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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

LOS MERCADOS EFICIENTES

En la tradición del pensamiento neoclásico los mercados, ya sean de bienes, servicios, trabajo, financieros cuando actúan libremente fijan unos precios para bienes y servicios que acaban por asignar eficientemente los recursos por la vía de las mejoras de productividad, de esta forma los salarios que se pagan acaban correspondiendo a la productividad marginal del trabajo, y los intereses con que se retribuye el capital se corresponden también con su rendimiento marginal.

 

 Convencidos de que toda oferta crea su demanda, no contemplan que los mercados libres produzcan bienes y servicios que no se consuman, como ellos dicen que no se agoten,  si hay exceso de producción (de oferta) bajan los precios y en un mercado de retales y rebajas todo se acaba adquiriendo por propios y extraños, para bajar precios solo hay que bajar salarios e intereses.

 

Como no es fácil encontrar mercados libres ya que siempre existe un cierto grado de oligopolio,  sindicatos que impiden negociar libremente a los trabajadores su salario ó tarifas públicas, ha de removerse todo esto, de manera que los mercados vuelvan a su versión primigenia, que no es otra que la los economistas del siblo XIX observaban en los mercados de antaño, fundamentalmente agrarios. Estos mercados libres sobrevivían aún en los pueblos patrios haya por los años 70, en ellos miles de pequeños agricultores y ganaderos negociaban sus mercancías con miles de pequeños industriales (panaderos, carniceros, charcuteros, etc...) mediante la entrañable figura del “corredor”, singular personaje que ponía de acuerdo a demandantes y oferentes mediante un apretón de manos, en aquellos mercados que por  motivos familiar conocí, no tengo la menor duda de que al final se establecía un precio de equilibrio que satisfacía a agricultores y ganaderos e industriales y nadie se daba por engañado, por supuesto que no había información asimétrica y que no mediaba más contrato que el apretón de manos y siempre vi concluir aquellos “tratos”; pero eran otros tiempos, y a medida que han desparecido los agricultores y ganaderos de nuestros pueblos y las industrias se han hecho más grandes compruebo que los mercados de competencia han cambiado, ahora se cierran acuerdos formalizados por abogados con agricultores y ganaderos imponiendo precios y condiciones de entrega del producto, resulta evidente que el excesivo poder que han adquirido unos a inclinado el peso de la balanza del mercado hacía una de las partes. Claro que si esto ha pasado en los simples mercados de productos agrarios, que no decir de los productos metalúrgicos, los de vehículos automóviles, o los de productos químicos.  ¿Alguien cree que el precio de los coches que adquirimos es de equilibrio?.

 

Los  sistemas de mercado han evolucionado dejando de ser libres en el sentido clásico  en la medida en que demandantes y/o oferentes han adquirido mayor poder de mercado por la vía de la concentración de la producción en unos pocos agentes, probablemente los mejor organizados productiva y financieramente,  los mercados  han pasado así de competitivos a coorporativos, en donde grupos empresariales y asociaciones de productores son los que imponen los precios y las condiciones de entrega, si esto vale y no se cuestiona en el caso de los mercados de bienes, a que tanta inquina para las asociaciones de trabajadores en sindicatos. Todo ello es consecuencia de los tiempos que vivimos. Cabría admitir incluso que los actuales mercados establecen precios que asignan eficientemente los recursos disponibles, ya que los grupos empresariales no se guían por otro criterio que el de mejorar su productividad y eficiencia; aunque en muchos casos han mostrado que les guía otros intereses, como puede ser el apropiarse del excedente del consumidor o proteger sus beneficios estableciendo barreras de entrada mediante la publicidad  para dificultar el acceso al mercado a una competencia, con mejores niveles de productividad desde el punto de vista industrial.

 

Pero aún admitiendo que monopolios y coorporaciones industriales consiguen su eficiencia en un mercado globalizado en donde ahora los niveles de  competencia se establece entre pares, lo que implica que los grupos coorporativos tienen que seguir esforzándose en mejorar su productividad y eficacia, ya que no van a protegerse por barreras legales y publicitarias; a los defensores de los sistemas eficientes de mercado con la crisis de las subprime les ha salido un grano en el culo: el mercado inmobiliario.

 

En los EEUU, el Reino Unido, Irlanda y España se ha producido como todos conocemos un boom inmobiliario, los dos primeros países disponen de los más modernos sistemas financieros y una regulación muy flexible en materia de contratación laboral, Irlanda es muy flexible en materia de contratación laboral pero dispone de un sistema financiero tradicional, en España altos costes de despido, trabajo temporal y sindicatos negociando salarios por provincias, y un sistemas financiero arcaico (Santander, BBVA y Cajas de ahorro). EEUU, RU e Irlanda son economías en donde campan las grandes coorporaciones y con un gran avance tecnológico, España sol y playa. Las diferencias también son evidentes en lo político, gobiernos liberales y socialista, centralistas y descentralizados,  en fin, unos y otros se parecen a nuestro país lo que un huevo a una patata, pero los cuatro han tenido un boom inmobiliario: altos precios de la vivienda, financiación excesiva, construcción desaforada y posterior colapso. Tampoco hay que entrar en las causas, evolución y consecuencias de cada burbuja, pero lo que parece evidente es que los mercados inmobiliarios que funcionaron de forma libre y fueron financiados de forma libre, sin que gobiernos y bancos centrales intervinieran en su evolución y desarrollo, han acabado por crear más viviendas de las necesarias, y estas en vez de estar en manos de los hogares han acabado en manos de las entidades financieras. En consecuencia el mercado no ha asignado los recursos de forma eficiente y además el mercado de la vivienda pese a la caída de precios no se ha vaciado.

 

Cuando en el citado curso de la UIMP hice notar este pequeño inconveniente de que en España las vivienda no se ocupan, uno me hizo ver que todas tienen propietario, faltaría más, y que si los precios siguen cayendo se acabaran vendiendo y/o alquilando, pero incidí y le pregunte que más de uno, incluido los bancos, tienen viviendas que ni venden ni alquilan que están fuera del mercado porque  hoy día nadie las compra, me contesto que el tiene dos bicicletas en el trastero y solo usa una. En fin, acabaremos agotando el mercado pero persisten mis dudas si tener dos viviendas o dos bicicletas para no usarlas es una asignación eficiente de recursos limitados o sencillamente un despilfarro.  

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