, ciudadano amante y defensor de la libertad sistemáticamente restringida de forma falaz y sibilina. Todos los días, desde muchos puntos del planeta te bombardean con las bondades de la publicidad, haciéndote cómplice y victima de los intereses de grandes multinacionales globales. En el mundo de las telecomunicaciones, al igual que en otros muchos, más de lo mismo; empresarios globales (multinacionales) que nos imponen su cultura de consumo para con-vertimos en un número que cotice a la cuenta de resultados.
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Y es en este mundillo donde quiero hacer una pequeña reflexión y analizar, por qué en más de una ocasión, algunos ciudadanos anónimos han levantado la voz contra la utilización de los móviles de forma desmesurada, a su entender (utilizados por embarazadas, por niños, en edificios públicos, en el transporte público, en el coche, etc.). Todo nos empieza a parecer insuficiente con tal de tener en nuestra oreja pegado el móvil: «érase una vez un ciudadano pegado a un móvil”.
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Algunos otros han ido retrasando todo lo que han podido la utilización del móvil hasta que no les ha quedado mas remedio, hasta que se han sentido marginados socialmente («como no tienes móvil no hemos podido quedar contigo”, «no te hemos podido convocar”, «no te hemos podido localizar”, etc.).
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En el debate filosófico de la vida, la libertad es la esencia misma definitoria del ser humano. En este debate, los ciudadanos consumistas siempre encuentran un razonamiento justificativo a todo producto novedoso: «El uso les hace sentirse mejor, se sienten más seguros y por consiguiente le ofrece más posibilidades para desarrollarse y ser más libre”. Distinta actitud adoptan aquellos que les gusta reflexionar sobre los pros y contras del nuevo dispositivo electrónico.
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En el lado opuesto se encuentran las compañías de telecomunicaciones, les quieren rescatar de esa rebeldía contra sus interesas. ¿Cómo pueden permitir que estos ciudadanos estén descontentos con el uso continuo del móvil? ¿Qué más da si las células de los seres vivos cambian su comportamiento o no por la contaminación electromagnética?
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Desde el contexto de la Ley de Telecomunicaciones vigente, solamente se puede y debe fomentar la adecuación de la misma a las normativas que nuestro entorno europeo, que en su mayoría son más restrictiva en lo referente a la emisión y el potencial de los campos electromagnéticos; es el caso de Italia, Austria, Suiza, Suecia, etc. Asimismo, considero conveniente recuperar el espíritu de la Conferencia Internacional de Salzburgo del 2000.
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Por otro lado, el articulo 18 apartado 2 de nuestra Constitución establece que «el domicilio es inviolable”... Y nos preguntamos: ¿Las ondas electromagnéticas que invaden nuestros hogares cumplen con lo recogido en el artículo 18 apartado 2 de nuestra Constitución?
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El artículo 18 apartado 4 establece que «la ley limitará el uso de la informática”, entre otras cosas, para llegar al pleno ejercicio de los derechos de los ciudadanos ¿Pero cómo es posible que limitando un uso se garanticen los derechos?
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Podemos pensar lo mismo del los móviles ¿Los móviles incorporan la informática para su funcionamiento?
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Deberemos echar mano a algún que otro artículo de nuestra máxima norma estatal para entender que existen derechos que son irrenunciables. Es en el artí-culo 43 donde se reconoce el derecho a la protección de la salud. A tal efecto tendremos que seguir leyendo el apartado 2 y 3 del citado artículo. El apartado 2 dice que “compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas...”, y el 3 que “los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria...”.
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Importante es que se proteja a los ciudadanos en la emisión de las ondas electromagnéticas que superen lo recomendado en la Conferencia Internacional de Salzburgo del 2000, así como importante puede ser la actuación de los profesionales en el control correcto de las mismas; ondas que tienen dos vertientes: la protección de los intereses de los ciudadanos a una comunicación correcta y, por otra parte, la defensa de los intereses económicos de las empresas de comunicaciones con la emisión mínima para dar la cobertura adecuada.
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Todo el mundo es consciente de que cada año fallecen muchos españoles por cáncer; cáncer de mama, de pulmón, de piel, etc., y que todos los años aparecen más de 18.000 nuevos casos. Un porcentaje importante de los fumadores persiste con su hábito a pesar de padecer enfermedad respiratoria o cáncer. Pero es más, el tabaco también produce cáncer y el Gobierno después de muchos muertos, en el ano 2006 ha aprobado una Ley que prohíbe fumar en los establecimientos públicos. Todo el mundo sabe que el tabaco mata pero...
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Bueno, en el caso del móvil puede pasar lo mismo que con el tabaco aunque en otra escala. Si el gobierno no protege al ciudadano del uso indiscriminado del móvil, serán los ciudadanos los que tengan que exigir la prohibición del mismo en lugares públicos como en: el transporte, edificios (hospitales, colegios, guarderías), etc.
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El uso racional de los móviles debería comenzar con la información que los ciudadanos deben tener antes de adquirirlos. Este procedimiento debe estar bajo la tutela y responsabilidad del organismo u organismos oficiales correspondientes. Es cierto que quien adquiere un móvil, lo adquiere «a sabiendas” de que no es un dispositivo electrónico más. El ciudadano tiene en sus manos el canal normal para acceder a muchos entornos de información, algunos saludables y otros no. Considero que una cultura saludable conlleva a que todos sepamos y conozcamos los peligros que puede suponer el uso excesivo del móvil para nuestra salud y la de los demás. También es bueno recordar que la libertad de uno termina cuando con su comportamiento se limita la libertad del otro.
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Aunque a nadie le gustan las restricciones, parece que los fumadores aceptan la ley como algo irreversible y con resignación. A los adictos a las telecomunicaciones, en pocas décadas, les ocurrirá lo mismo si antes no se regula correctamente las emisiones de ondas electromagnéticas. Por eso, algunas medidas restrictivas son un avance para exigir a las multinacionales del sector más investigación e inversión, para que sus productos sean inocuos. Salud y progreso deben ir de la mano sin alterar este orden, primero salud y luego progreso.
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Tomás Martínez es miembro de la Coordinadora de Izquierda Socialista-PSOE de Valladolid.
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