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QUÉ ES EL LAICISMO - primera parte

 

El Laicismo es un movimiento social, político y cultura que, basándose en la libertad de conciencia y religiosa, exige la separación entre las diferentes Iglesias y el Estado garantizando así una relación de neutralidad entre ambos estamentos.

 

De esta afirmación, por consiguiente, podemos extraer los principios fundamentales del movimiento laicista.

 

  • Libertad de conciencia y religiosa.

 

El Laicismo no se basa en la defensa e imposición de una doctrina metafísica determinada, a pesar de que sus detractores lo acusan, bien intencionadamente, bien por ignorancia y desconocimiento, de anticlerical y defensor del ateismo, sino que, considerando al ser humano como un ser biológico y cultural dotado de racionalidad, aboga por la libertad de conciencia y religiosa como reconocimiento de su autonomía para la búsqueda de su verdad mediante el conocimiento y la educación.

 

Así, el Laicismo, aceptando la pluralidad de culturas y religiones diferenciadas, opta por el respeto y la igualdad entre las mismas y, sin caer en el relativismo moral ni en el error de jerarquizar valores culturales, dota de universalidad a los Derechos Humanos como límite a los excesos del comportamiento humano irracional y fundamentalista.

 

  • Igualdad jurídica e igualdad ante la ley.

 

El tratamiento diferenciado que el artículo 16 de nuestra norma fundamental hace entre la Iglesia Católica y las demás confesiones religiosas se basa, fundamentalmente, en la consideración de mayoritaria de la primera. Si bien, al estar dotada de privilegios de carácter fiscal, educativo y presupuestario, la igualdad con el resto de confesiones queda ausente.

El Laicismo pretende, precisamente, garantizar la igualdad jurídica de todas las confesiones eliminando todo privilegio o discriminación.

 

No obstante, la igualdad jurídica también requiere la igualdad ante la ley elaborada democráticamente.

 

 Así, es sabido que la jerarquía eclesiástica no acepta que leyes civiles elaboradas por el parlamento, órgano de representación de la voluntad popular elegido por el pueblo soberano, estén inspiradas en principios diferentes a los que preconiza la doctrina católica oficial y, por este motivo, incita a la desobediencia civil a todos los ciudadanos que se consideran católicos, incluido a jueces y magistrados, miembros del poder judicial sobre los que hace llamamientos de abstención en procedimientos de divorcio o a la hora de celebrar matrimonios homosexuales.

Realmente, esta es una actitud inaceptable en una sociedad democrática y solo refleja el carácter totalitario de su doctrina.

 

  • Neutralidad del Estado

 

El laicismo, como movimiento democrático y tolerante, aboga por la plena y efectiva separación entre el Estado y la Iglesia, entre el poder terrenal y el poder espiritual, reivindicando así un Estado aconfesional que no discrimine, ni positiva ni negativamente a ninguna confesión.

 

Además, la neutralidad del Estado y el carácter aconfesional del mismo garantiza la no intromisión del Estado en asuntos religiosos (siempre que no suponga un incumplimiento de la ley y alteración del orden constitucionalmente reconocido), pero también, la no intervención de la iglesia en asuntos que son propios aquel.

 

Quiero decir, que la Ilustración nos enseña a diferenciar el pecado del delito y a distinguir lo público de lo que pertenece a la esfera privada del ser humano.

 

En sentido contrario, la España franquista condenaba penalmente el adulterio y prohibía el divorcio por considerarlo un sacramento, pero hoy en día, ser adultero bajo un régimen islamista puede suponer morir lapidado.

Como vemos, no es lo mismo legislar bajo el poder de la razón y el respeto a los derechos humanos que legislar y gobernar bajo el poder de las sotanas, el Corán o la Torá.

 

El Laicismo y la aconfesionaldiad del Estado, por otro lado, no equivalen a indiferencia ética o axiológica. Por el contrario, el respeto y el reconocimiento jurídico de los Derechos Humanos y la declaración de valores superiores recogidos en los textos constitucionales (Art.1.1.CE) es la expresión del compromiso por la dignidad humana, la libertad de conciencia y de expresión.

 

 

Autor: J. Luis Garrido García

Miembro de Izquierda  Socialista-PSOE Valladolid

y Jurista

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