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Castilla y León, sin oposición

De los demoledores efectos que ha tenido para el PSOE el desaguisado de Ponferrada poco puede añadirse que ya no se haya dicho. Ha arruinado la escasa credibilidad que le quedaba a Alfredo Pérez Rubalcaba y ha confirmado que la actual dirección está conduciendo al partido hacia el abismo. Rehuyeron la catarsis imprescindible tras su triple desplome electoral (municipales, autonómicas y generales) de 2011, cerraron la crisis en falso en el congreso de Sevilla y en el pecado han llevado la penitencia.

 

Óscar López

 

 Quienes hemos seguido su trayectoria política de Castilla y León nos hicimos cruces el día que Óscar López era nombrado Secretario Federal de Organización. Es verdad que conocía bien las tripas del partido, ya que había ejercido de adjunto en esa Secretaria en la etapa de José Blanco, su gran mentor político y quien, de acuerdo con Zapatero, le encomendó la misión de reflotar el maltrecho PSOE de Castilla y León. Aquí su fracaso fue estrepitoso. Firmó en mayo de 2011 los peores resultados electorales del partido en unas elecciones autonómicas. Pero como el batacazo había sido generalizado, ni se inmutó. El verbo dimitir no figuraba ni entonces ni ahora -nunca ha dicho que haya dimitido, sino que había puesto su cargo a disposición del partido- en su diccionario.
 
 
 
Tras aquella debacle electoral, López tendría que haber dimitido, haciendo mutis por el foro. No solo no lo hizo, sino que se autopremió asignándose a sí mismo el escaño de senador por la comunidad que corresponde a los socialistas de Castilla y León. Con esos tres cargos andaba cuando en el congreso de Sevilla va Rubalcaba y le nombra secretario de Organización, nada menos que “numero tres” oficioso del partido. Podía haberse quedado en Madrid con el nuevo cargo orgánico y el escaño de senador. Pero prefirió dejar el Senado y conservar el cargo de portavoz socialista en las Cortes, que solo puede atender a tiempo parcial, remunerado, eso sí, como dedicación exclusiva.
 
 
 
La portavocía de las Cortes se la queda López para dejar la puerta abierta a repetir como  candidato a la presidencia de la Junta si en Madrid vinieran mal dadas para Rubalcaba. Y para que nadie le haga sombra en esa candidatura se ocupa de apadrinar a un nuevo secretario autonómico que no disponga de escaño en las Cortes. Surge así la disparatada bicefalia constituida por un portavoz parlamentario residente en Madrid que solo aparece por las Cortes en los plenos y por un secretario autonómico, Julio Villarrubia, que tiene que compatibilizar esta tarea orgánica con las obligaciones de su escaño en el Congreso de los Diputados.
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