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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

La escenificación de un pacto y su credibilidad

 

No es una ingenuidad pactar con quienes mantuvieron siempre una actitud rastrera y desleal en política terrorista. Esta aún fresca la memoria de la gran mentira de Aznar-Rajoy tras el 11-M y los 192 asesinados.

 

Estoy convencido de que Pedro Sánchez actuó movido por la razón de Estado cuando a la vuelta de Paris, tras la manifestación de condena del terrorismo yihadista, mostró su sensibilidad humana y su voluntad política de favorecer un Pacto de Estado anti-terrorista. Se trataba de conectar con la calle, con la inquietud de la ciudadanía, reforzando la ley con nuevos supuestos delictivos, mayores condenas y mejores recursos y mecanismos de respuesta eficaz a la amenaza del fanatismo yihadista.

 

Los antecedentes en España le marcaban el camino a seguir, sin importarle -o quizás sin valorar- que tenía que pactar con quien representa la X de la corrupción, que contaba con escaso margen para la incorporación de otras fuerzas que mostraban escasa disposición a formar parte de cualquier pacto con el PP y a contracorriente de todos los "podemos" instalados en la opinión pública y publicada.

 

Para más desgracia, la apuesta ha coincidido con el debate sobre la reforma del Código Penal y la propuesta de Rajoy de incluir la "cadena perpetua". Demasiado tomate para salir del pacto con un reconocimiento claro y con la credibilidad del PSOE reforzada.

 

No es una ingenuidad pactar con quienes mantuvieron siempre una actitud rastrera y desleal en política terrorista. Esta aún fresca la memoria de la gran mentira de Aznar-Rajoy tras el 11-M y los 192 asesinados. O los ataques electoralistas ante los movimientos de Zapatero, Eguiguren y Rubalcaba por buscar la derrota de ETA. Pactar con Rajoy frente a una opinión pública confusa ante la acusación permanente de que el PSOE está por la gran coalición es casi una temeridad.

 

Por mucha filigrana dialéctica que hagamos, tampoco resulta fácil explicar la contradicción que supone la referencia implícita en el pactado artículo 573 bis a la prisión permanente revisable. Una pena que votamos en contra hace dos semanas en el Congreso, cuando se debatió la reforma del Código Penal, y que vamos a recurrir ante el Constitucional.

 

Es verdad que el PSOE, frente a un inicial intento de trágala del PP, ha incorporado una fórmula que salvará el Pacto aunque se elimine aquella figura del Código Penal cuando se den las condiciones de una nueva mayoría de progreso en el Parlamento.

 

No se puede negar que en el texto de una legislación terrorista - analizar el artículo 573 - la ecuación libertad/seguridad se mueve en la cuerda floja, pero es necesario recordar que siempre en la interpretación de los supuestos y en la aplicación de esas leyes resulta decisivo quien esté gobernando.

 

La escenificación solemne del acuerdo en La Moncloa sí me ha parecido un tremendo error. Y no solo por una cuestión estética, hay algo más. Su sitio hubiera sido el Parlamento, con más fuerzas y más protagonistas. Pero esa foto cierra toda posibilidad a un Pacto más amplio, si es que había alguna posibilidad.

 

¿Alguien piensa que esa dolorosa e innecesaria foto nos ayuda a los socialistas a ganar credibilidad o por el contrario favorece el juego de la confusión que buscan los adversarios del PSOE? No es esta la estrategia a seguir que, para mayor desgracia, ha logrado que el trabajo y las conclusiones de la convención socialista en Valencia haya quedado desfigurada y perdida entre las noticias al día siguiente.

 

Entre callar como militante, repetir el argumentario oficial o romper el carnet en plan tremendista, he preferido "gritar mis temores" en un papel y en twitter, intentando explicar por qué el proceso y el epílogo no me han convencido nada. Pero no daré motivos para que nadie me pueda acusar de indisciplina o deslealtad hacia la dirección en momentos duros para el PSOE.

 

Por cierto, constato el desánimo de buen número de militantes y votantes tras la firma del Pacto y me hago eco de una pregunta: ¿era necesario morir de responsabilidad cuando nuestra actitud frente al terrorismo de todo color siempre fue inequívoca? Si por lo menos esta imagen de unidad bipartidista ha aportado tranquilidad a la ciudadanía y sirve para reforzar el Estado de Derecho, habría merecido la pena tanto desgaste en dar explicaciones. Tengo grandes dudas.

 

eldiario.es

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