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Izquierda Socialista de Valladolid en la defensa de los Servicios Públicos

Fue como si atacaran algo nuestro

El Supremo y el CGPJ lanzaron una ofensiva contra las duras críticas recibidas por el proceso abierto contra el juez Baltasar Garzón

 

A los 10 años supo que no se llamaba Gina Amanda Ruffo, sino Carla Rutilo Artés. Que su padre no era el hombre que abusaba sexualmente de ella desde que tenía tres años y que le pegaba palizas "por todo y por nada", ni su madre aquella mujer que le cambiaba constantemente de aspecto -"me cortaba y me teñía el pelo, me ponía lentillas..."- por razones que ella no podía entender. Carla descubrió hace 25 años quién era -la hija de una desaparecida y un asesinado de la dictadura argentina- y se lo debe, asegura, a dos personas: su abuela, que la buscó por todo el mundo con una sola fotografía suya, y el juez Baltasar Garzón, "el primero que nos escuchó, y provocó que Argentina abriera los ojos y empezase a levantar su historia más negra".

 

Por eso, porque está convencida de que Garzón impulsó los juicios a la dictadura militar en Argentina, Carla sintió rabia cuando comenzó "el acoso y derribo" al magistrado y decidió acudir a todos los actos que hubiera en su apoyo. También al que reunió a más de mil personas en la Universidad Complutense, organizado por CC OO y UGT el pasado 13 de abril, y en el que se convirtió en la imagen del día al levantarse entre un mar de gente para lanzar un beso a Cándido Méndez, que acababa de anunciar la presencia de la primera nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo argentinas. "Mi abuela hacía meses que no salía de casa, pero para esto no lo dudó. Cuando empezó lo de [el caso] Gürtel vimos claro que iban a por él. Y fue como si atacaran algo nuestro", cuenta Carla.

 

Conoció a Garzón hace 13 años, cuando en Argentina aún estaban vigentes la Ley de Punto Final y la de Obediencia Debida -similares en la práctica a la de amnistía española- que impedían revisar el pasado, y en España un juez quería sacar el horror a la luz.........

elpais.com/articulo

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